Carlota Pi, CEO de HolaLuz, lo atribuye “al interés creciente de la sociedad por hacer las cosas bien para intentar evitar, por ejemplo, que se produzcan otras pandemias como la que estamos viviendo”. Holaluz incrementó en un 61% la gestión de instalaciones fotovoltaicas, alcanzado las 3.033 a finales de septiembre, frente a las 1.879 instalaciones registradas dos meses antes. En el tercer trimestre del año, la compañía sumó 17.193 nuevos clientes. Pi se felicita “por que en un escenario económico tan adverso, las empresas que nos tomamos la sostenibilidad en serio porque somos personas ESG, o no nos hemos caído o la caída ha sido menor o la recuperación está siendo más rápida”.
La multinacional catalana Fluidra, uno de los primeros grupos mundiales del sector de las piscinas, también confía en cerrar 2020 con un resultado "sólido", en palabras de Cristina del Castillo, directora de relaciones con los accionistas de la compañía. En la última presentación a inversores remitida a la CNMV, Fluidra ratificó su objetivo de alcanzar unos ingresos de 1.700 millones en 2022. “Lo que resulta fundamental es que todos hablemos el mismo idioma y las métricas sean las correctas para poner en valor la reputación que las compañías estamos trabajando con gran interés por trasladar al mercado una imagen bien definida. Al final lo más importante es predicar con el ejemplo”, explica Del Castillo.
Grenergy, por su parte, registró un beneficio neto de 9 millones de euros en los nueve primeros meses del año, cifra un 74% superior a la del mismo periodo de 2019. Y alcanzó hasta septiembre un 'pipeline' total de 5.100 megavatios (MW) en los mercados que opera, lo que ha llevado a la compañía a incrementar su objetivo como productor independiente de energía (IPP) hasta los 2,5 gigavatios (GW) para 2023, reiterando su objetivo de 1,5 GW para 2022. Daniel Lozano, Director de Relación con Inversores y Comunicación de Grenergy, reflexiona sobre la importancia que tiene pasar de las buenas intenciones a la acción: “En un mundo donde manda tanto la palabra, es fundamental convertirlas en planes de acción que supongan una mejora para la sociedad y el entorno. En este sentido, el trabajo en pro de la inversión sostenible y socialmente responsable representa un paradigma para quienes siempre hemos defendido que se pueden hacer las cosas de otra manera”.
Pero también hay riesgos, según apunta Francisco Javier Garayoa Arruti, Director General de Spainsif. “El peligro del greenwashing, por ejemplo, está ahí. Se trata de iniciativas que cuelgan el cartel de respetuosos con el medio ambiente o sensibles hacia los temas sociales, cuando detrás solo existe una campaña de marketing. Por eso resultaba tan necesario el Plan de Finanzas Sostenibles de la Comisión Europea, que desarrolla el marco jurídico en el que ha de desenvolverse todo lo que tiene que ver con la sostenibilidad. La existencia de unas pautas homogéneas para todos los mercados -que pueden llegar a ser muy diversos-, favorece de una manera determinante a la industria de la inversión sostenible”.