El desencadenante del actual malestar en el sector inmobiliario chino, que tiene un tamaño más que significativo pero no tan abrumador comparado con el ciclo que vivió Japón a finales de los años ochenta; fue inducido proactivamente por las políticas del país. En este sentido, Pekín quería evitar que la burbuja inmobiliaria siguiera creciendo hasta situar a China en una situación crítica similar a la vivida en el país nipón hace una generación.
Mientras el sector inmobiliario se enfrenta a una crisis de liquidez premeditada, el gobierno se ha mantenido firme en su decisión de no proporcionar al sector alivio regulatorio o crediticio. Un suceso que ha sorprendido a los inversores.
Teniendo en cuenta el contexto actual, Pekín podría seguir ejerciendo cierta presión sobre el sector inmobiliario o al menos retener los estímulos hasta que se purguen los riesgos de la burbuja. La incertidumbre de los inversores radica en cuánto tiempo más Pekín "mantendrá la cabeza bajo el agua" en este sector. En esta línea, una implosión de la economía china no estaría en absoluto predestinada ya que Pekín sigue teniendo el control sobre cuánto “dolor” se inflige al sector inmobiliario.
De cualquier modo, la relevancia del sector inmobiliario en China es indiscutible. Solo desde el punto de vista estadístico, representa alrededor de un 7% del PIB del país. Sin embargo, si incluimos todos los sectores auxiliares (materiales de construcción, transporte por carretera, empresas de apoyo al sector inmobiliario y, por supuesto, el sector de electrodomésticos), la "beta" del sector inmobiliario representa alrededor de una cuarta parte (25%) del PIB chino.
De manera adicional, otro aspecto que defendería la relevancia del sector, es el volumen de las hipotecas vigentes en China, que equivalen al 29% del PIB y que, en consecuencia, tiene implicaciones significativas para su sistema financiero. Esta cifra contrasta con el 48% y el 75% de EE.UU. y el Reino Unido, respectivamente. Por último, el valor en sí mismo total del sector inmobiliario, incluyendo propiedades privadas y comerciales, que supone el 220% de su PIB, convirtiendo al sector en el segundo más grande, en términos nominales, del mundo. Esto contrasta con el 165% de EE.UU. y el 360% del Reino Unido.
Por otro lado, en relación al rendimiento del sector inmobiliario, las ventas de las viviendas nuevas disminuyeron en 2023 junto a los precios de los domicilios de segunda mano, que también habrían bajado; a excepción de las ciudades de mayor magnitud, como son Pekín y Shanghái.
Asimismo, cabe destacar las “tres líneas rojas” que hacen referencia al conjunto de límites de endeudamiento impuestos por el gobierno chino en agosto de 2020 a las compañías inmobiliarias del país. Se implementaron con el fin de controlar el endeudamiento excesivo en el sector y reducir así los riesgos financieros asociados a él.
China, a su vez, se caracteriza porque las empresas públicas del país han sido históricamente más conservadoras que las privadas, teniendo menos problemas de impagos, si las comparamos entre sí. Con respecto al endeudamiento del país, a pesar de su alta deuda corporativa, China se considera en una mejor posición que otras regiones para poder gestionarla.
No cabe duda de que la situación actual sigue siendo incierta, pero se espera que el gobierno chino tome contundentes medidas para respaldar la economía y abordar los desafíos del sector inmobiliario.