Parece que hay un consenso en los mercados sobre la posibilidad de un "aterrizaje suave" en la economía global. ¿Qué opinas al respecto?
Así es, existe una visión extendida en los mercados de que la economía mundial, particularmente la de EE. UU., podría experimentar un aterrizaje suave. Esto significa una desaceleración controlada del crecimiento económico sin entrar en una recesión profunda. Aunque hay bastante volatilidad en los datos de inflación y en las expectativas sobre las tasas de interés, la idea central es que las autoridades, particularmente la Reserva Federal (Fed), puedan gestionar esta desaceleración de manera eficiente. Sin embargo, es importante recordar que, aunque la economía sigue mostrando resiliencia, los cambios en las tasas de interés podrían seguir impactando en los mercados de renta fija.
Hablando de la Fed, ¿cómo crees que afectarán sus decisiones de política monetaria en los próximos meses?
La Fed ha sido un actor clave en todo esto. A pesar de la incertidumbre en torno a la inflación y el crecimiento, se espera que empiece a reducir las tasas de interés gradualmente, especialmente si la economía sigue mostrando fortaleza. Este ajuste podría tener implicaciones importantes para los activos de renta fija, particularmente los bonos a largo plazo, ya que la reducción de tasas tiende a mejorar los precios de estos instrumentos. La gran incógnita será cómo gestionan la inflación y el crecimiento sin que una política monetaria excesivamente estricta frene el crecimiento económico.
¿Cómo ves la situación económica global a la luz de la nueva presidencia de Donald Trump? ¿Qué efectos podría tener en el crecimiento económico?
La victoria de Trump podría tener efectos importantes en el crecimiento económico, especialmente si implementa políticas como la reducción de impuestos o el aumento del déficit fiscal. Esto podría generar un impulso en el crecimiento a corto plazo, pero también presenta el riesgo de mayor inflación, especialmente si se intensifican las tarifas arancelarias, como ocurrió en su administración anterior. Los aranceles a países como China, por ejemplo, podrían generar un aumento de los precios en los productos importados, lo que afectaría la inflación global. Aun así, el impacto final dependerá de cómo evolucionen las políticas comerciales y si se logran acuerdos internacionales.
En cuanto a la estrategia de inversión, ¿qué opinas sobre el cambio en el enfoque hacia una mayor calidad crediticia y duración en las carteras?
En los últimos dos años, aumentar la calidad crediticia y la duración ha sido una estrategia clave, sobre todo en un entorno de tasas de interés bajas. Este enfoque busca proteger las carteras de renta fija, pero hoy nos encontramos con un panorama donde los spreads de crédito ya están bastante comprimidos. Esto nos pone en una posición neutral, con una duración de 4 años, que es relativamente alta pero aún moderada en comparación con ciclos anteriores. La clave será ajustar la cartera dependiendo de cómo evolucionen los spreads y los movimientos en la política económica, sobre todo si se materializan cambios en la inflación o en las tarifas.
Hablando de Europa, ¿cómo ves la situación económica y las perspectivas del Banco Central Europeo (BCE)?
En Europa, el crecimiento es más moderado, y la inflación se mantiene dentro del objetivo del BCE. Esto hace que la política monetaria más acomodaticia, como posibles recortes adicionales de tasas, sea más probable que en EE. UU. En cuanto a la renta fija, esto podría crear un entorno favorable, ya que los inversores se beneficiarán de tasas más bajas. Sin embargo, la inflación salarial es un tema a monitorear, ya que los aumentos salariales en Europa pueden tener un efecto retardado sobre la inflación, lo que podría complicar las cosas a largo plazo.
¿Y cómo podría afectar la política comercial de EE. UU. a Europa?
Si EE. UU. implementa aranceles agresivos, Europa podría verse afectada, especialmente por la naturaleza abierta de su economía. Esto afectaría más a los países que dependen en gran medida del comercio exterior. No obstante, la depreciación del euro y las posibles medidas adicionales del BCE podrían mitigar algo del impacto negativo, aunque no se puede descartar que surjan tensiones comerciales.
