Las nuevas previsiones de crecimiento e inflación sólo acercan ligeramente al BCE a las propias previsiones de Aberdeen por debajo del consenso; el mercado ya está fijando una perspectiva muy plana para los tipos de interés oficiales del BCE; y los detalles del TLTRO-III son en realidad ligeramente menos generosos que los del programa anterior.
Según Aberdeen, las conclusiones que se han sacado tras la rueda de prensa del BCE han sido las siguientes:
1. Disminución de las previsiones de crecimiento y de la inflación. Las nuevas proyecciones macroeconómicas de los expertos del BCE elevaron la previsión de crecimiento para 2019 al 1,2%, pero redujeron la estimación al 1,4% para 2020 y 2021. Con el tiempo, el BCE se verá obligado a volver a reducir las previsiones de crecimiento.
2. Cambios en las políticas monetarias: amplió su forward guidance, comprometiéndose a mantener los tipos en suspenso al menos hasta mediados de 2020. Esto representa una modesta relajación de su visión, ya que el mercado no veía prácticamente ninguna posibilidad de subida antes de mediados de 2020. Esta ampliación se justificaba principalmente en el contexto de la creciente incertidumbre comercial.
3. Reducir los tipos de interés o de reiniciar el QE. Draghi ha subrayado que el BCE está dispuesto a actuar "si se materializan contingencias adversas". De hecho, el Consejo de Gobierno debatió explícitamente los recortes de tipos o la reanudación del QE como posibles opciones de política económica, en caso de que las condiciones lo justifiquen.
La declaración señalaba que "la contribución positiva de los tipos de interés negativos a la orientación acomodaticia de la política monetaria y a la convergencia sostenida de la inflación no se ve socavada por los posibles efectos secundarios sobre la intermediación bancaria", lo que significa que el BCE cree que podría reducir aún más los tipos de interés en caso necesario. Por su parte, Draghi afirmó que el BCE aún tiene un "margen de maniobra considerable" para realizar compras de bonos de calidad.
En definitiva, la probabilidad de una relajación significativa de la política del BCE está aumentando claramente, tanto porque los fundamentales del crecimiento como de la inflación son débiles, es muy posible que se produzca una nueva escalada de la guerra comercial, y el debate en el Consejo de Gobierno se está orientando hacia una nueva relajación.