Al final, siempre escampa en Wall Street. Así lo vuelven a manifestar desde la firma Bernstein. Sus estrategas cuantitativos de Quants Services acaban de cifrar en 7,6 billones de dólares las pérdidas del Bear Year actual, impulsadas por la agresiva subida de tipos de interés por parte de la Reserva Federal, la anemia del crecimiento de la economía estadounidense y la galopante y persistente espiral inflacionista, sin un claro punto de regresión a la vista. Uno de sus análisis de situación recientes explica que la corrección de los precios de las acciones concluirá el ejercicio y que marcará un receso del 20%, lejos aún del promedio del 28% que supusieron los ajustes de las quince últimas grandes oscilaciones acaecidas desde 1937 y medidas por la magnitud de sus techos y de sus suelos definitivos.
A juicio de sus analistas, el actual tránsito bursátil necesitará entre siete y ocho meses para su estabilización; es decir, para asumir una senda bull, e incluirá tres fases de recogidas puntuales de beneficios, del 9% tras establecer registros positivos de 22 sesiones alcista de promedio. Pero Wall Street resucitará . Si bien en tres de estos episodios, que retrocesos del 9% y apenas 22 días de media de recuperación, anticipa Ann Larson en su diagnóstico: “creemos que este mercado bear presenta todavía un amplio margen de maniobra porque las ventas de activos sincronizadas aún no han tocado a su fin, debido a que los datos de inflación continúan muy alejados de cualquier rango de moderación y se ha inaugurado una etapa de bajo dinamismo”.
Los valores globales se han deslizado a la baja en 2022, con el S&P 500 cayendo en zona bear ya en junio pasado, cuando el IPC americano seguía en plena ascensión meteórica y la Fed aumentó el tamaño del espectro de la recesión, escribe Larson, e hizo aflorar un sentimiento de aversión al riesgo que en los últimos días del verano, parece empezar a amortiguarse ante los augurios, no demasiado intensos, por otro lado, de que los precios podrían haber interrumpido su etapa de fulgurantes repuntes y, con ello, el inicio de una fase más pausada del Comité de Mercados Abiertos de la Reserva Federal. Aunque no por ello, menos tensa. Porque el Nasdaq 100, de los valores altamente tecnológicos, se ha dejado un 5,5% en la sesión que siguió a la última subida de tipos de la Fed, la de septiembre, el mayor descenso entre sesiones desde marzo de 2020 en plena caída libre de los mercados por la Covid-19.
Los activos tecnológicos -asegura Larson- son especialmente vulnerables al encarecimiento del precio del dinero, porque implican un descuento de mayor calibre que otros sectores en el valor de sus futuros beneficios, además de dañar de inmediato las valoraciones de sus acciones casi siempre en favor de opciones bursátiles más baratas. Si bien las últimas evoluciones del IPC en EEUU, tanto la del índice general como su tasa subyacente, apuntan a una leve moderación que, según Larson, hará pivotar a la Fed más pronto que tarde hacia la contención de los incrementos de tipos y, por ende, a trasladar su preocupación al estímulo de la actividad y del empleo.
Es la tabla de salvación que desde Bernstein esperan para proclamar el final de la corrección en los mercados. El control inflacionista históricamente ha abierto un periodo de doce meses en el horizonte hasta hacer virar el sentido del mercado hacia una fase bull aunque podría adelantarse en el tiempo, en esta ocasión, “si el sentimiento del consumo y las expectativas de inversión de las empresas tiran de las carteras de capital y reactivan los flujos inversores”. Los nichos pueden precipitar el calendario de bonanza, siempre que la recesión en EEUU y los vientos contractivos en Europa no ofrezcan demasiada resistencia. Desde 1955, el S&P 500 ha caído un 13% cuando los indicadores directores de EEUU, los que anticipan recesiones o dinamismos a corto plazo, un descenso que se ha vuelto a producir este año.
Para Europa, en opinión de Sanford C. Bernstein, la incertidumbre energética e inflacionista hace presagiar el epitafio de la recuperación y del ciclo de negocios post-Covid. Daniel Grosvenor, director global de Equity Strategy en Oxford Economics reitera la complejidad del actual momento de indecisión. “Insistimos en nuestras revisiones a la baja de la economía mundial, con perspectivas de otra recesión en el primer semestre de 2023 en EEUU, pese a que los precios de las acciones en Wall Street hayan recuperado posiciones respecto a su mínima de junio”. Para Grosvenor, “es prematuro aventurar un rally alcista en los mercados porque el clima económico no es precisamente halagüeño y la política monetaria va a proseguir con su gestión restrictiva” en el futuro.
Respecto a sectores, considera que los activos de utilities deben situarse en posiciones neutrales los de consumo ante una fuerte corrección por su sobrevaloración, al igual que los industriales, aunque estos no precisamente por su bonanza bursátil, sino por los daños colaterales que les va a imponer los procesos recesivos en marcha en las potencias industrializadas, y los vinculados a materiales, en disposición de mejorar sus valores. Geográficamente, su apuesta se inclina más por los mercados emergentes. Y, en especial, por los de China, cuyo ciclo está en un estadio muy distinto con una política económica y monetaria dirigida a espolear el crecimiento y la concesión de crédito.
Chart 1: Equity allocation matrix
Chart 2: Our US macro signal supports our DM equity underweight