¿Qué expectativas tienes sobre el crecimiento económico en EE. UU. y Europa en los próximos años?
En EE. UU., se espera que el crecimiento se modere a niveles cercanos al 2% en el futuro cercano, pero esto podría verse influenciado por las políticas de Trump, que podrían darle un empujón adicional. En Europa, las expectativas son de un crecimiento moderado, en torno al 1-1,3%, aunque podrían verse afectadas por las políticas comerciales de EE. UU. Si las tarifas comerciales aumentan, el crecimiento europeo podría reducirse en aproximadamente un 0,4%, lo que es un desafío adicional para la región.
En cuanto a la renta fija, ¿cómo están posicionando su cartera de inversiones actualmente?
Nuestro enfoque sigue siendo el de calidad crediticia alta, especialmente con bonos AAA, para protegernos de un posible repunte de la volatilidad. Hemos reducido la exposición a activos más riesgosos, como los bonos subordinados financieros (cocos), aunque todavía forman parte de la cartera debido a sus rendimientos atractivos. En cuanto a la rentabilidad, esperamos un retorno cercano al 5% para los próximos 12 meses, lo cual consideramos atractivo en el contexto actual, especialmente si lo comparamos con los rendimientos negativos reales que vimos en años anteriores.
¿Y cómo ves el futuro de los bonos corporativos frente a los bonos soberanos?
Los bonos corporativos siguen siendo atractivos, especialmente en un entorno donde no se prevé una recesión. Aunque las primas de riesgo han disminuido, los bonos corporativos continúan ofreciendo rendimientos superiores a los bonos soberanos. Dentro de los bonos soberanos, creo que la curva en la eurozona está mejor anclada que en EE. UU., lo que la hace más atractiva en términos de estabilidad económica. A nivel global, preferimos los bonos del Tesoro de EE. UU. sobre los gilts británicos, debido a la mayor liquidez de los primeros y la incertidumbre que existe en torno al mercado laboral y la inflación en el Reino Unido.
¿Qué piensas sobre la deuda emergente y los bonos ligados a la inflación?
En cuanto a la deuda emergente, mi visión es cautelosa. Aunque no la veo como una oportunidad negativa, las primas de riesgo no son tan atractivas como las de los mercados desarrollados en este momento. Respecto a los bonos ligados a la inflación, no estamos expuestos significativamente a ellos. Si bien pueden ser útiles en ciertos contextos, no son la mejor opción si se busca generar ingresos claros a largo plazo debido a las complejas interacciones entre inflación y tipos de interés. Preferimos centrarnos en mercados de crédito donde los flujos de ingresos son más predecibles.
¿Qué riesgos ves a nivel fiscal, especialmente en la periferia de Europa?
En la periferia de Europa, las primas de riesgo deberían seguir reduciéndose, siempre y cuando no haya sorpresas fiscales que aumenten el riesgo de endeudamiento. A pesar de que algunos países periféricos siguen teniendo altos déficits fiscales, esperamos que estos se reduzcan de manera gradual en los próximos años. La clave es monitorear cómo evolucionan estos déficits y cómo impactan en los mercados.
Finalmente, ¿cómo gestionan la diversificación geográfica en su cartera de inversiones?
Estamos bastante equilibrados en cuanto a la exposición geográfica, con inversiones tanto en EE.UU. como en Europa. No estamos tomando grandes apuestas en mercados emergentes, aunque tenemos una pequeña exposición a ellos. La diversificación sigue siendo un pilar fundamental para mitigar riesgos y aprovechar las oportunidades en diferentes regiones.
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Conclusión: Felipe Villarroel presenta un enfoque cauteloso pero optimista para 2025, con una estrategia centrada en la calidad crediticia y la diversificación geográfica, mientras mantiene una visión prudente respecto a activos más volátiles. La expectativa de rentabilidad para los próximos 12 meses se mantiene alrededor del 5%, en un entorno más estable y con tipos de interés normalizados.