La semana pasada fue una locura. El índice S&P 500 registró inicialmente un repunte de 158 puntos básicos el miércoles tras la reunión del FOMC, antes de caer más de un 1% tanto el jueves como el viernes. Cerró la semana en los 5.346 puntos, con una caída de 206 puntos básicos, su tercera semana consecutiva en rojo. El Nasdaq 100 cayó aún más, 306 puntos básicos, y ahora está casi un 11% por debajo de su máximo, mientras que las empresas de pequeña capitalización fueron aplastadas, cayendo un 3% tanto el jueves como el viernes para cerrar la semana con un descenso de 667 puntos básicos. Los rendimientos bajaron con fuerza: el de los bonos a 10 años bajó 40 puntos básicos, hasta el 3,79%, y el de los bonos a dos años, 50 puntos básicos, hasta el 3,88%.

¿Qué ha ocurrido? Aunque últimamente los mercados han visto en los malos datos una señal de que pronto llegarían los recortes de tipos, los datos del jueves fueron quizá tan malos que dejaron de ser "buenos". El culpable fue el ISM manufacturero, que decepcionó al situarse en 46,8 puntos, frente a las expectativas de 48,8 puntos. Como recordatorio, el ISM es un índice en el que una lectura por encima de 50 indica expansión, mientras que por debajo de 50 es contracción. Además, el componente de empleo se situó en 43,4, su nivel más bajo desde 2020, tras haber alcanzado esa cifra durante la crisis financiera mundial. Todo esto asustó a los mercados ante la posibilidad de un aterrizaje brusco. Como resultado, los rendimientos cayeron, al igual que la renta variable. Los temores se vieron reforzados por el informe de empleo del viernes, en el que sólo se crearon 114.000 puestos de trabajo, frente a las estimaciones de 175.000. Y lo que es más importante, la tasa de desempleo se situó en el 4,3%, lo que desencadenó la llamada "regla de Sahm", que se supone que predice las recesiones. Sin embargo, el informe de empleo podría no haber sido tan horrible como se percibió inicialmente. Según la encuesta de hogares, 436.000 personas declararon no haber podido trabajar debido al mal tiempo, la cifra más alta de la historia para un mes de julio. Habrá que esperar para ver si el mes que viene se recupera. En cualquier caso, el mercado de futuros de la Reserva Federal prevé ahora la friolera de 4,6 recortes de tipos de aquí a finales de año, incluida una probabilidad significativa de un recorte de 50 puntos básicos para iniciar el ciclo en septiembre.

Volviendo a esta semana, los mercados japoneses andan revueltos. El martes, el Banco de Japón aumentó su tipo de interés objetivo del 0,10% al 0,25%. Esta medida, unida a la creciente especulación sobre un recorte de los tipos de interés nacionales, ha provocado el desplome del tipo de cambio del yen, que ha pasado de 154 el martes a 145 el domingo por la noche, desde el máximo de 161 alcanzado el 3 de julio. La renta variable japonesa también se desplomó, con el Nikkei cayendo un 2% el jueves, casi un 4% el viernes, y abriendo a la baja un 6% el domingo por la noche y cayendo hasta un 12% a primera hora del lunes. Muchos expertos especulan con que esto podría deberse a la liquidación de una gran operación de carry trade. En el carry trade, un inversor toma una posición larga en Japón, convierte el dinero a dólares y luego compra bonos del Tesoro estadounidense. Dada la diferencia en los tipos de interés, esta operación ha sido muy popular y funcionaría siempre que el yen no se fortaleciera frente al dólar (como hemos visto recientemente). Desgraciadamente, para deshacer esta operación habría que vender dólares para comprar yenes, lo que crearía más demanda de yenes y, a su vez, los haría más fuertes. En el ámbito internacional, los recientes ataques en Beirut y Teherán han aumentado la tensión en Oriente Medio. Irán ha prometido tomar represalias contra Israel por lo que considera una violación de su soberanía.

Volatilidad en la temporada de resultados

En cuanto a los beneficios, se siguen batiendo las estimaciones, pero las reacciones de los valores han sido volátiles. El S&P 500 está registrando unos beneficios agregados superiores al 5,2% y unos ingresos superiores al 0,9%. Sin embargo, esto no se ha traducido necesariamente en rentabilidades bursátiles. Amazon, por ejemplo, superó las estimaciones de beneficios por acción en un 20% (1,23 dólares frente a los 1,02 dólares previstos). Sin embargo, la preocupación por la salud del consumidor, que "negocia a la baja los precios" y no compra artículos de gran valor a un ritmo coherente con una economía robusta, hizo que las acciones cayeran casi un 9% el viernes. Esta semana será más lenta en cuanto al número de nombres, pero obtendremos una lectura importante sobre el consumidor con Dollar Tree, CVS, Wynn y Papa Johns. Con todo esto en mente, afortunadamente, será una semana tranquila en lo que respecta a los datos económicos.

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