Warren Buffett es conocido como un inversor que, por lo general, compra y retiene sus acciones durante años e incluso décadas. Una de las características de los principales valores que tiene en cartera es que tienden a generar dividendos; prueba de ello es Coca-Cola, uno de los títulos de Berkshire Hathaway que Buffett comenzó a acumular en 1988 y que ha aumentado los dividendos durante 61 años consecutivos.
De hecho, Coca-Cola es, junto a Apple, Bank of America, American Express y Chevron, una de las cinco principales posiciones de su cartera. Pero Buffett tiene más de 50 inversiones excelentes a largo plazo. Además, el "Oráculo de Omaha" no invierte en todas las acciones de las que es fanático y son muchas las que está en su radar ante una posible entrada... Uno de estos nombres es el de Ferrari.
De sobra es conocido el "poco apego" a los fabricantes de automóviles por parte de Warren Buffett, que en su reunión anual de accionistas en mayo pasado señaló que "el negocio de fabricar y vender coches es muy difícil, debido a la intensa competencia global y la transición hacia los vehículos eléctricos, lo cual implica grandes costes de capital y riesgos a corto plazo".
En general, Berkshire se ha mantenido alejado de los fabricantes de automóviles. "Es simplemente un negocio en el que hay muchos competidores a nivel mundial, y no van a desaparecer", dijo Buffett el año pasado. "Y parece que hay ganadores en un momento dado, pero eso no te da un lugar permanente".
Con todo, a pesar de su escepticismo, Berkshire ha hecho un par de excepciones en la última década. Así, compró acciones de General Motors en 2012, aunque a finales del año pasado se había deshecho de todas ellas. También compró y mantiene acciones de la japonesa Mitsubishi, de la que Buffet posee un 1,6% en su porfolio por un valor de 5.675 millones de dólares, y de la china BYD, que recientemente superó a Tesla como líder mundial en ventas de coches eléctricos.
Respecto a esta última, Buffett y su socio Charles Munger pagaron 232 millones de dólares por 225 millones de acciones de BYD en 2008, lo que representaba el 25% de las acciones de la empresa cotizadas en Hong Kong, o el 9,9% de la compañía en su conjunto. El año pasado revelaron su primera venta tras 14 años sin tocar la posición, y desde entonces han reducido su participación a unos 88 millones de acciones a 25 de octubre de 2023, es decir, menos del 8% de las acciones de Hong Kong.
Ferrari, una acción orientada al valor como Buffett
Ahora, un nuevo nombre de la industria automotriz podría tener la confianza de Buffett: el fabricante italiano de autos deportivos de lujo Ferrari. Esta fe parece estar justificada, tanto en cifras financieras como bursátiles. El jueves pasado, prácticamente a la misma vez que su escudería de Fórmula 1 ejecutaba el fichaje de la década con la incorporación de Lewis Hamilton para 2025, la compañía presentaba beneficios récord, por encima incluso de los 1.000 millones de euros, los mayores de su historia; en concreto, cerró 2023 con 1.257 millones de beneficios, un 34% más que en el ejercicio anterior. La compañía también ha elevado su pronóstico para 2024 e informado que sus libros de pedidos están casi llenos hasta 2025.
Estos números en libros también se han visto acompañados de su buena marcha en bolsa. En 2023 las acciones de Ferrari ganaron un 33,4%, un porcentaje que, a buen seguro, podría superar ampliamente este 2024, en el que sólo en enero ya suman un 13%. Todo ello ha impulsado las acciones de Ferrari a máximos históricos, llevando el valor de mercado de la compañía cerca de los 100.000 millones de dólares.
Pero, más allá de las cifras, otro elemento que se ajusta a los criterios de Buffett a la hora de invertir es la sólida imagen de marca de Ferrari frente a otros fabricantes de automóviles, así como la exclusividad y el prestigio que conlleva poseer un Ferrari, y que da a los propietarios un sentimiento de orgullo.
Por todo ello, en la reunión anual de Berkshire de 2023, Buffett admitió que, dentro de la industria automotriz, Ferrari "está en un lugar especial". En el lado de los inconvenientes, las ventas relativamente pequeñas de la compañía y que la acción cotiza a 49 veces las ganancias finales, además de la preocupación de cómo será la industria automotriz en el futuro y la dificultad para hacer pronósticos.