Lo que comemos hoy causa más muertes y enfermedades en el mundo que el tabaco o el alcohol. La revista médica The Lancet aporta algunos datos demoledores al respecto: en 2015, unos 7 millones de personas murieron en el mundo por los efectos del tabaco y unos 3,3 millones por causas relacionadas con el alcohol. Sin embargo, fueron unos 12 millones de muertes las que se podrían atribuir a “riesgos alimentarios” tales como las dietas de bajo contenido en verduras, frutos secos o pescado, o las dietas con alto contenido en carnes procesadas y bebidas edulcoradas.
Los seres humanos hemos vivido durante milenios preocupados por las plagas o por la escasez de alimentos, pero hoy la principal causa de mortalidad es la dieta.
Los investigadores más reputados de la actualidad coinciden en que buena parte de los problemas alimentarios surgen del hecho de que el organismo humano no se ha adaptado, ni biológica ni psicológicamente, a una nueva realidad basada en la abundancia. Hoy, a diferencia de épocas pasadas, la comida está presente en todos los formatos posibles, a todas horas y en todos los lugares. Y lo está al alcance de todos los bolsillos, de todas las economías, aunque, ciertamente, con notables diferencias de calidad nutricional.
Cómo reajustar el cuerpo
Así las cosas, la gran pregunta es cómo adaptarnos y adaptar nuestros cuerpos al exceso y cómo reajustarnos en los casos en que hemos traspasado los límites de la obesidad. Es decir, la gran pregunta es cómo hacer dieta y cómo hacerla de modo que no perjudique y que nos ayude a mantener el control sobre nuestros hábitos alimentarios. Los expertos señalan que hay que buscar nuevos patrones de alimentación y de forma de vida propiciados por un cambio de comportamiento a base de pequeños cambios personales, que pueden parecer triviales, pero que no lo son.
Este es el análisis, por ejemplo, que realiza la doctora Purificación Barroso, especialista de la Unidad de Obesidad del Hospital Quirónsalud Clideba: “Hay que adelgazar, pero de una manera sana”, afirma con rotundidad. Cualquier decisión de dieta, es decir, de ajuste del cuerpo a las necesidades reales de este debe hacerse bajo la dirección de un especialista”.
La doctora Barroso lo define con precisión: “La dieta es un trípode formado por tres patas: la alimentación, el ejercicio y la hidratación adecuada. Si una de las tres falla o está mal orientada, no cabe esperar resultados."
La alimentación debe consistir en una dieta hipocalórica no restrictiva: todos los alimentos -hidratos de carbono, proteínas y grasas- son útiles y necesarios, pero hay que saber cómo tomarlos y las cantidades adecuadas para esa persona en función del sexo, la edad y las condiciones físicas de la persona. En cuanto al ejercicio y la hidratación, de nuevo los factores de edad, género y estado de salud son determinantes.
Además, la doctora Barroso sostiene que el sobrepeso y la obesidad no solo provocan daños físicos graves, sino también daños psicológicos ligados a la pérdida de la figura y de la imagen positiva de uno mismo. Por ello, afirma, hay que abordar también la cuestión desde un punto de vista estético. Así, explica, hay técnicas que mejoran el contorno corporal, como el Tight Sculpting, que no sólo disminuyen la grasa localizada, sino que consiguen una retracción de la piel, es decir, una reafirmación corporal que elimina la flacidez y reafirma el rostro.
Que la comida sea tan fácil de obtener tiene un reverso tenebroso: es muy complicado evitarla. La doctora Barroso responde a esta amenaza: “Se pueden eliminar los estragos del sobrepeso, siempre poniéndose en manos de un especialista”.