Por si este manguerazo de millones no fuera suficiente, los tipos de interés de la mayor parte de estos países están pegados a cero o, incluso, por debajo, como ocurre con Japón que hace unas semanas los llevó a terreno negativo, hasta el -0,10%. De todos modos, no ha sido el primer banco en tomar esta iniciativa, ni el que la ha llevado más lejos, sino que ese honor le corresponde a los suecos, que desde hace unas semanas tienen el precio del dinero en el -0,50%.
Y, sin embargo, la economía global sigue renqueante, o eso es lo que parece. De hecho, la OCDE rebajó esta misma semana la previsión de crecimiento económico. En concreto consideran que el PIB mundial no variará con respecto al año anterior, lo que implicaría el menor crecimiento en los últimos cinco años. Todo porque la demanda sigue siendo baja, como la inflación, lo salarios y el empleo, dicen en la institución con sede en París.
Para todos los economistas consultados por Estrategias de Inversión, lo cierto es que la lectura de los datos económicos conocidos no indica que se vaya a producir una recesión. Con todo, Philippe Waechter, economista jefe de Natixis Asset Management explica que lo cierto es que el crecimiento de la economía global no es muy fuerte y “como consecuencia su trayectoria podría ser muy sensible a shocks adversos que podrían impactar causando una recesión”.
Entre estos shocks, el experto señala una subida del precio del petróleo, un incremento apresurado de los tipos de interés, o un aumento de las tensiones políticas en algunos países tanto dentro como fuera de Europa.
Con estos datos cabría preguntarse si las intervenciones de los bancos centrales con sus políticas no convencionales han servido para activar el crecimiento de las economías mundiales. Para David Ardura, subdirector de gestión de Gesconsult, la respuesta está clara. En su opinión, “ en el caso de Estados Unidos, no podemos decir que haya sido un experimento fallido. La aplicación de los sucesivos QEs ha coincidido con seis años de crecimiento económico ininterrumpido y unas cifras cercanas al pleno empleo. En Europa estamos prácticamente comenzando el proceso y es pronto para establecer un juicio”. Según el experto” no deberíamos extrapolar lo sucedido en Estados Unidos, puesto que en Europa la falta de unificación de las políticas fiscales y la necesidad de una armonización regulatoria son dificultades al éxito de un programa como el QE”, explica.
Para Waechter, que dadas las política fiscales restrictivas que pusieron en marcha los estados tras la crisis, la ausencia de estas medidas acomodaticias “las economías hubieran caído más creando una situación más débil tanto en los mercados laborales y, probablemente, hubiera creado más inestabilidad política”, dice. En su opinión, la recuperación económica a la que estamos asistiendo está relacionada con la llegada de Mario Draghi a la dirección de la autoridad monetaria europea.
Es más, pese a reconocer que las políticas de los bancos centrales no están exentas de riesgos, Juan Luis García Alejo, director de mercados, análisis y producto en Andbank explica que “han sido las únicas políticas disponibles de forma inmediata para la estabilización de ciertos riesgos sistémicos y tratar de impulsar condiciones expansivas para la economía. Es importante que el sistema en el que se aplican sea en todo caso un sistema abierto de tipos de cambio y con cierto grado de coordinación y supervisión de carácter supranacional multilateral”.
Pero, ¿cuáles podrían ser esos riesgos de los que habla el director de Andbank? Alejo considera que “los QE están mitigando los daños causados por un periodo de crecimiento indebido del crédito” Es más, reconoce que ha provocado un endeudamiento mayor de los Estados. En concreto, la deuda global sobre el PIB ha crecido desde el 165 hasta más del 210% en la actualidad.
Pero el experto explica que “con límites. La política fiscal ha ayudado en este periodo a estabilizar la economía: en unos casos de forma más efectiva que en otros (indiscutible, también). Uno de los problemas que generan los tipos excesivamente bajos es que se pueda estar dando un reparto inadecuado de recursos, creando potenciales burbujas. En todo caso, parafraseando a Draghi: ‘los riesgos de no hacer nada, exceden con mucho los riesgo de actuar en exceso’. Los recuerdos de los años 30 parecen presentes y evitar algunos de los errores de aquella época parece necesario”, asegura.
