El 2024 traerá consigo muchos acontecimientos diferentes que reorganizarán las oportunidades de inversión. Algunos de ellos ya están claramente marcados en los calendarios de los inversores, como las numerosas elecciones que tendrán lugar este año en todo el mundo, sobre todo las presidenciales estadounidenses del 5 de noviembre. Otros acontecimientos son menos previsibles, como los ataques a los buques que navegan en el Mar Rojo y la posterior reacción de las naciones occidentales. No sabemos cómo evolucionarán los actuales epicentros de conflicto; si se atrincherarán más, por ejemplo, o si atraerán a más actores.
En general, se trata de un entorno complicado, y a veces alarmante, para los inversores. Sin embargo, es importante recordar que no todos los acontecimientos de 2024 serán significativos desde el punto de vista de los mercados financieros. Las elecciones presidenciales de EE. UU. son claramente un evento en el que hay mucho en juego, pero ese no es el caso de todos los sondeos.
Un enfoque práctico para los inversores consiste en centrarse en comprender cómo políticas y acontecimientos -financieros y geopolíticos- divergentes dan lugar a diferentes riesgos y oportunidades.
Tomemos la renta fija, por ejemplo. La economía mundial sigue en desaceleración, lo que debería suponer un entorno favorable para la renta fija, pero hay que vigilar el extremo largo de la curva de rendimientos a medida que se acercan las elecciones estadounidenses. Gracias al estatus del dólar como moneda de reserva, Estados Unidos se ha permitido el lujo de poder incurrir en un gran déficit. Pero los indicios de despilfarro fiscal de los candidatos pueden poner a prueba la paciencia de los mercados y dar lugar a una mayor volatilidad de los bonos a más largo plazo.
Europa, por el contrario, ha aplicado políticas fiscales más conservadoras. Esto favorece a los bonos europeos. De nuevo, en los mercados emergentes muchos países han aplicado políticas monetarias ortodoxas que ahora dejan a sus mercados de deuda en un buen lugar. Somos bastante positivos respecto a la deuda de los mercados emergentes en moneda local.
La renta variable no se ha movido tan rápido como la renta fija para incorporar las expectativas de recorte de tipos. Aunque las valoraciones de la renta variable han subido, no están en niveles extremos.
Gran parte de las subidas del año pasado se concentraron en los denominados Siete Magníficos (valores tecnológicos estadounidenses de gran capitalización) e incluso éstos están apuntalados por los beneficios. Puede haber margen para que la renta variable siga subiendo. Esto será especialmente relevante para los inversores que actualmente mantienen efectivo. Nuestro reciente análisis, que estudia los datos de 22 ciclos de bajadas de tipos que se remontan a 1929, ha revelado que históricamente la rentabilidad media de la renta variable estadounidense ha sido del 11% en los 12 meses siguientes a la primera bajada de tipos en Estados Unidos.
Si se produce un "aterrizaje suave" de desaceleración, pero no de recesión, la renta variable debería verse favorecida. Esta cuestión vuelve será hacer hincapié en la divergencia: ¿se extenderán esas ganancias a zonas desatendidas del mercado, incluidas regiones infravaloradas como el Reino Unido?
China sigue enfrentándose a un problema de crecimiento mientras hace frente a las ramificaciones de su crisis inmobiliaria, y aunque el resultado de las elecciones estadounidenses podría traer cambios significativos para los mercados, no creemos que un cambio de postura hacia China sea uno de ellos. Es probable que la actual tendencia proteccionista y la carrera por la supremacía tecnológica se mantengan intactas, gane quien gane.
Este panorama económico más débil para China, y la ralentización de la economía mundial en general, no crean un telón de fondo alcista para las materias primas. Pero una asignación estratégica a ellas puede seguir teniendo sentido como elemento diversificador, especialmente en el contexto de la intensificación de las tensiones geopolíticas. Un sector de las materias primas en el que las perspectivas parecen positivas es el del oro. Suele funcionar bien en periodos en los que los bancos centrales bajan los tipos.
Por lo que respecta al dólar, un giro en el consenso sobre una pronta reducción de los tipos podría traducirse en una fortaleza a corto plazo frente a otras divisas.
En última instancia, lo principal es permanecer invertido para aprovechar estas oportunidades divergentes a medida que surjan. Aunque es un dicho muy antiguo, merece la pena repetirlo: en periodos de incertidumbre, ruido y titulares alarmantes, existe la tentación de buscar "seguridad" en los márgenes. En el momento actual, y a diferencia de gran parte de la década pasada, es posible obtener una rentabilidad nominal atractiva del efectivo. Pero, no hay que olvidar que, incluso si los recortes de tipos en EE.UU. no son tan inminentes como algunos esperan, es probable que los tipos de interés bajen, con lo que el efectivo será menos atractivo. Al mismo tiempo, los movimientos del mercado pueden producirse muy rápidamente, por lo que una mantenerse al margen (de la inversión) podría significar perderse oportunidades significativas.