Todo dependerá de las citas relevantes ya marcadas en el calendario por los bancos centrales, las cuentas empresariales y puede que también de algún que otro acontecimiento no esperado.
Aunque los índices mundiales hayan perdido sus soportes de corto y medio plazo, los expertos insisten en que las claves de largo plazo siguen vigentes y, por ello, la corrección, aunque rápida y dolorosa, aún no ha sido mortal. Todavía hay esperanzas para el rebote y más para rascar a última hora, pues las bolsas, a día de hoy, sin duda necesitan de un maquillaje tipo rally de final de año
Razones a favor del rally
“Aunque ahora parezca suicida, hay que aprovechar estas caídas para comprar”, decía nuestro director de análisis, Luis Francisco Ruiz. Y, es que, aunque los últimos movimientos hayan invalidado la posibilidad de ver a los índices europeos en máximos anuales de aquí a final de año, parece que aún hay más razones para pensar en un último estirón en las próximas semanas.
Pero, además de por razones técnicas, también hay expertos que respaldan el rally de final de año con razones fundamentales: por ejemplo, Diego González González, socio-director de Bull4All Advisor EAFI, indica que “uno de los drivers impulsores de las bolsas de cara a final de año será la fotografía de los bancos europeos en los tests de stress”. Los bancos, juez y parte en esto de la recuperación económica, muestran sus mejores galas en estas pruebas en las que hay poco lugar para la sorpresa.
Además, también desde el bando empresarial general podrían soplar vientos a favor de una recuperación bursátil. Como explica Daniel Pingarrón, estratega de mercados de IG, “la temporada de presentación de resultados en Estados Unidos viene en el momento idóneo, pues las bolsas ahora están en uno de los momentos más complicados porque les han invadido temores estructurales, como la reversión de la política monetaria de la Fed, la subida de tipos o el enfriamiento económico en Europa. Así pues, creo que esta temporada de presentación de resultados supone una nueva oportunidad para que las bolsas suban, justo ahora que están probando soportes clave”. Esta idea también la apoyan desde Inversis Banco, casa desde la que reconocen que “con unos mercados que comienzan a acercarse a valoraciones suelo de los últimos 12 meses, si los beneficios resisten deberíamos estar ante una nueva oportunidad de compra, tal vez la última del año, antes de un 2015 que parece complejo (sesgo político) y con otros problemas encima de la mesa”.
Por supuesto, no podemos olvidarnos de los ‘todopoderosos’ bancos centrales. Ahora que el fantasma de la triple recesión campa por el mercado, los bancos centrales se rearman. Como explican desde Inversis “los datos europeos han seguido ofreciendo un balance claramente negativo, pero mientras Draghi ha vuelto a ser enfático a favor de una política fiscal expansiva. Y no está solo en esto: FMI y Fed comparten su preocupación”. Esto hace que los mercados permanezcan drogados, en un sueño dulce garantizado por las políticas monetarias de estas entidades. Sólo hay que ver cómo las palabras de Bullard de la Fed abogando por un retraso en el final del quantitative easing III, animaron al rebote de las bolsas a mediados de octubre. Si esto se confirmara, la renta variable podría repercutirlo bien porque drenaría más liquidez al sistema, aunque suponga reconocer los temores sobre la recuperación mundial. En este sentido, Juan Enrique Cadiñanos, Expert Market Analyst, Millard Equity, afirma que “si las medidas se mantienen y se prolongan hasta principios de 2015, ó se les da una salida escalonada a las mismas, es posible que veamos movimientos alcistas. Si, por el contrario, las medidas se cortan de forma radical, los mercados de renta variable estadounidenses sufrirán fuertes recortes”.
A esta orilla del Atlántico en diciembre Europa también recibirá otro manguerazo de liquidez con la segunda subasta de TLTRO. Esta cita “será descontada positivamente por el mercado”, dice Diego González, por el hecho de que drenará más dinero al sistema a través de los bancos que, obligatoriamente, tendrán que conceder más créditos.
También en este último trimestre del año, y con un horizonte de dos años, el BCE ya estará comprando activos garantizados en Europa.
Ya inició a mediados de octubre la compra de cédulas hipotecarias -Covered Bonds Purchase Programm- y a finales de año también se lanzará a adquirir activos titulizados o respaldados por activos -ABS (Asset Backed Securities Purchase Programm)-. Y, recordemos que el BCE podría estarse guardando otro as en la manga: un quantitative easing a la europea. Es cierto que Draghi ha eludido las exigencias de un programa de compra de activos tan radical como el llevado a cabo en EEUU, en parte porque sus estatutos no se lo permiten, pero quién sabe si el BCE podría mover algunos hilos –con permiso de Alemania- para ponerlo en marcha de alguna forma.
¿Qué invalidaría el rally?
Lo cierto es que las claves que pueden jugar a favor del rally, también pueden convertirse en los peores obstáculos de éste. Tan sólo con que se tuerzan un poco, alimentarán aún más el escepticismo sembrado estas semanas.
Así por ejemplo, José Luis Cárpatos, analista independiente, alerta de que “en situaciones así es mejor ser prudente, porque si en EEUU dicen que no hay más QE (y lo han dicho), podría afectar negativamente. Por ello, lo mejor es estar quieto y fuera esperando. Ya nos dirán los gráficos si hay rally o no”. Igualmente, aunque la economía europea espera con la boca abierta que la liquidez de los TLTRO la alimente, no está claro que el BCE abra tanto los bolsillos como para calmar su hambre. Aunque aquí la culpa la tendrían las entidades financieras que acudan a su ventanilla pues, si en la primera subasta de estas características la baja cifra solicitada defraudó al mercado, esta segunda ronda podría repetirse el cuento pues, como predice Alfonso de Gregorio, director de gestión de Gesconsult, “en esta segunda subasta de liquidez los bancos no van a pedir mucho dinero, van a estar en línea con la primera subasta, ya que no creo que tengan necesidad de pedir grandes cantidades al BCE”.
Además, no todos están a favor de que el BCE abra a espuertas sus arcas para drenar liquidez con la esperanza de que ésta se traduzca en crecimiento económico. De hecho, el ‘gran halcón’ del BCE, Weidmann, crítico con el giro de la entidad, advierte sobre el cambio del BCE desde una orientación de credit easing a una filosofía de quantitative easing y habla de “riesgos de que el BCE pague un sobreprecio en la compra de ABS”; o de que “la depreciación del euro no reestablecerá la competitividad” o de que “el BCE no pueda ni deba paliar la falta de respuesta política”.
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