Pero, si se producen esos shocks que lleven a la recesión nuestras economías, o somos incapaces de que éstas crezcan con más brío, ¿qué herramientas le quedan a los bancos centrales para manejar estas situaciones?
Pues la mayor parte de los expertos creen que el nivel de expansión al que han llegado los bancos centrales es tan alto que en la actualidad ya le quedan pocas cartas que sacar de la manga.
El momento de las políticas fiscales
Para Ardura, “está claro que las medidas convencionales tienen un recorrido muy limitado, nos tendríamos que ir a medidas no convencionales. Y dentro de estas medidas, la compra de activos por parte del Banco Central sigue siendo la más importante. En un mundo de elevado endeudamiento como el actual, la asunción del crédito privado por el BCE (compra de corporativos y deuda financiera) supondría un paso más dentro de las medidas convencionales. Aunque la asunción de riesgo privado por parte de un Banco Central no estaría exenta de polémica y debate”.
En casi todos los casos, los expertos señalan a políticas que no tienen nada que ver con los bancos centrales: las políticas fiscales. Como apunta Waechter, “sin políticas fiscales potentes el riesgo es que se establezca un periodo largo de bajo crecimiento y que se cree inestabilidad”.
Un punto en el que coincide con García Alejo que considera que “de todas las políticas económicas disponibles, por acción u omisión, la única disponible por el momento ha sido la monetaria. Aún existe margen desde el punto de vista de las políticas fiscales y por supuesto de las estructurales (tanto a nivel nacional como supranacional). Pero, ¿tienen margen los bancos centrales? Cada vez menos, si bien aún cuentan con capacidad para seguir actuando. Lo deseable sería la aparición del resto de políticas”.
Tipos de interés negativos
¿Habría que llegar al punto de llevar a terreno negativo los tipos de interés? Ardura considera que pagar por prestar nuestro dinero es algo incongruente. Por su parte el director de Andbank opina que “como única palanca de acción económica es insuficiente y tiene límites. De nada le vale al señor Kuroda seguir expandiendo el balance del BoJ si de la mano no hay acciones decididas en el resto de las políticas. Japón tiene un problema de carácter demográfico notable y de estructuras claramente mejorables (en términos, por ejemplo, de organización de algunos mercados). Éstos no se solucionan haciendo una nueva ronda de expansión monetaria heterodoxa. Hace falta más”.
Una de las principales críticas que han recibido las políticas expansivas es que su efecto adictivo sobre los mercados financieros. García Alejo apunta que “más que las economías, el primer rompeolas con el que se encuentran las políticas monetarias expansivas son los mercados financieros. Los tipos de interés ultralaxos pueden acabar, como hemos señalado, generando riesgos de asignación de activos. Por la vía de la asunción de riesgos indebidos, bien sea de forma directa, bien sea de forma indirecta, mediante el empleo del apalancamiento”.
En la situación actual casi ningún analista cree que la FED vaya a subir tipos este año, lo vimos en las actas de su última reunión. Es más, los mercados piden al BCE que aumente su programa QE, lo mismo que ocurre con el banco de Japón. ¿Qué ocurrirá si las políticas fiscales siguen sin jugar su papel y las instituciones financieras continúan regando de dinero las economías del mundo?
David Ardura piensa que “el principal riesgo de este escenario es que te encuentres con una economía con elevada inflación de activos, con elevado endeudamiento (generado al calor de esos bajos tipos de interés) y unas economías que no generan recursos para ir pagando ese endeudamiento y rebajar el apalancamiento”.
En cualquier caso, el experto explica que no se trata de un escenario que contemple. Eso sí, de darse, Ardura considera que la única solución que le quedaría a nuestras economías sería el impago o transformar la deuda en capital. Si eso llegara a pasar, ¿habría merecido la pena este experimento?
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