El cambio climático está provocando alteraciones en la temperatura, los patrones de precipitaciones y otros factores que afectan a la distribución y abundancia de las especies, lo que conduce a la pérdida de biodiversidad. La deforestación contribuye al cambio climático al liberar dióxido de carbono a la atmósfera, además de reducir la biodiversidad y contribuir a la erosión del suelo.
El cambio climático también es responsable de alterar la disponibilidad y distribución de los recursos hídricos, y algunas regiones experimentan sequías, inundaciones y tormentas más frecuentes y graves. Esto puede provocar escasez de agua, lo que afecta a la agricultura, la industria y la salud humana.
La contaminación no sólo es responsable de los gases de efecto invernadero, sino también de los problemas de salud. Además, la conversión de tierras para la agricultura, la urbanización u otros fines puede afectar al equilibrio de carbono de los ecosistemas, provocando un aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Aparte de la voluntad de los distintos gobiernos para regular estos efectos, en las próximas décadas se necesitarán importantes inversiones para evitar que la temperatura aumente menos de 1,5° C por encima de los niveles preindustriales. Para evitar que la temperatura aumente por encima de ese nivel es necesario realizar una importante inversión en la transición a una economía con bajas emisiones de carbono y en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), para limitar el calentamiento global a 1,5 ºC por encima de los niveles preindustriales, las emisiones mundiales de CO2 tendrían que disminuir en torno a un 45% respecto a los niveles de 2010 para 2030 y llegar a cero alrededor de 2050.
La inversión necesaria para permitir la transición de la economía real es cuantiosa. Se calcula que, de aquí a finales de la década, será necesario invertir 1 billón de dólares más al año en energías limpias sólo en los mercados emergentes y las economías en desarrollo para que el mundo esté en condiciones de alcanzar el objetivo de cero emisiones netas en 2050.
Esto supone multiplicar por siete los niveles actuales, incluso sin tener en cuenta las necesidades de financiación para el clima en otros países y sectores, como la agricultura y la industria manufacturera, y los requisitos para aumentar la resiliencia y adaptarse a los efectos del cambio climático que ya estamos experimentando.
El coste de no tomar medidas para evitar un aumento de la temperatura por encima de 1,5 °C sería aún mayor. Por tanto, invertir en acción por el clima no sólo es necesario para evitar un cambio climático catastrófico, el estrés hídrico o la pérdida de biodiversidad, por citar algunos ejemplos, sino que también tiene sentido desde el punto de vista económico a largo plazo.
El sector privado tiene un importante papel que desempeñar a la hora de abordar los retos medioambientales mundiales. Tomando medidas para reducir su huella ambiental y apoyando iniciativas de sostenibilidad, el sector privado puede contribuir a un futuro más sostenible y resistente para todos. Sin embargo, es necesaria la colaboración entre los gobiernos, el sector privado y las instituciones financieras.
Avanzando
La Comisión Europea respondió a la Ley estadounidense de Reducción de la Inflación (IRA) proponiendo una Ley de Industria Neta Cero y una Ley Europea de Materias Primas Críticas. Con ellas se pretende aumentar la fabricación nacional y diversificar las cadenas de suministro. Los objetivos son similares a los de la IRA: fomentar las empresas locales y la seguridad del suministro. Las leyes pretenden crear mejores condiciones para las capacidades de fabricación de tecnologías limpias, que se espera alcancen el 40% de las necesidades de despliegue para 2030.
Al hacer hincapié en la competitividad global y la independencia energética, también pretenden traer de vuelta a Europa empleos verdes, educación, talentos y la fabricación necesaria para la transición energética. Además, deberían acelerar los procedimientos de autorización, el obstáculo más mencionado en Europa. Para evitar quedarse rezagado, el Gobierno británico presentó su propio plan para aumentar la producción de energía limpia y asequible y crear industrias ecológicas, denominado "Powering up Britain", para subrayar el enfoque nacional.
Oportunidades de inversión con un impacto medioambiental positivo
Invertir en empresas y proyectos que contribuyen a la lucha contra el calentamiento global y otros retos medioambientales puede ser una estrategia de inversión rentable y con impacto. Sin embargo, hay que tener en cuenta que entraña mayores riesgos que las inversiones tradicionales, por lo que es importante realizar una investigación exhaustiva y buscar asesoramiento profesional antes de invertir.
Algunas áreas con perspectivas atractivas pueden encontrarse en las energías renovables y la eficiencia energética; por ejemplo, Vestas, Prysmian y Nibe son empresas líderes en estos ámbitos. Asimismo, las soluciones orientadas a las infraestructuras verdes, como el transporte público, el uso compartido de bicicletas y los edificios ecológicos, pueden contribuir a reducir las emisiones de carbono.
Además, áreas como la agricultura sostenible, incluidas las compañías que desarrollan prácticas agrícolas sostenibles o proporcionan productos que reducen el impacto medioambiental, ofrecen perspectivas atractivas. Las soluciones innovadoras para la gestión de residuos y el reciclaje pueden contribuir a reducir la cantidad de residuos que acaban en los vertederos y promover prácticas de economía circular. Ecolab y Smurfit Kappa son un par de ejemplos de empresas en este ámbito.
La carrera hacia la transición a emisiones netas cero se acelera en todo el mundo con importantes iniciativas gubernamentales que intentan hacerse con la parte que les corresponde. La Comisión Europea ha dado un valiente paso hacia la consecución de emisiones netas cero con dos medidas anunciadas recientemente, que pretenden aumentar la capacidad industrial de tecnologías limpias y garantizar una cadena de valor sostenible de las materias primas. La propuesta incluye objetivos y medidas audaces, probablemente para dejar atrás a Estados Unidos y China, un reto bastante difícil.