La caída de FTX y las inquietantes noticias sobre Binance han provocado un fuerte terremoto en el mundo de los criptoactivos. De ser la revolución del sistema financiero a ser los apestados. 

Pues ni uno ni lo otro. 

Tenemos muchísimos ejemplos en los que han existido pánicos bancarios. En otras palabras, retirada de efectivo en bancos que ante peticiones masivas de retirada de fondos no han podido hacer frente a sus obligaciones. 

¿O es que pensamos que un banco tiene la capacidad de hacer frente a sus compromisos si todos sus depositantes retiran su liquidez? La respuesta es no. Si hay una noticia que afecta a la confianza del prestamista (como el caso de corrupción de FTX) el dinero vuela, sea una plataforma de criptomoneda o un banco tradicional. 

¿Cuál es la diferencia? Los bancos por ser de interés público están regulados con mecanismos solo aplicables a ellos para llevar a cabo la resolución ordenada, protegiendo al depositante y la economía en su conjunto. Hoy si quiebra un banco lo soportan los accionistas y acreedores, pero antes fueron los contribuyentes. 

¿Queremos regular de forma singular ese proceso en este tipo de plataformas? ¿debe haber algún mecanismo de protección más ventajosa para los inversores de criptos? La respuesta a estas preguntas es que no si no hay un riesgo para la estabilidad financiera. No obstante, deben seguir potenciándose los mecanismos que aseguren la transparencia y el entendimiento de los riesgos por parte de los inversores. 

Es importante diferenciar varios conceptos a la hora de evaluar lo ocurrido y lo que ocurrirá. Por un lado, las cripto como inversión y por otro, las cripto como moneda aceptada para el intercambio de bienes y servicios. Veamos por qué. 

Como inversión no parece que debamos asustarnos por las fluctuaciones de su valor o por las consecuencias derivadas de la quiebra de las plataformas de intercambio de criptos (exchanges). Las inversiones en este tipo de monedas son de riesgo alto principalmente porque no existe un activo subyacente que respalde la inversión. Como se ha mencionado anteriormente, el gran reto es regular la transparencia de los actores involucrados hacia los inversores como incluso ha ocurrido con productos mucho menos sofisticados en la banca tradicional (participaciones preferentes sin ir más lejos). ¿Y la quiebra de FTX? No nos sorprendamos en exceso si vemos más casos. 

Por otro lado, debemos hablar de las criptomonedas como moneda de cambio de bienes y servicios y que sustituya al sistema financiero actual. Para ello se necesitaría que se acepten alguna o varias criptomonedas como predominantes en ese intercambio. ¿Para qué, si ya tenemos divisas comúnmente utilizadas? Los más partidarios de esto se escudarían en un concepto de dar libertad plena a un ciudadano en sus decisiones económicas. ¿Por qué un ciudadano debe aceptar la bajada del valor de sus ahorros por una decisión de política monetaria? ¿Por qué un ciudadano debe obligatoriamente pagar comisiones por la custodia y transferencia de dinero en una entidad financiera? 

Si yo valido el precio o valor – en cripto- con la contraparte con la que estoy intercambiando un bien o un servicio no tengo porque depender de intermediarios. Tampoco dependo de que el emisor de moneda - los bancos centrales- aumenten la masa monetaria (procesos inflacionistas) y disminuyan mi poder adquisitivo. Las criptomonedas son finitas. Los más interesados en que esto no pasé se escudarán en la fiscalidad: ¿cómo puede llevarse a cabo la recaudación de impuestos si son transacciones anónimas “fuera del sistema”? o el fraude ¿son las criptomonedas el refugio para los corruptos? Y finalmente ¿cómo se protegen los riesgos sistémicos? Quizá no sea tan incompatible si se consigue una regulación que no haga perder la esencia a las criptos. Esa regulación – que ya está en marcha a través de la ley MiCa- debe centrarse exclusivamente en los puntos antes descritos: transparencia, publicidad y seguridad a los inversores. 

En definitiva, veremos fluctuar las criptomonedas, veremos plataformas que no sobrevivirán, pero la gran pregunta es ¿queremos la criptomoneda como el adalid del nuevo sistema financiero? Los bancos centrales tienen la respuesta…