¿EN QUÉ PUNTO NOS ENCONTRAMOS?
En cuanto a los tipos, sin duda alguna no hemos alcanzado el final del ciclo alcista de los tipos a largo plazo. A corto plazo, podemos esperar que los tipos largos estadounidenses y alemanes a 10 años sigan normalizándose. Deberíamos observar esta tendencia alcista hasta principios del próximo año.
Tal y como anticiparon desde Candriam también en su artículo anterior, después de haber presenciado un elevado nivel de nerviosismo en el mercado en cuanto a los riesgos inflacionistas hasta primavera de 2021, la confianza del mercado se revirtió completamente hasta finales de verano. El mercado se calmó en el contexto de las diferentes declaraciones de los bancos centrales, y después se ha dado de bruces con la realidad en la actualidad.
En efecto, la inflación sigue siendo sostenida a ambos lados del Atlántico y, además, debería perdurar buena parte del año 2022. Si bien se esperan menos barreras en el comercio internacional, preveen más inflación en el sector alimentario en los próximos trimestres. Por su parte, los bancos centrales comienzan el proceso denominado «tapering» (reducción de sus compras de bonos), que también debería facilitar esta normalización de los tipos a largo plazo tanto en Estados Unidos como en Europa.
En cuanto al crecimiento económico, los déficits que se han creado y que han generado un endeudamiento sustancial en EE. UU. y en Europa obligarán a los Estados a adoptar una cierta disciplina financiera.
Las inyecciones de capital irán disminuyendo, ya sea en el nivel de la ayuda al consumo o de las subvenciones concedidas a las pequeñas y medianas empresas. Podemos temer una ralentización más o menos marcada del crecimiento económico europeo y estadounidense durante 2022 y los años siguientes. En efecto, el potencial de crecimiento económico mundial se ha visto sumamente afectado por la crisis de la pandemia de COVID-19, que generó una explosión de los déficits y el endeudamiento de los Estados.
En este sentido, el escenario para los próximos años debería ser un entorno con un crecimiento débil. Además, China, un motor indiscutible del mundo desde hace más de una década, también tendrá un potencial de crecimiento reducido debido a su voluntad de reducir el apalancamiento financiero de su economía. Habida cuenta de este escaso potencial de crecimiento, esperamos que los tipos a largo plazo alcancen su punto álgido en el primer semestre 2022. Este fenómeno también responderá a una nueva aceleración en los mercados bursátiles del desempeño de las empresas de calidad/crecimiento, capaces de ofrecer un crecimiento estructural rentable en un entorno que con efecto de ralentización.
Con respecto a los mercados, a diferencia de lo que observamos hace seis meses, cuando el mercado estaba completamente relajado —con una fe ciega en los bancos centrales—, hoy en día la palabra «inflación» está en boca de todos. Los propios bancos centrales comienzan a mencionar la posibilidad de que la inflación sea menos transitoria de lo previsto. Con base en el modelo propio de gestión de estilos de Candriam y en sus valoraciones internas, en marzo de 2021 detectaron que la prima de valoración de los títulos de crecimiento había desaparecido por completo a raíz de la rotación n hacia los títulos de valor de los meses anteriores.
PERSPECTIVAS PARA 2022
Ante la perspectiva de unos rendimientos en renta fija más elevados de aquí a principios de 2022, deberíamos observar una última oleada alcista de las acciones de valor en ese mismo periodo. Este fenómeno podría durar hasta el final del primer trimestre. En cambio, nos parece pertinente aprovechar este periodo menos favorable para las acciones de crecimiento para posicionarnos en niveles elevados en las empresas que generarán crecimiento económico y estructural de cara a los próximos años.
Para que el estilo de valor protagonice un desempeño positivo a más largo plazo, se necesitaría una aceleración significativa del crecimiento económico, algo que no constituye nuestra hipótesis de base. El reto de Candriam para 2022 será elegir las empresas que se beneficiarán de una aceleración evidente debido al elevado potencial de su segmento o a su innovación. Observamos un gran número de candidatos en los valores europeos que pueden aportar soluciones a los numerosos retos en proceso de aceleración, ya sea en lo que respecta a la transición energética, las nuevas tecnologías en materia de salud, la digitalización o la automatización de la economía.