El S&P 500 es el exponente más claro del gusto de los americanos por la estadística, de la que se fían mucho. Sin embargo, recuerde siempre que no es una ciencia exacta y lo que se ha convertido en tendencia, en los mercados financieros puede cambiar en apenas un segundo si los datos o los acontecimientos geopolíticos así lo quieren. De hecho, ahora mismo se encuentra en el borde de los 4.000 cota estimada para muchos en todo 2023 para el indicador.
Una presión que para BNY Mellon puede llevar al S&P en una horquilla en el presente ejercicio desde los 3.800 hasta los 4.500 puntos, un amplio rango, considerando, que refleja la incertidumbre del macroeconómico global que se respira, mientras espera que las rentabilidades sean positivas para el año en curso.
Y es que, en este caso desde Bank of America Stephen Suttmeier, un estratega técnico de la firma estadounidense se encarga de recordarnos que, que en tercer año de la presidencia en el que ahora estamos, el S&P 500 tiene un ser positivo en un 80 % si el ejercicio anterior ha sido negativo. Y la media de ganancia del indicador en estos años suele ser del 18%. Y todo esto con la vista puesta en que las previsiones no son nada favorables para el S&P 500 para el que los grandes, desde JPMorgan hasta Goldman Sachs no divisan más allá de los 4.000 puntos a cierre del ejercicio.
La tercera caída consecutiva de la inflación también abre la puerta a más optimismo con respecto a las subidas de los tipos de interés, a una ralentización de la cuantía hasta los 25 puntos básicos ya en el mes de febrero. Pero un nivel de tipos por encima del 5% en el presente ejercicio podría en guardia a los inversores que esperan esa desaceleración en las subidas.
Desde Morgan Stanley considerando que las previsiones de consenso para el crecimiento de las ganancias empresariales en todo 2023, con el pistoletazo de salida la semana pasada a los resultados, son demasiado optimistas y afirman que confían en exceso en la resiliencia corporativa histórica sin tener una perspectiva. Hablamos de un crecimiento hasta los 228 dólares por acción, de casi el 4%.
Su directora de inversiones Lisa Shalett destaca que sigue latente una posible recesión económica este año, que podría generar en Estados Unidos una corrección significativa de los resultados y de los precios de los activos.
Y es que ven en el ambiente dos riesgos importantes para los mercados: por un lado, el ajuste del mercado laboral, con un cambio estructural que podría continuar apoyando las ganancias, una dinámica que podría pesar en los márgenes de las empresas y generar una causa para que la Fed continúe con una política monetaria “hawkish”.
Por el otro, los inventarios generales para los minoristas de mercancías que se encuentran hinchados, un 28% por encima de la tendencia de 10 años, lo que sugiere un problema, dicen desde Morgan Stanley, ya que los pedidos podrían debilitarse y disminuir la demanda por parte de los consumidores.
En su gráfica de cotización vemos que el S&P 500 cerró la última semana su mejor evolución desde noviembre, mientras que, en los últimos cinco días sube un 2,7%, que ganancias, en el mes suben hasta el 3,8% y en el trimestre ya rebasan con creces el doble dígito hasta el 11,6%. En el año, la ganancia del indicador alcanza el 4,2%.
Y es que, como nos recuerda Berenberg, el 59% de las compañías del S%P han visto reducidas sus estimaciones de ganancias para 2023 en el último mes, lo que marca la tercera parte más elevada de rebajas entre las empresas de los últimos 40 años. Y la analista técnica Katie Stockton destaca que más del 60% del S&P 500 se ve afectado por condiciones de sobrecompra a corto plazo, por lo que el indicador podría iniciar un retroceso a corto plazo.