La inflación está siendo un dolor de cabeza a ambos lados del Atlántico. Las subidas de tipos, que llegan tarde, según muchos expertos, intentan poner coto a los precios disparados hasta máximos que no se veían desde hace décadas. Pero hay diferencias sustanciales entre Estados Unidos y Europa.
Con las alzas de tasas, se pretende ralentizar el consumo, de modo que así bajen los precios. Esto tiene sentido en Estados Unidos, donde el consumo supone un 70% de su economía, pero no en Europa, donde las subidas del IPC están motivadas por el lado de la oferta, no de la demanda, como explica Antonio Castelo, especialista de mercados de iBroker.
Mientras, las perspectivas de recesión sobre Europa siguen creciendo; Goldman Sachs sigue bajando las expectativas de la economía europea:
A la ralentización de la economía mundial, se suma, en el caso de Europa, la crisis energética, otro factor que no está afectando a Estados Unidos. Los precios del gas seguirán subiendo, dado que, a raíz de los cortes de los gasoductos por parte de Rusia, ahora tendrá que llegar a través de otros medios de transporte, que encarecerán el precio final del gas natural. "Puede sustituirse el gas ruso, no todo, pero sí bastante, por gas de otros lugares (...) y esto encarece notablemente", apunta el experto.
Además del gas, Europa tiene un problema con los precios del petróleo. "En el momento en el que China desconfine totalmente a su población y sus centros productivos, va a aumentar la demanda de petróleo", eso hará que aumente la demanda de crudo y suban de nuevo los precios. "Quizás no lo veo subiendo a 120 dólares el barril, pero tampoco lo veo bajando de los 75 - 80 dólares barril, con lo que estará en un punto muy elevado". Esto afectará a los márgenes de las empresas y también a los consumidores.
Deutsche Bank recortó sus expectativas del PIB para la zona euro del próximo año, de -0.3% estimado en julio a -2.2%; aumentos salariales y debilidad del euro incrementan los riesgos. Pero también para la locomotora europea, Alemania, que puede sufrir especialmente por los cortes de energía rusa. La entidad espera que Alemania experimente un crecimiento del PIB del -3,5 % en 2023, el tercer peor año desde la Segunda Guerra Mundial, solo por detrás de 2009 y 2020. No se puede descartar una recesión aún más pronunciada en caso de un clima más frío de lo habitual.
Una imagen que también demuestra la ralentización es que la amplia curva de rendimiento alemana se invierte por primera vez desde 2008. Una inversión de la curva suele anticipar una recesión:
El panorama, por tanto, es muy complicado en Europa; "el ciclo económico en Estados Unidos no tiene nada que ver con el europeo, en Estados Unidos la economía está mucho más fuerte", explica Antonio Castelo, que augura unos meses difíciles para la economía del Viejo Continente.