"Wake me up when september ends" (Despiértame cuando termine septiembre). El conocido tema de Green Day es el sentimiento que pesa en muchos inversores, que, una vez más, ven como se repite la tendencia de caídas en las mundiales, especialmente en las de Estados Unidos. Y, aunque hay datos objetivos que ponen de manifiesto el mal desempeño (en promedio) de estas cuatro semanas desde hace casi un siglo, también es cierto que la creencia a que esto "siempre" sucede tiende a retroalimentar al mercado. 

El porqué 

Precisamente esa es una de las posibles explicaciones al desempeño bursátil del noveno mes del año: dado que los inversores esperan que se produzca el 'efecto septiembre', la psicología del mercado se impone y el sentimiento se vuelve negativo para alinearse con esas expectativas. "La tendencia bajista de septiembre es tan conocida que, en muchos casos, los inversores actúan de manera anticipada, vendiendo activos antes del inicio del mes en previsión de las caídas. Este fenómeno de 'profecía autocumplida' contribuye a consolidar la debilidad del mercado en este periodo", cuenta el analista de fondos de Ei, Carlos Arenas, que encuentra, además, otras posibles explicaciones (ninguna completamente segura) a esta tendencia:

  • Ajustes trimestrales: septiembre marca el final del tercer trimestre, un momento crucial para muchas instituciones financieras. Los fondos de inversión y hedge funds a menudo realizan ventas y compras estratégicas para reorganizar sus posiciones antes de presentar sus resultados trimestrales. Esto genera una mayor presión vendedora en el mercado, lo que tiende a arrastrar los precios a la baja.
  • Factores psicológicos y de comportamiento: muchos inversores y gestores de fondos regresan de las vacaciones de verano en septiembre, lo que coincide con una revisión de sus carteras. Es habitual que se realicen ventas de acciones para ajustar la exposición a ciertos sectores o activos y este movimiento puede desencadenar una oleada de ventas que afecta a los mercados.
  • Factores macroeconómicos: durante septiembre, a menudo se publican datos macroeconómicos importantes, como indicadores de crecimiento económico, inflación y empleo. Si estos datos no cumplen con las expectativas de los inversores, pueden generar preocupación sobre el desempeño económico futuro, lo que provoca una caída en los mercados.
  • El 'factor verano': los meses de verano suelen ser un periodo de menor volumen de operaciones, lo que a menudo genera una falsa sensación de estabilidad. Al regresar los inversores en septiembre, el volumen de transacciones aumenta y las correcciones en los precios se vuelven más pronunciadas.
  • Efecto de las elecciones en Estados Unidos: aunque las elecciones en EEUU se celebran en noviembre, el impacto comienza a sentirse en septiembre. Los mercados suelen ser sensibles a las expectativas sobre posibles cambios en el Congreso, ya que estos podrían influir en políticas económicas, regulatorias y fiscales.
  • Política monetaria: en septiembre, la Reserva Federal y otros bancos centrales suelen anunciar decisiones de política monetaria, que pueden incluir cambios en las tasas de interés.
  • Cierre del gobierno en EEUU: septiembre es el último mes del año fiscal del gobierno de Estados Unidos. Los desacuerdos políticos sobre los presupuestos pueden llevar a un cierre del gobierno federal, lo que genera nerviosismo en los mercados.
  • Azar: algún mes tiene que ser el peor. 

Datos históricos del 'efecto septiembre'

Pero, ¿las acciones siempre bajan en septiembre? No siempre, pero casi siempre. Desde 1928, las acciones han caído en septiembre el 55% del tiempo, es decir, hay algo más de un 50/50 de probabilidades de mostrar un rendimiento negativo para el mes.

Si nos ceñimos a los datos que tenemos desde 1950, según el Stock Trader's Almanac, septiembre ha sido el mes con mayor pérdida porcentual para el S&P 500: en concreto, el promedio de retorno del S&P 500 en septiembre se sitúa alrededor de -1%.

