En este sentido, las cifras a nivel comunitario son muy potentes. La Unión Europea invierte anualmente más de 20.000 millones de euros en la expansión de las redes eléctricas y en su hoja de ruta está planteando aumentar la longitud de estas en un 20%, al tiempo que apuesta por aumentar las redes de distribución en un 6,7% para 2030.
En paralelo, la Comisión Europea calcula que la inversión necesaria en el campo de las redes de transmisión y distribución con la vista puesta en 2030 debería ascender a 584.000 millones de euros. Todas estas cifras nos señalan que el sector de la energía, tal y como apuntan todas las tendencias, se encuentra en un momento muy dulce y, al mismo tiempo, las empresas como Arteche, que desarrollamos soluciones y productos dentro de este, tenemos una gran responsabilidad con la industria y, al mismo tiempo, con la sociedad en su conjunto.
A nivel mundial, además de Europa en su conjunto, la mayoría de países, incluidas algunas de las grandes potencias, tienen políticas de renovación de redes y fomento de energías verdes. En Estados Unidos, por ejemplo, la administración Biden se ha comprometido a lograr una red eléctrica libre de carbono para 2035 y una economía totalmente libre de carbono para 2050. Además, está invirtiendo en infraestructuras limpias y tecnologías renovables.
Encontramos otros ejemplos como el de México, que, con el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024, establece la meta de alcanzar una participación del 35% de energías limpias en la generación eléctrica para 2024 y busca incrementar la capacidad instalada de energías renovables, con un enfoque especial en la energía solar y eólica. Su plan contempla alcanzar al menos 26.000 MW de capacidad de generación renovable para 2024.
Energía eólica: una inversión de presente y futuro Con todo este contexto, recientemente, algunos de los principales players del sector de la energía nos dimos cita en el congreso WindEurope, que celebró su última edición en Bilbao. Aquí pudimos analizar de en profundidad una de las herramientas que tenemos para poder llevar a cabo la tan deseada transición energética: la energía eólica, tanto terrestre como marina.
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El mercado eólico en Europa es un mercado maduro y robusto, tanto a nivel tecnológico como empresarial. Si bien es cierto que en los pasados años hemos visto cómo se veía afectado por diferentes factores (las secuelas de una pandemia global, el aumento de los costos energéticos, la falta de disponibilidad cíclica de materias primas y un alto nivel de inflación), lejos de perder inercia, cogido gran velocidad.
Estamos ante un sector imprescindible en el reto de la transición energética y con un grandísimo potencial, como lo demuestra el apoyo de múltiples gobiernos a través de incentivos financieros. Además, los avances tecnológicos en eficiencia y, en especial, la disminución del costo de producción de las turbinas eólicas hará de la eólica marina una oportunidad a nivel europeo.
Dicho todo lo anterior, este reto no es solo europeo: es global. En este sentido, el plan de repotenciación impulsado y el consiguiente desmantelamiento de parques eólicos está abriendo la puerta a África como mercado de aerogeneradores reacondicionados. Esto se enmarca en el objetivo de impulsar nuevos modos de hacer para que el sector sea más ecológico.
La vida útil de los aerogeneradores es de 25 años y en España contamos con cerca de 9.000 unidades con más de 20 años. Esto no significa que haya que desmontarlos, sino que, con un correcto mantenimiento, puede seguir funcionando durante más tiempo. Por otro lado, África solo está aprovechando, según los datos de los que disponemos, el 0.01% de su potencial en energía eólica. Plantear un reacondicionamiento y venta en mercados de segunda mano que buscan generar una economía verde es una opción correcta y beneficiosa para todas las partes en la que logramos maximizar vida de los recursos ya existentes.
El reto de la transición energética requiere de las energías de todos y todas y, en este camino, será imprescindible utilizar de forma adecuada herramientas como la eólica para alcanzar los objetivos vitales que tenemos como sociedad.