Javier Recuenco, miembro de MENSA, explica en qué consiste el complex problem solving, campo en el que afirma llevar años involucrado en resolución de problemática empresarial. “Trabaja de manera sistemática problemas de los que no hay precedentes válidos o el contexto ha cambiado tanto que no son aplicables soluciones previas”. Lo que lo diferencia de la consultoría es que en consultoría “se premia el conocimiento específico de un área completa”, mientras que el complex problem solving lo que premia es navegar sin tendencia fija y no saber exactamente cómo ejecutar. Su ámbito de trabajo es variado, y recoge tanto grandes compañías del Ibex como empresas familiares, startups, y pymes. También ha tenido alguna llamada del sector de la política, donde asegura que los incentivos son muy distintos al mundo empresarial, pero dadas las posibilidades intentarán, en breve, abordar dicho mercado.

En el proceso de resolución de problemas complejos, indica, existen dos fases muy diferenciadas; el sensemaking, donde se nutre de personas que ha formado él y gente de altas capacidades, y las características del equipo de ejecución dependen del problema planteado, por lo tanto no existe un perfil claro.

Javier Recuenco fue presidente durante dos mandatos de MENSA, la rama española de la asociación más grande y más antigua de gente con altas capacidades, donde para ingresar es necesario estar entre el 2% de la población con mayor cociente intelectual. “Buscamos tener un ambiente estimulante para gente que normalmente no puede encontrarlo a menudo”. Eso sí, la edad mínima de entrada está en los 14 años. En chicos y chicas jóvenes de altas capacidades, de hecho, “sus propias características les hacen ser distintos de un colectivo en una edad en la que lo único que quieres es pertenecer a ese colectivo”, señala, añadiendo que “si se les diagnostica lo antes posible, se les aconseja para poder funcionar de manera social, son personas extraordinariamente exitosas”. 

Volviendo a su trabajo con las empresas familiares, señala que el inconveniente fundamental es que “el patriarca o la matriarca han entregado su alma a la compañía”, con toda la problemática que eso supone, tanto para su vida profesional como en los ámbitos familiar y personal. “Si hay una transición emocional efectiva, normalmente hay una transición empresarial efectiva”. En una gran compañía, sin embargo, pasa lo contrario: “hay gente que sí está dispuesta a hacer los que la empresa necesita, pero te encuentras a personas que su agenda personal va muy por delante de la de la empresa, con lo que muchas veces se toman decisiones cuestionables”. 

El caso de las Pymes, afirma, se queda a medio camino. “España es un país de pymes, y se ve muy reflejado en ellas. Como resultado de este anarquismo libertario empresarial, tenemos muy pocas grandes compañías, pero tenemos unas compañías espectaculares que no conoce nadie”. Recuenco señala que la gente que trabaja en pymes no tiene los recursos propios de las grandes corporaciones, por lo que hay mucha “tierra de nadie”.