Si miramos a un "pasado más cercano", concretamente a los últimos 30 años, desde 1994 el porcentaje de meses de septiembre en los que el S&P 500 cae es del 49.75%, es decir, el índice ha tenido un rendimiento negativo casi la mitad de las veces. Con todo, y aunque queda patente que los retornos promedio del mercado durante septiembre son notablemente inferiores en comparación con otros meses del año y el final de verano/inicio de otoño es más complicado para el mercado, Carlos Arenas cree que "tampoco es para tanto" y "su promedio negativo no es tan drástico como podría pensarse". Además, si nos centramos en la volatilidad el analista de Ei detalla que en el mismo período de tiempo "los meses más volátiles para el S&P 500, basados en la desviación estándar de los retornos mensuales, son octubre (1,58%), marzo (1,53%), noviembre (1,24%), septiembre (1,23%) y agosto (1,15%). Por tanto, septiembre no es el mes más volátil; de hecho, los meses más volátiles suelen ser aquellos que más rentabilidad media tienen".

Pero las cifras recientes refuerzan más la narrativa: en los últimos 10 años, las caídas han sido aún más pronunciadas, alcanzando casi un -2% en septiembre. Mientras, en los últimos cinco años, el S&P 500 se ha desplomado una media del 4,2% en este mes

Los últimos cuatro septiembres han sido particularmente feos para el S&P. Redondeando los porcentajes, en 2023 la bajada ha sido del 5%, en 2022 del 9%, en 2021 del 5% y en 2020 del 4%.

¿Será distinto este septiembre 2024?

Este año, septiembre promete no ser diferente. Con las expectativas de inflación ancladas, la atención se ha desplazado hacia las señales de debilidad de la economía, que podrían acelerar la flexibilización de la política monetaria. Pero si bien los recortes de tasas tienden a ser un buen augurio para las acciones, ese no suele ser el caso cuando la Fed se apresura a evitar una recesión, como muchos inversores están pensando y dejando patente en las ventas en bolsa.

Así, la jornada del pasado martes, día 3, fue la primera del mes en Wall Street (ya que el lunes el mercado norteamericano echó el cierre por la celebración del Día del Trabajador), y el comienzo del período no fue precisamente alegre, con correcciones que superaron el 2% en el S&P 500 (-2,1%) y el 3% en el Nasdaq 100 (-3,3%) en el cierre diario, lo que supuso los peores comienzos de mes para ambos índices desde 2015 y 2002, respectivamente. 

El cómputo semanal no muestra mejora alguna sino todo lo contrario. El viernes pasado, Wall Street sufrió una nueva caída, y los valores tecnológicos se llevaron la peor parte después de que el informe de empleo, considerado el más importante del año, fuera lo suficientemente débil como para mantener la preocupación por la economía. Y es que, a la moderación del pasado jueves en la estimación de empleo privado de la ADP (99.000 frente a los 144.000 esperados), el informe de empleo del Departamento de Trabajo del viernes también rompía las previsiones a la baja, al conocerse que la economía estadounidense creó 142.000 empleos en agosto, por debajo de las 161.000 nóminas no agrícolas que habían anticipado los analistas; por su parte la tasa de desempleo bajó al 4,2%, esta vez sí en línea con lo esperado. Con ello, el índice S&P 500 terminó su peor semana desde marzo de 2023 cayendo un 4.23%, mientras que el Nasdaq restó un 6% en el acumulado de la semana.

"No nos equivocamos si decimos que el sentimiento que hemos visto durante esta primera semana de septiembre ha sido de mucha cautela. Viniendo de las subidas vividas durante buena parte del mes de agosto y a la espera de lo que venga en un mes de septiembre que tradicionalmente no es halagüeño para la renta variable, es algo completamente lógico", explica el analista de iBroker, Antonio Castelo. "Durante las próximas semanas los inversores tendrán que calibrar el riesgo entre la probabilidad de un aterrizaje brusco en la economía de EEUU y la posibilidad de que la Fed se muestre más cauta en sus recortes de tipos de lo que se está cotizando en este momento. Y en éstas estamos", añade.

