Muchos inversores se han visto atraídos por los elevados tipos de interés que en los últimos años se han pagado sobre el efectivo. Las remuneraciones del 5% en Estados Unidos y del 4% en Europa han supuesto un giro de 180 grados frente a los tipos próximos a cero que se habían ofrecido durante buena parte de la década anterior. Ahora, el efectivo no solo ofrece a los inversores un refugio de valor nominal y liquidez, sino que últimamente ha estado ofreciendo rentabilidades reales positivas.
No cabe duda de que los rendimientos que ahora mismo ofrece el efectivo resultan atractivos si los comparamos con los de algunas otras clases de activos. El efectivo (que aquí se representa con las letras del Tesoro de EE. UU. a 3 meses) ofrece rendimientos superiores a los de muchos bonos gubernamentales y parecidos a los de muchos bonos corporativos. No obstante, mientras que el efectivo puede jugar un papel importante en las carteras para muchos inversores, no se trata del activo de “bajo riesgo” que puede parecer en un principio. Para los inversores que buscan generar rentas, otras opciones pueden mitigar algunos de los efectos secundarios del efectivo sin incrementar el riesgo tanto como quizá cabría pensar. En este artículo, analizamos activos populares en los que normalmente se invierte para generar rentas y evaluamos sus características y los riesgos que entraña cada uno de ellos.
No cabe duda de que los rendimientos que ahora mismo ofrece el efectivo resultan atractivos si los comparamos con los de algunas otras clases de activos…
Los tipos de interés sobre el efectivo superan ahora mismo a la inflación, pero no sabemos lo que durará…
Asegurarse los rendimientos actuales implica asumir riesgos, pero puede que menos de los que cabría pensar en un principio...
Con las recientes caídas de la inflación, los tipos que remuneran el efectivo actualmente la superan. Esta situación no es sorprendente, pero podría ser temporal. Los bancos centrales han estado esperando a confirmar que la inflación se ha contenido antes de bajar los tipos, pero ahora que eso ya se ha confirmado, los tipos que remuneran el efectivo podrían seguir la senda bajista de la inflación.
El efectivo no ofrece una fuente de rentas estable, ni siquiera predecible, para los inversores a largo plazo. Los tipos de interés sobre el efectivo no se mantienen constantes a lo largo del tiempo. En cambio, los bonos garantizan los rendimientos a más largo plazo. Por ejemplo, los bonos corporativos con grado de inversión ofrecen ahora mismo unos rendimientos de entre el 5 y el 6%, con un vencimiento medio de 9 años. Además, dado que el riesgo de pérdida por impago es muy bajo, pueden ser una opción interesante para los inversores a largo plazo a los que les preocupen menos las fluctuaciones de los precios a corto. Históricamente, los impagos del grado de inversión han sido muy raros, con una tasa de impago media anual del 0,1% de los emisores. Incluso dentro del alto rendimiento, donde las tasas de impago pueden dispararse mucho más, la tasa de impago media anual a largo plazo se ha situado en torno al 4% en las últimas cuatro décadas (2,9% desde 1920). E incluso si se produce un impago, no todo está perdido, ya que las tasas de recuperación de los bonos impagados han rondado el 40% de media a largo plazo.
Cuando se trata de batir la inflación a largo plazo, la renta variable ha superado tanto a la renta fija como al efectivo...
A largo plazo, la renta variable ha batido a la renta fija, que a su vez ha batido al efectivo. En horizontes más cortos, la rentabilidad puede variar, por supuesto. Y las rentabilidades pasadas no garantizan las rentabilidades futuras y puede que no vuelvan a repetirse.
La renta variable ha ofrecido una rentabilidad superior a la inflación durante varios periodos históricos, ya sea en los últimos 5 años (alrededor del 12%) o 50 años (alrededor del 7%). En periodos más largos, como 20 o 50 años, los bonos también han ofrecido una rentabilidad superior a la inflación. Pero no ocurre lo mismo con periodos históricos más cortos, ya que en los últimos años los bonos se han visto afectados por el aumento de la inflación y la correspondiente subida de los tipos de interés. Dentro de los bonos, los bonos corporativos han tendido a batir a la inflación en mayor medida que los bonos gubernamentales.
Históricamente, la renta variable se ha comportado mejor que la renta fija y el efectivo frente a la inflación...
Además, nuestros análisis han demostrado que en cada periodo de 20 años desde 1926, la renta variable ha obtenido rentabilidades superiores a la inflación. De modo que, si bien las inversiones bursátiles pueden ser arriesgadas a corto plazo, si se comparan con la inflación han superado al efectivo a largo plazo. Esto no significa que la renta variable no haya atravesado momentos difíciles en ocasiones durante periodos de inflación muy alta y que no todos los sectores se hayan comportado igual frente a la inflación.
Pero los inversores tendrán que aceptar que invertir en renta variable puede ser un camino volátil...
La renta variable es más volátil que la renta fija, que a su vez es más volátil que el efectivo. Por ello, los inversores a largo plazo deben tener cuidado con las reacciones instintivas ante los aumentos de la volatilidad de la renta variable. Los inversores que perciben dividendos quizás estén menos preocupados por las caídas temporales de los precios de la renta variable. Las empresas suelen ser muy reacias a recortar los dividendos, por lo que posiblemente los inversores cuyo objetivo es la generación de rentas no sientan directamente la debilidad temporal de los resultados empresariales mientras reciban los dividendos.
Conclusiones
Como en todas las inversiones, existe un equilibrio entre riesgo y rentabilidad. Los elevados tipos de interés actuales del efectivo pueden parecer atractivos, pero a largo plazo invertir demasiado en efectivo puede tener inconvenientes. Aunque el efectivo puede proporcionar seguridad de valor nominal, está expuesto a un mayor riesgo de reinversión que activos como los bonos, que pueden bloquear los elevados tipos de interés actuales durante más tiempo. Y si bien la rentabilidad pasada no es una guía para la rentabilidad futura, a largo plazo la renta variable ha obtenido mejores resultados que el efectivo a la hora de protegerse contra el riesgo de inflación. Así pues, para los inversores interesados en la generación de rentas a largo plazo que estén dispuestos a ver cierta volatilidad en los precios, una combinación diversificada de activos puede resultar atractiva.
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