Las disrupciones tecnológicas son otro factor para tener en cuenta en la economía global que estará marcada, en buena medida, por las políticas de Trump y la posible desglobalización comercial.
Fuente: elaboración propia con datos del FMI
1. Estados Unidos
Estados Unidos sigue demostrando una gran resistencia macroeconómica, consolidándose como el principal motor del crecimiento global. Quedan lejanos los ecos de la recesión y del aterrizaje suave, que se han tornado en una mayor probabilidad de reflación. Las políticas fiscales expansivas impulsadas por la administración de Donald Trump, como recortes de impuestos y programas de infraestructura, van a ser determinantes para sostener el dinamismo económico. Sin embargo, estas medidas también incrementan los riesgos inflacionarios y los desafíos fiscales, como el aumento de los déficits públicos y la posible volatilidad en los mercados financieros.
La inflación, tras alcanzar un pico del 9% en 2022, se ha moderado hasta entornos del 3% a finales de 2024, gracias a la política monetaria restrictiva de la Reserva Federal. Para 2025, se espera que la Fed adopte una postura menos agresiva, con recortes graduales de tipos de interés, favoreciendo la estabilidad económica y los mercados de renta fija. No obstante, el cambio al frente de la Fed y el efecto de las políticas de Trump determinarán qué senda tomará la Reserva Federal en los próximos trimestres. De hecho, no pocas voces sostienen que las políticas arancelarias de Donald Trump no van a resultar tan inflacionistas por la elasticidad de la demanda en los productos gravados. Si a esto le añadimos un departamento de eficiencia gubernamental que sea capaz de reducir el déficit, un estímulo por la bajada impositiva y una menor tasa de crecimiento de la oferta monetaria, podríamos ver un mayor control de la inflación unido a un dinamismo económico con un mayor PIB potencial. De hecho, la liquidez se ha reducido, como lo muestra la caída de la ratio M2/PIB.
Fuente: elaboración propia
Asimismo, el mercado laboral se mantiene sólido, impulsando el consumo interno, con datos que no hacen alarmar a los mercados.
Renta variable
Las acciones estadounidenses continúan atrayendo inversores gracias a los beneficios empresariales sólidos y un entorno fiscal favorable. Destacan especialmente las pequeñas y medianas empresas vinculadas al consumo interno y a sectores tecnológicos emergentes, como la inteligencia artificial. Es en estas pequeñas y medianas compañías en donde vemos un mayor potencial.
Las grandes compañías estadounidenses que lideran el índice americano tienen unas valoraciones muy exigentes. Y, si bien pueden tener recorrido, nos decantamos por otras muchas que cotizan a PERes mucho más razonables (véase S&P 500 Equal Weight, por ejemplo). Aunque seguimos viendo oportunidades en el S&P 500 o el Nasdaq 100, analizar compañías con menor peso relativo en estos índices, así como otras empresas de menor capitalización como las del Russell 2000, será clave en el 2025.
Fuente: elaboración propia
Renta fija
Los bonos del Tesoro se consolidan como una herramienta esencial para la diversificación, ofreciendo rendimientos reales positivos. Los bonos corporativos investment-grade también presentan oportunidades atractivas en un entorno de tipos a la baja y potencial de crecimiento elevado en las compañías. Los vencimientos próximos de los bonos corporativos van a facilitar que se emitan nuevos títulos y poder tener un elenco de oportunidades muy amplio.
No vemos la necesidad de asumir riesgos de elevadas duraciones, sino que vemos potencial en las estrategias de curva que sean flexibles.
2. Europa
Europa tiene muchos retos estructurales de gran calado, incluyendo un crecimiento económico modesto y desequilibrios fiscales en países como Francia. Sin embargo, la región también se beneficia de políticas monetarias muy acomodaticias por parte del Banco Central Europeo (BCE), que prevé recortes adicionales de tipos en 2025 para estimular la actividad económica. Al contrario que en Estados Unidos, estas bajadas no corresponden a un control de la inflación, ya que es más moderada, sino a evitar que el crecimiento siga estancado. Esto no deja de ser preocupante cuando el mandato del BCE no es el crecimiento económico, sino el control de la inflación.