¿Momento de revaluar las carteras? Mejores activos para afrontar el 'efecto septiembre'

"Con este escenario cabe esperar problemas para la renta variable global. En Europa, además de los sectores industriales veremos con problemas a los valores ligados al lujo, ya que la debilidad de la economía china y los previsibles aumentos de aranceles que veremos por parte de EEUU no ayudan nada. En Estados Unidos es posible que los valores tecnológicos se tomen un respiro en su carrera, pero no olvidemos que la expectativa de un escenario de tipos más moderado, si se produjera, favorecería al segmento 'crecimiento' vs el segmento 'valor', saliendo de nuevo Europa perjudicada", cuenta Antonio Castelo.

"En conjunto, sigue siendo recomendable la diversificación y la cautela en la renta variable, al mismo tiempo que la calidad (somos menos positivos de fondo en las small caps). Aunque las bajadas que se produzcan durante el mes pueden ser una oportunidad de compra para aquellos inversores con menos aversión al riesgo, especialmente en las grandes tecnológicas, en valores de calidad, también entendemos que para los más moderados puede haber oportunidades", añade el analista de iBroker.

Port otro lado, al calor de las bajadas de tipos, habrá que tener en cuenta los valores y sectores en los que los que éstas tengan un evidente impacto. "Las empresas de servicios públicos (utilities), son el ejemplo más evidente, especialmente las relacionadas con energías renovables, que han estado fuertemente castigadas durante el año. El sector inmobiliario-socimis, puede suponer también una oportunidad, ya que estas empresas cotizan por debajo del valor neto de sus activos. También pueden ser interesantes los negocios relacionados con gestión de infraestructuras" detalla Castelo, que añade, por último, "y aunque pueda parecer un contrasentido, a la banca como beneficiada, ya que aunque una bajada de tipos supondría un estrechamiento en sus márgenes también podría ver incrementado su volumen de negocio al aprovechar empresas y particulares una bajada de tipos para solicitar más financiación".

Por su parte, Rafael Ojeda, analista macro global de Fortage Funds, también apuesta por una cartera diversificada y nos detalla sus preferencias en los diferentes tipos de activos. En este momento, y pensando en las bajadas de tipos de septiembre, "incrementaría mi exposición en renta fija". En el mercado de divisas, "tomaría posiciones en euros y me quedaría más corto en dólares". En materias primas, "seguiría teniendo oro y tomaría posiciones en petróleo cuando estuviera realmente barato (por ejemplo, si el crudo cae de 70 dólares y no hubiera nada que indicara que ese precio tiene sentido me pondría largo).

En renta variable, Ojeda cree que "hay que buscar acciones baratas, sobre todo en value, porque el growth y las tecnológicas están caras". En este sentido, su apuesta, más allá de las grandes mega caps americanas, está en empresas de mediana capitalización americana; por ello, "estaría largo en empresas del Russell 3000". Además, también "me gusta la renta variable europea, que está barata frente a la EEUU".

A nivel sectorial, el analista cree que en EEUU habrá que estar atentos al ganador de las elecciones. "Ante una posible victoria de Trump habría que primar a las empresas energéticas o de armamento, mientras que si hay señales de que van a ganar los demócratas me pondría largo en consumo básico y cíclico, e infraestructuras". En Europa, "tomaría posiciones tácticas en compañías financieras, en empresas que den elevado dividendo, con flujo de caja previsible y que no sufran gravemente en bolsa, independientemente del contexto macro. En el otro lado, huiría de compañías con sectores muy expuestos a China como el sector del automóvil o lujo".

Dicho esto, y a pesar de los desafíos que suele presentar septiembre, los expertos aconsejan no hacer ajustes drásticos en las carteras basándose únicamente en las tendencias estacionales y adoptar un enfoque más mesurado, ajustando las carteras a las condiciones actuales del mercado. Además, tal y como cuenta el analista de fondos de Ei, Carlos Arenas, para mitigar el impacto del "efecto septiembre", junto a la diversificación y el enfoque a largo plazo, una buena opción es "mantener efectivo disponible, ya que tener una reserva de liquidez permite a los inversores aprovechar oportunidades de compra durante las caídas del mercado".