Los mercados globales están experimentando cambios significativos, creando oportunidades para capitalizar los desajustes de precios en todos los sectores y regiones. Se espera que el «Trump trade», que ha dominado el panorama de la inversión en los últimos trimestres, disminuya a principios de 2025. A medida que el mercado se estabilice, estos cambios podrían ofrecer perspectivas valiosas.

Nos encontramos en un ciclo económico muy prolongado, impulsado por un gasto público sustancial y grandes déficits presupuestarios en las economías desarrolladas. Esto subraya la dinámica existente de que los balances de las empresas siguen siendo sólidos al mismo tiempo que las ratios de deuda pública continúan escalando máximos históricos. Esta diferencia favorece el estrechamiento de los diferenciales de crédito, especialmente en los bonos corporativos con grado de inversión, que ahora se consideran los «nuevos activos sin riesgo» en muchos países desarrollados. En cambio, la deuda soberana, con sus elevados ratios deuda/PIB, presenta un perfil de riesgo diferente: pensemos en Francia o Italia, por ejemplo, donde la incertidumbre de la situación política complica el análisis de riesgo de los bonos soberanos.

Para 2025, creemos que los inversores podrían aprovechar estratégicamente las áreas en las que las distorsiones presentan valor. Los mercados de renta variable de EE.UU., que se benefician de un estímulo prolongado, muestran signos de valoraciones al alza. Mientras tanto, la renta variable europea cotiza con notables descuentos, lastrada por la fortaleza del dólar estadounidense y las incertidumbres geopolíticas. Esta diferencia de valoración entre la renta variable europea y la estadounidense ofrece oportunidades para una selección selectiva de valores, especialmente en sectores que puedan beneficiarse de la transición energética, el desarrollo de infraestructuras y las políticas públicas de apoyo. 

Los mercados emergentes ofrecen una doble vía de exploración. A pesar de las presiones geopolíticas y monetarias, determinados bonos corporativos cotizan más favorablemente que sus homólogos soberanos. Países como Brasil y México presentan tanto retos como oportunidades debido a las fluctuaciones de sus divisas y a sus vínculos económicos con las políticas comerciales estadounidenses. Una posible depreciación de sus divisas sería una buena señal de compra para las zonas que pasan desapercibidas, tanto en los mercados de renta variable como en los de renta fija. Los aranceles comerciales y otros factores externos añaden complejidad a estos escenarios, pero una estrategia de inversión flexible puede desvelar oportunidades prometedoras.

A medida que el fenómeno Trump pueda ir relajándose, una estrategia que equilibre el posicionamiento de la curva a corto y medio plazo debería aprovechar mejor las ventajas de los tipos reales. Los mercados emergentes con políticas económicas ortodoxas que mantienen tipos reales elevados destacan por su potencial alcista. Además, la posición de China, relativamente aislada de los cambios geopolíticos más amplios, también respalda la inversión más selectiva en sectores independientes de las macrotendencias mundiales.

Aunque persisten los riesgos, la evolución del panorama del mercado debería revelar oportunidades para estrategias flexibles y diversificadas que pivoten para capitalizar las distorsiones del mercado. Seguimos centrándonos en un posicionamiento adaptable que navega entre la renta variable de los mercados desarrollados, los activos de los mercados emergentes y los sectores impulsados por el gasto público, los cambios estructurales y las divisas infravaloradas.