Seguimos creyendo que China tiene un enorme potencial para lograr un crecimiento económico desmesurado si Pekín ofreciera mayores facilidades a su sector privado hacerlo. Gran parte de los comentarios extranjeros sugieren que la difícil situación económica a la que se enfrenta el país asiático refleja su incapacidad para crecer. No obstante, nosotros consideramos que se trata más bien de una cuestión interna, de si cree realmente en la maximización de la prosperidad general de la nación como objetivo primordial y de si el gobierno confía en que se pueda permitir al sector privado ser el principal propulsor de dicho crecimiento.
No consideramos que la desaceleración del crecimiento en China vaya a ser brusca y repentina, como la que experimentó Japón en los años ochenta. El sector privado y sus ciudadanos siguen teniendo la suficiente ambición de crecimiento, riqueza y progreso como para no conformarse solo con lo que tienen hasta el momento. Esta “sed de más” ayudará a impulsar la inversión, la asunción de riesgos, el trabajo duro y un círculo virtuoso de progreso económico y confianza.
La demografía china es ciertamente desfavorable pero no creemos que resulte un factor debilitante. Incluso Japón consiguió "doblar su curva demográfica" en una década. La edad de jubilación obligatoria en China es de 60 años para los hombres y 55 para las mujeres. En este sentido, el margen de maniobra de China para ajustar sus políticas y contrarrestar la tendencia demográfica es significativo.
En paralelo, analizando los parámetros puramente económicos, la mejora del crecimiento económico debería aplanar los beneficios empresariales, que se han ralentizado hasta un -2,5% de crecimiento de los beneficios en 2023, frente a una media de 10 años del 4%. Por sectores, creemos que los sectores defensivos como los servicios públicos, la energía y los bancos estatales seguirán obteniendo mejores resultados si no surgen políticas significativas. De manera adicional, otro sector con visión positiva es el de hardware de TI, ya que China está invirtiendo grandes cantidades en este sector para intentar progresar bajo las sanciones de EE. UU., y es probable que se produzca una nueva ronda del ciclo alcista de los semiconductores bajo el progreso de la IA. En un escenario diferente, si los responsables políticos chinos crean un estímulo significativo, los sectores de gran crecimiento de primer orden, como los relacionados con el consumo, podrían obtener mejores resultados a medida que retorne el sentimiento de riesgo y mejoren las expectativas.
Por último, mientras que en EE. UU. los bonos serán probablemente el activo dominante que impulsará a otros activos, en China la renta variable dictará probablemente la trayectoria de los rendimientos de los bonos y del RMB. En gran parte esto dependerá de las políticas de Pekín. Un giro político más eficaz en apoyo de la economía se traduciría en unos precios de la renta variable mucho más elevados, unos rendimientos de los bonos ligeramente más altos y un RMB más fuerte.
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