Sí, Alierta contribuyó a hacer un país mejor y se lo digo a la cara a quien sea. Casi 30 años ejerciendo de periodista económico y siguiéndole muy de cerca me avalan. Invito a quien quiera a que lea mi libro De la Bolsa a la gloria, donde encontrará informaciones sorprendentes sobre él.
Como gigante del mundo económico, hay una gran cantidad de dimes y diretes alrededor de él. Algunos casos muy divertidos, además: que si cuando en el Distrito C (nueva sede de Telefónica en Las Tablas) se inauguró la parada de metro ‘Ronda de la Comunicación’ (en su mismo complejo), quiso comprobarla en persona desde su oficina en Gran Vía, yéndose a cuerpo descubierto en el metro, sin encomendarse a nadie, para desesperación de los guardaespaldas. Que si cuando era joven batía el récord Madrid-Zaragoza al volante de algún deportivo de alta gama. Que si despreciaba el restaurante de directivos de Telefónica y muchas veces comía en una tasquita de la Calle Valverde con sus inseparables Calixto Ríos o Polo Pérez Pita, en encuentros que terminaban a altas horas de la tarde, mus incluido. Donde sí le vi muchas veces fue en la cafetería Serrano 80, comiendo un simple sándwich mixto, sólo. Sí, solo. Hasta tres veces le vi. Eso me llamó mucho la atención. Seguro que prefería la tranquilidad de un bocado en silencio al boato de los restaurantes y el peloteo de adláteres y busca favores.
Y mil cosas más, quién sabe cuáles verdaderas y cuáles falsas. Todo un personaje.
Lo cierto es que después de largos años en el Urquijo, comenzó de cero su proyecto llamado Beta Capital, que fue un gran protagonista de la Bolsa española. Tuvo siempre una gran relación con los históricos agentes de Cambio y Bolsa (Manuel Pizarro, Francisco González, Ignacio Garralda, Juan Carlos Ureta…) y estaba en contacto con el PP de la oposición de los 80 y primeros 90, a quien aconsejó muy bien.
Sin duda, por ello Aznar lo puso al frente de Tabacalera, empresa que privatizó con éxito y luego fusionó con la francesa Seita, para dar lugar a Altadis.
Ya hemos escrito bastante de él, porque sin duda el personaje lo merece. Ojalá tuviéramos muchos más empresarios como él, con ganas de hacer grande su compañía, dentro de un mejor país. Consciente de que hay que repartir al máximo posible, al igual que siempre intentó tener la plantilla más amplia posible: alguna vez torció el gesto cuando veía olas de despidos en las grandes corporaciones. Decía que con eso se generaba “una sociedad de consumo sin consumidores”.
Era un empresario de la vieja guardia. Cuando le explicaban algún nuevo negocio, cosa que debía ocurrirle todos los días ya que Telefónica recibía una interminable cohorte de consultoras y bancos de inversión que pululaban a su alrededor, preguntaba cosas como “¿y la tela aquí por dónde entra?” o cuestiones así, que desarmaban en muchas ocasiones a los sofisticados expertos.
Formaba parte, sin duda, de un auténtico dream team empresarial de España, formado por Manuel Pizarro, Pablo Isla, Pedro Guerrero, Juan Carlos Ureta… y algunos más. Ojalá muchos más como él.