En el incierto entorno geopolítico actual, Europa está aumentando la inversión en capacidades de defensa, impulsada tanto por la necesidad como por un renovado compromiso con la seguridad colectiva. El gasto en defensa en toda Europa lleva casi una década en crecimiento, alcanzando los 326.000 millones de euros en el año 2024, y se prevé que aumente al menos otros 100.000 millones de aquí a 2027.
Para reforzar aún más sus capacidades de defensa, la Comisión Europea ha dado a conocer un plan de financiación de 800.000 millones de euros, que incluye un instrumento de préstamo de 150.000 millones de euros destinado a tecnologías clave de defensa. Como parte de este impulso, el Banco Europeo de Inversiones (BEI) ha ampliado los préstamos para proyectos de defensa, reforzando un enfoque de "preferencia por los Estados miembros" al excluir a las empresas de defensa de terceros países no pertenecientes a la UE, a menos que sus países de origen firmen pactos de defensa y seguridad con Bruselas.
El fondo propuesto por el BEI solo para las empresas de defensa de la UE representa un importante giro político hacia una reducción de la dependencia de los socios tradicionales y una mayor autonomía estratégica. Aunque los efectos de limitar la financiación solo a empresas de la UE son aún inciertos, las crecientes necesidades de defensa en todo el continente hacen más importante que nunca una amplia colaboración europea.
El aumento de la asignación de capital europeo al sector de la defensa no ha pasado desapercibido para los inversores. Las principales empresas europeas de defensa registraron importantes ganancias el mes pasado, lo que refleja la creciente confianza en el potencial a largo plazo del sector. Con este impulso, el mercado reconoce que la inversión en defensa es un pilar fundamental de la seguridad y la resiliencia económica europeas.
Evolución de las perspectivas sobre defensa y criterios ASG
Antes considerada incompatible con los criterios ASG, la defensa está emergiendo ahora como un sector dinámico que está reformulando lo que realmente significa la inversión ética. La propia Comisión Europea ha reconocido este cambio, señalando en su reciente documento político que "invertir en defensa europea significa invertir en paz duradera y estabilidad a largo plazo... pero también impulsar la innovación tecnológica, apoyar la competitividad europea, promover el desarrollo regional y potenciar el crecimiento económico".
Sin embargo, esta evolución no está exenta de retos para el sector de la inversión. La creación de carteras centradas en defensa exige un desarrollo meticuloso, especialmente en torno a las implicaciones geopolíticas y las sensibilidades éticas vinculadas a las armas controvertidas.
En Europa, varios gobiernos o reguladores han introducido restricciones que afectan directamente a las inversiones relacionadas con la defensa. Por ejemplo, la Ley n.º 220 de Italia, de 9 de diciembre de 2021, hace cumplir las obligaciones derivadas de los Convenios de Ottawa y Oslo y ordena que las instituciones financieras que operan en los sectores bancario, de pensiones, de seguros y financiero prohíban la financiación de empresas implicadas en minas antipersona, municiones de racimo y submuniciones. La ley luxemburguesa de 2009 por la que se aplica el Convenio de Oslo prohíbe igualmente la inversión en fabricantes de municiones prohibidas. Además, otros Estados miembros han promulgado marcos jurídicos comparables, lo que refuerza el creciente consenso en torno a la limitación de la exposición a este tipo de activos en todo el continente.
Estos cambios normativos son especialmente importantes para los fondos de inversión con una amplia exposición geográfica, sobre todo los que se asignan a empresas de la OTAN y OTAN+ que pueden no imponer prohibiciones explícitas sobre armas controvertidas. Hanwha Aerospace Co., Ltd, por ejemplo, figura en la lista Nummus de emisores excluidos, que sirve de referencia clave para identificar a los emisores que infringen la Ley 220/2021 de Italia y, sin embargo, sigue formando parte de algunos fondos cotizados (ETFs) UCITS centrados en defensa disponibles actualmente.
El riesgo de sanciones es otro factor crucial para los inversores en defensa. Turquía es el único miembro de la OTAN sometido actualmente a sanciones selectivas de Estados Unidos en virtud de la Ley para Contrarrestar a los Adversarios de Estados Unidos mediante Sanciones (CAATSA). Estas medidas se introdujeron en respuesta a la compra por parte de Turquía de sistemas de misiles rusos S-400 y sirven para recordar la posibilidad de que se planteen problemas jurisdiccionales en determinadas inversiones relacionadas con la defensa.
Para los inversores en el sector de la defensa, evitar riesgos de reputación y regulatorios significa ir más allá de una amplia exposición y adoptar un enfoque específico, consciente de la jurisdicción.
Las empresas europeas de defensa no solo ofrecen ventajas estratégicas y financieras potenciales, sino que también representan una oportunidad atractiva para que los inversores apoyen la paz, la estabilidad y la resiliencia democrática, valores centrales de la inversión sostenible.
