Conforme una cierta normalidad va volviendo a los mercados por primera vez en varios años, también tiene que volver la atención a las valoraciones.
Después de haber vivido una crisis de las que suceden una vez por generación, la pandemia de COVID-19, ahora vemos cómo el statu quo de los últimos 30 años queda patas arriba. Tras décadas de relativa calma e inflación a la baja, ahora nos enfrentamos a una inflación al alza y crecientes tensiones geopolíticas. No obstante, como inversores, vemos que se vuelve a algo parecido a la normalidad.
No quiero decir bajo ningún concepto que el actual entorno sea fácil, pero, por primera vez en mucho tiempo, vemos tipos de interés nominales positivos por las posiciones en efectivo. Esto supone un cambio considerable en la dinámica de inversión en comparación con los dos últimos años, cuando nos veíamos obligados a comprar activos más caros que nunca para lograr rentabilidad en un mundo en el que la liquidez no tenía límites.
De la negación a la aceptación
En los últimos meses, los inversores han pasado de la negación a la aceptación en lo que se refiere a sus expectativas de subidas de tipos por parte de los bancos centrales. Las expectativas del mercado son ahora razonables. Se trata de un notable cambio en comparación con el verano pasado.
La divergencia de las políticas de los bancos centrales, marcada por las diferencias en los niveles de inflación, la exposición a la crisis energética y la pandemia también crean oportunidades en las distintas clases de activos. En la última década, caracterizada por la flexibilización cuantitativa y unos tipos casi anclados en cero en todo el mundo, había pocas diferencias en materia de política monetaria.
Esta situación dificultaba la apertura de posiciones de inversión que favorecieran a un país sobre otro.
Recuperación a distintas velocidades
Llegados a este punto, es probable que aún tengamos que capear una recesión en 2023, pero, echando la vista atrás a cómo salimos de la recesión de 2001, recordamos que las economías se recuperaron a distinto ritmo. Eso hizo de aquella crisis una etapa interesante desde el punto de vista de la inversión, y creo que tendremos fantásticas oportunidades a lo largo de los dos próximos años.
Ahora mismo, merece la pena señalar que los mercados emergentes plantaron cara a la inflación mucho más rápido el año pasado, por lo que les queda muy poco para salir del ciclo de ajuste. Ya han sufrido mucho con las subidas de tipos anticipadas, y ahora vemos algo de valor en los activos de estos mercados.
La inflación, clave para la rentabilidad en 2023
Por lo tanto, la inflación influirá de forma determinante sobre la rentabilidad del mercado en 2023. Si baja, podríamos empezar a vislumbrar una situación más favorable para los mercados. Sin embargo, si sigue tan alta como hasta ahora, tendremos un problema. En ese caso, puede que haya que subir todavía más los tipos, y entonces los mercados tendrían que reevaluar nuevamente las valoraciones.
Sin embargo, en comparación con la volatilidad vivida en 2022, esperamos que los tipos de interés, y, por lo tanto, la renta fija, muestren más estabilidad en 2023, lo que permitirá a los inversores aprovechar los rendimientos disponibles. En efecto, el atractivo de los bonos ha pasado de estar en sus ventajas de diversificación a situarse en sus rendimientos.
Las expectativas de beneficios tienen que moderarse
En cuanto a la renta variable, creemos que las valoraciones no son tan atractivas como los bonos y necesitamos que las expectativas de beneficios se enfríen aún más debido al riesgo de recesión. ¿Qué podría provocar una fuerte recuperación de la renta variable?
Cualquier prueba de debilitamiento del mercado de trabajo en EE. UU. permitiría a la Fed dar marcha atrás en la senda de subidas de tipos, y eso haría posible que la renta fija se ajustase a la baja y que la variable recuperase terreno.
También hay más oportunidades en potencia en la renta variable. Tras años en los que Estados Unidos siempre superaba al resto, impulsado por la solidez del sector tecnológico, ahora el resto de mercados parecen muy baratos. Pero, como hemos dicho en otras ocasiones, los inversores tendrán que ser más selectivos en este nuevo entorno, tanto en cuanto a países como en cuanto a empresas.
En los mercados tanto de renta fija como de renta variable, habrá una mayor divergencia entre ganadores y perdedores.
También conviene recordar que, a lo largo de la historia, algunas de las mejores oportunidades en renta variable se han dado en plena recesión. Los mercados siempre van por delante de las noticias económicas. Por eso, en 2023 los inversores deben centrarse en las valoraciones, y no tanto en los titulares de la prensa.