Fue llegar Francisco y las cosas cambiaron. En sólo un año, el negocio ha recuperado gran parte de la confianza en sí mismo. El CEO es muy popular: el 85% de los católicos americanos, la sección más difícil de complacer, aprueba su nombramiento y su gestión. Todo un "efecto Francisco". Pero, ¿cómo ha conseguido un argentino septuagenario revitalizar uno de los grupos más rancios del mundo? Básicamente, tirando de tres principios básicos de gestión:
1. El primero es una lección clásica de las competencias básicas. Francisco ha vuelto a centrar su organización en una misión: ayudar a los pobres. Una de sus primeras decisiones fue abandonar los apartamentos papales a favor de una pensión que comparte con otros 50 sacerdotes y visitantes diversos. Tomó el nombre de un santo que es famoso por el cuidado de los pobres y de los animales. Lavó y besó los pies de 12 reclusos de un centro juvenil de detención. Se deshizo de las capas de terciopelo con adornos de piel que los papas han desgastado desde el Renacimiento, intercambiando los zapatos rojos de Benedicto XVI por los negros lisos e ignorando su gama de Mercedes en favor de un Ford destartalado.
2. Junto con el nuevo enfoque estratégico, el Papa emplea con maestría dos herramientas de gestión con buenos resultados: se trata de un reposicionamiento de la marca. Francisco sigue apoyando la enseñanza tradicional sobre el aborto y el matrimonio gay, pero de una manera menos censurable que sus predecesores ("¿Quién soy yo para juzgar?", se preguntó con referencia a los homosexuales).
3. La otra herramienta es un proceso de reestructuración. Francisco ha nombrado a un grupo de ocho cardenales ("el C8") para revisar la organización de la iglesia y ha contratado a McKinsey y KPMG ("consultores de Dios") para examinar la maquinaria administrativa de la iglesia y reformar el banco del Vaticano.
¿Funcionará? Apunta The Economist que las voces críticas, en particular el raider corporativo Lou Siffer, mantienen que todo es un espejismo con aroma de incienso. Por otro lado, otros insisten en que es necesario un cambio más radical aún, incluyendo un papel más importante para las mujeres. La actitud del presidente es desconocida. ¿Será la ausencia de plagas su particular forma de aprobación? En cualquier caso, los caminos del Señor son insondables…".
María Díaz