La banca en España se enfrenta a una dramática caída de los ingresos, que el límite impuesto a la rentabilidad de los depósitos intenta frenar, como consecuencia del (1) desapalancamiento, (2) el incremento de la morosidad, (3) unos tipos de interés históricamente bajos y (4) el aumento del coste de financiación. Hay además compromisos pendientes de provisionar como consecuencia de los últimos Reales Decretos.


Entre las entidades puramente domésticas,
CaixaBank parece la opción más atractiva en términos de riesgo/rentabilidad, mientras que entre los internacionales debemos mostrar una clara preferencia por BBVA frente a Santander, debido a su más cómoda posición de capital y positiva expectativa de su negocio en México, uno de los mercados que en general debería comportarse mejor este año.

En otro orden de cosas y entrando en el debate sobre la necesidad de que finalmente España tenga que recurrir al rescate vía OMT/ESM, o si la amenaza de su utilización será suficiente para evitar el rescate, en realidad, hay sólo tres escenarios posibles:

1.- En el primer caso, España no necesita recurrir al rescate debido a que la coyuntura económica global y las reformas estructurales comienzan a dar resultados y empezamos a observar que el crecimiento económico español se vuelve positivo, el desempleo cae, la morosidad bancaria desciende, el crédito fluye y las finanzas públicas se equilibran. Los tipos que España paga por su deuda se mantienen bajos debido a que España está simplemente mejor, no por la posibilidad de intervención del BCE. Sería una posibilidad maravillosa pero, hoy por hoy, es solamente una fantasía.


2.- En un segundo escenario España solicita la ayuda europea por su propia iniciativa en lugar de esperar a que el mercado precipite la situación. El Gobierno entiende que merece la pena negociar aprovechando la actual posición, relativamente cómoda, una cesión de sobreranía fiscal con la firma del correspondiente memorando y aceptar unos plazos de revisión de cumplimiento de los objetivos a cambio de la financiación y estabilidad. No obstante, si vale la pena solicitar el rescate de manera voluntaria ahora o en el futuro, entonces era también valía la pena hacerlo hace un año y si hasta ahora el Gobierno español ha evitado dar el paso no hay razón para pensar que esto vaya a cambiar.

3.- Lo que nos deja con el último escenario: el mercado pierde la fe y la paciencia ante el empeoramiento de la situación económica en España, incremento del desempleo, aumento de la morosidad, restricción del crédito y desequilibrio de las finanzas públicas. Adicionalmente las manifestaciones del Gobierno en el sentido de que no solicitará la intervención del BCE incrementa la percepción de riesgo que los inversores tienen de sus posiciones en bonos a corto plazo, las agencias de calificación amenazan con rebajar a bono basura la calificación de la deuda soberana, la prima de riesgo repunta y provoca un nuevo episodio de crisis que termina por empujar a España a solicitar el rescate.

Lamentablemente y a pesar de la actual complacencia y momento de felicidad generalizada, el escenario más probable es este último. Pudiera ser que la rotación que venimos observando en la deuda española desde el verano pasado, cambiando vencimientos a largo por vencimientos a corto, no fuera sino la preparación del Gobierno para cuando esto suceda, tratando de acumular todo el papel posible a corto plazo... Recordemos que el mecanismo de intervención de la OMT únicamente se llevará a cabo sobre deuda emitida tras la petición de la ayuda.