Por otro lado, Alemania, tradicional motor de la economía europea, atraviesa una transformación estructural debido a su dependencia energética y su modelo basado en exportaciones. Francia, otro motor tradicional de la economía europea, añade al riesgo político y de crecimiento alemán, tensiones fiscales que podrían limitar su capacidad de inversión.
Fuente: elaboración propia
Renta variable
Las valoraciones de las acciones europeas siguen siendo atractivas, especialmente en sectores ligados a la transición energética y las tecnologías limpias. La renta variable de pequeñas y medianas empresas también ofrece oportunidades interesantes debido a sus bajas valoraciones. El MSCI Europe cotiza con un descuento del 40% frente al S&P 500. En parte, por buenas razones, pero no deja de ser una oportunidad, teniendo en cuenta las políticas conciliadoras de la administración Trump, que podría llegar a un acuerdo para terminar con el conflicto en Ucrania. Esto podría ser un catalizador de crecimiento esencial para la estancada economía europea.
Además, Estados Unidos cuenta con un arma adicional para controlar la inflación. Nos referimos al precio del petróleo. Como mayor productor mundial y el anuncio de incrementar los barriles diarios, esta reducción de precios en la energía, además de traducirse en un control adicional de la inflación en Estados Unidos, sería enormemente beneficioso para la industria europea, que podría recobrar cierta competitividad perdida desde el comienzo de la guerra de Rusia y Ucrania.
Renta fija
Los bonos soberanos periféricos, como los de España e Italia, ofrecen perfiles de riesgo-rentabilidad atractivos gracias, en parte, al respaldo del BCE. Además, los bonos corporativos investment-grade europeos representan una oportunidad clave en el contexto de relajación monetaria.
Al igual que en la economía americana, vemos volatilidad en los mercados de renta fija, por lo que nos decantaríamos por estrategias flexibles y sin asumir demasiados riesgos. De hecho, los fondos de control de beta como los retornos absolutos en renta fija nos parecen que cobran especial relevancia para el próximo año.
3. Asia
La región de Asia presenta un panorama heterogéneo. India sobresale como un mercado emergente con sólidos fundamentos macroeconómicos, respaldados por reformas estructurales y sectores dinámicos como la manufactura y los servicios financieros. Aun así, las valoraciones ya son exigentes y el factor rupia puede comprometer buena parte de la rentabilidad en el país. Por otro lado, China tiene enormes riesgos debido a las tensiones comerciales y una política intervencionista que afecta la confianza de los inversores. El mayor control de las autoridades comunistas y el problema inmobiliario no dejan de ser un riesgo adicional que puede no compensar la oportunidad de comprar en unas valoraciones que son muy atractivas.
Por otro lado, la economía nipona sigue con buenas perspectivas y las tensiones en Corea del Sur y Taiwán hacen de la región un combinado que no pueda verse en su totalidad, sino ir descomponiendo las distintas economías una a una. Pero donde más oportunidades vemos en el conocido ASEAN, o Sudeste Asiático. Países como Vietnam, por ejemplo, saldrían muy beneficiados de las guerras comerciales de China, del aumento de la producción y de la atracción de inversiones.
Renta variable
Pensamos que no se puede hablar de la región en términos genéricos, sino que hay que analizar mercados concretos. Algunos de ellos, como China, con muchos riesgos, pero valoraciones atractivas. Otros, como India, con valoraciones más ajustadas, pero mayor estabilidad, aun conociendo los riesgos de perder parte de la rentabilidad por la divisa. Por su parte, los mencionados países de Indochina pueden salir muy beneficiados del crecimiento que ya tienen unido a la deslocalización de producción de China.
Renta fija
Los bonos soberanos y corporativos asiáticos destacan por sus diferenciales atractivos y su fortalecimiento crediticio. En particular, los bonos high-yield en la región ofrecen rendimientos competitivos. En cualquier caso, hay que mirar muy de cerca las distintas economías o compañías, porque la bajada de tipos de la Fed no tiene que causar necesariamente una ventaja para los menores costes de financiación de las economías emergentes si el dólar se sigue apreciando.
Nos sentimos cómodos en renta fija emergente asiática, tanto en moneda local como en hard currency (dependiendo de la región). Eso sí, como sucede en Europa y Estados Unidos, esperamos volatilidad.