La defensa como inversión responsable
Las empresas europeas de defensa operan bajo algunos de los marcos normativos más estrictos del mundo, incluidas las prácticas empresariales éticas y las normas ASG. Además, estas empresas operan en jurisdicciones signatarias del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (TNP), lo que garantiza su concordancia con las normas mundiales de control de armamento.
Los resultados en materia de ASG y las actividades empresariales de las principales empresas de defensa del continente están a disposición del público y pueden verificarse de forma independiente a través de fuentes de terceros, como la herramienta de calificación ASG de MSCI, que ofrece una mayor transparencia y confianza a la hora de evaluar la alineación de una cartera con los criterios ASG y permiten a los inversores evaluar la implicación de una firma en actividades empresariales específicas, incluida la producción de armas controvertidas.
Según la base de datos de MSCI, la sueca Saab AB y la británica BAE Systems tienen una calificación ASG de MSCI de AA, lo que las sitúa en la categoría "Líder" de MSCI. Esto refleja un rendimiento sólido en la gestión de los riesgos y oportunidades ASG en comparación con los demás sectores del mundo. En particular, se considera que ambas empresas no están implicadas en armas controvertidas, como municiones de racimo, minas terrestres o armas biológicas o químicas prohibidas por las convenciones internacionales. Esta clasificación es coherente con la de sus homólogas, como la italiana Leonardo SpA y la alemana Rheinmetall AG, que reciben una calificación ligeramente inferior, pero superior a la media, y que figuran de forma similar como no implicadas en armas controvertidas prohibidas por la legislación internacional.
Además, el compromiso de la UE con el desarrollo de la soberanía en materia de defensa garantiza que el capital se dirija cada vez más hacia empresas que operan bajo estrictas normas de gobernanza y cumplimiento. Esto no solo excluye a las empresas de jurisdicciones restringidas, sino que también refuerza la posición competitiva de las empresas europeas de defensa, al concederles un acceso preferente a un mercado interior cada vez más protegido.
ETFs de defensa europea: una vía racional para invertir en defensa
Históricamente, la inversión en defensa se ha centrado en la OTAN y las industrias aliadas, favoreciendo a menudo a las acciones de defensa estadounidenses. Esto se debió en parte a la infrainversión de muchos miembros europeos que históricamente no alcanzaban el objetivo de gasto en defensa del 2 % del PIB de la OTAN. Sin embargo, en el año 2024, el gasto medio en defensa de la UE alcanzó aproximadamente el 1,9 % del PIB de los Estados miembros, y Alemania cumplió el objetivo del 2 % el año pasado, señalando un cambio de rumbo en esta materia.
Siguiendo con este impulso, el Parlamento Europeo destacó en un reciente grupo de reflexión el papel fundamental de la inversión privada en la consolidación de la industria europea de defensa, especialmente a medida que aumentan los déficits de financiación y evolucionan los retos en materia de seguridad.
La introducción de ETFs de defensa europea supone un paso importante en la adaptación de los mercados de capitales al cambiante panorama europeo de la seguridad. Estos ETFs ayudan a canalizar la inversión hacia el sector de la defensa de la región, al tiempo que ofrecen a los inversores una forma de apoyar la resiliencia y la autonomía estratégica sin comprometer los principios de inversión responsable. Al tender un puente entre la financiación pública y la privada, estos ETFs desempeñan un papel clave a la hora de dirigir un capital muy necesario hacia las prioridades de seguridad de Europa, al tiempo que se adhieren a las normas regulatorias y ASG.
Como ejemplo del creciente apoyo político al refuerzo de las capacidades de defensa de Europa, el regulador financiero francés (AMF) ha introducido un proceso de autorización acelerado para los fondos de inversión destinados a empresas de la Base Tecnológica e Industrial de Defensa (BTID).
Esta iniciativa puede marcar el inicio de esfuerzos más amplios por parte de los organismos supervisores europeos para reducir la burocracia y facilitar los flujos de capital hacia el sector de la defensa. Al facilitar el acceso a la inversión en defensa, los responsables políticos pueden contribuir a lograr un equilibrio entre permitir la formación de capital y ser coherentes con los valores y compromisos europeos.
Con un estricto respaldo del sector público, sólidas normas reguladoras y de cumplimiento, y un claro compromiso con las prácticas éticas de defensa, las empresas europeas de defensa ofrecen el enfoque de inversión más alineado con los principios ASG del sector.
A medida que la seguridad y la sostenibilidad se convierten en prioridades cada vez más interdependientes, los ETFs de defensa europea destacan como una manera de acceder a empresas que se ajustan tanto a la gobernanza responsable, como a la resiliencia estratégica.