La agencia S&P Global Ratings revisa en esta jornada la calificación crediticia de la renta fija española, con el análisis de solvencia de la deuda de nuestro país. Un apunte que realizará no solo hoy, sino que volverá a valorar la salud de nuestro rating y sus posibles cambios el próximo 16 de septiembre.
Hasta el momento Standard & Poor’s mantiene la nota de España en “A” con perspectiva negativa. El pasado año se mantenía sin cambios esta nota, una vez que la agencia indicaba que no volveríamos a los niveles prepandemia hasta 2022, una vez que mejorara la expectativa del coronavirus y con una espada de Damocles encima por dos asuntos: indicaba que rebajaría su calificación sobre España si el Gobierno no implementaba los cambios necesarios en la Reforma Laboral o si la deuda del Estado se incrementaba por encima de las previsiones.
Ahora, la situación ha cambiado radicalmente, porque ya no solo tenemos como riesgos la pandemia, la inflación e incluso el cambio de sesgo de los bancos centrales y el acoplamiento a ellos de la economía. La guerra de Rusia sobre Ucrania ha variado todo el panorama y la incertidumbre se centra en cómo quedarán las cosas, y cómo evolucionarán de cara a los próximos meses.
De momento desde S&P acaban de rebajar la expectativa de crecimiento para el presente ejercicio, aunque se mantiene en niveles más elevados que las de la mayoría de las organizaciones. Coloca la expectativa de crecimiento del PIB al 6,2% desde su 7% anterior ante los avatares de la guerra. En el caso de la inflación coloca la previsión en el 5,2% y lo eleva desde el 3,2% anterior.
A más largo plazo respecto al crecimiento de la economía española, para 2023 rebaja sus estimaciones en dos décimas hasta el 4,2% y en 2024 estima que el PIB español se colocará en el 2,6% con dos décimas al alza frente a sus estimaciones anteriores.
Las dos agencias que ya han evaluado a España este año son Moody’s y DBRS. En el caso de la primera, que lo hizo en enero, dejó sin cambios su nota, que, sin embargo, se encuentra entre las más bajas de las grandes firmas internacionales: “Baa1” para la deuda a largo plazo, con perspectiva estable.
La agencia estima que España presenta un perfil de crecimiento equilibrado y con superávit externo adecuado, pero con grandes desafíos sobre fiscalidad ante la fragmentación política. Y advertía: habrá revisión a la baja si no se implementan eficazmente los fondos Next Generation EU.
En el caso de la canadiense DBRS tampoco se establecían cambios con calificación de “A” con perspectiva estable, un aprobado alto para nuestra deuda a largo como en el caso de S&P. Con una economía española que se muestra grande y diversificada, con pertenencia al euro y con sector exportador competitivo. Su elevado ratio de deuda pública es uno de los principales desequilibrios que destaca. Su revisión será el próximo 2 de septiembre.
Para cerrar el círculo, tras S&P solo quedaría Fitch, que mantiene a España con un rating de “A-“ con perspectiva estable, con su análisis que conoceremos el 10 de junio en primera instancia y el 2 de diciembre en segunda. En el último mes del pasado ejercicio estimó que España se recuperaba con fuerza. Entre los riesgos para rebajar la calificación, las tensiones en Cataluña o la falta de estrategia fiscal para colocar a la baja a medio plazo el endeudamiento.