Un buen modo de detectar patrones en el mercado es ver cómo se mueven las grandes fortunas. Y el veredicto parece claro si se atiende a los flujos de las últimas cuatro semanas de los clientes privados de Bank of America. 

De acuerdo con un informe del gigante bancario, los clientes privados de BofA Global Wealth and Investment Management (GWIM) acumulan fuertes salidas del sector de la energía en las últimas cuatro semanas, al tiempo que se ha disparado la inversión en acciones japonesas. No es un asunto baladí, teniendo en cuenta que estos clientes en conjunto tienen unos 3,1 billones de dólares en activos bajo gestión.

La tendencia es clara: por un lado, se incrementa la apuesta por la Bolsa japonesa, donde el índice Nikkei 225 acumula una subida de más de un 100% desde los mínimos del Covid-19 en 2020. Por el otro, se da la espalda al sector de la energía, que fue el gran protagonista en Bolsa del año pasado. 

En 2023, sin embargo, la energía no pasa un buen momento en Bolsa. Occidental Petroleum, la gran favorita del magnate Warren Buffett, se sitúa con saldo negativo este año tras el espectacular 2022 en el que prácticamente duplicó su cotización. Si se compara su actual cotización con los máximos de 75,97 dólares que llegó a marcar en noviembre del año pasado, el resultado arroja una caída de más de un 20%.

También llegó a duplicar su cotización en 2022 Marathon Oil, que cae no obstante un 30% desde sus máximos de noviembre. Comportamientos algo menos bruscos presentan los gigantes Chevron y Exxon Mobil, también con saldo negativo en el año.

Al mismo tiempo, el barril de petróleo West Texas, que llegó a superar los 120 dólares en el inicio de la invasión de Ucrania, cotiza actualmente por debajo de los 70 dólares.

La demanda de petróleo empieza a frenarse

Y las perspectivas de demanda de petróleo no son nada halagüeñas, tampoco. “El cambio hacia una economía de energías limpias se está acelerando, y se prevé que la demanda mundial de petróleo alcance su punto máximo antes de finales de esta década, a medida que avancen los vehículos eléctricos, la eficiencia energética y otras tecnologías”, en palabras del Director Ejecutivo de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), Fatih Birol.

En su último informe de mercado a medio plazo, publicado ayer miércoles, la agencia prevé que la demanda mundial de petróleo, en las condiciones actuales de mercado y políticas, aumentará un 6% entre 2022 y 2028 hasta alcanzar los 105,7 millones de barriles diarios gracias al impulso de los sectores petroquímico y de la aviación. Sin embargo, el crecimiento anual de la demanda se reducirá de 2,4 millones de barriles diarios este año a 400.000 barriles diarios en 2028.

"La desaceleración de las economías avanzadas hace que las perspectivas mundiales dependan aún más de que la reapertura de China tras la pandemia mantenga su impulso inicial, lo que a la larga impulsará el comercio y el sector manufacturero mundiales", señala la agencia, al tiempo que subraya que el consumo "reprimido" de Pekín alcanzará su punto álgido a mediados de 2023, tras un repunte de 1,5 millones de barriles diarios, pero perderá impulso hasta situarse en una media de 290.000 barriles diarios interanuales entre 2024 y 2028.

En cuanto a la oferta, la AIE prevé que la capacidad de suministro mundial aumente en 5,9 millones de barriles diarios hasta alcanzar los 111 millones de barriles diarios en 2028. Esto generará una reserva de capacidad de 4,1 millones de barriles diarios, concentrada en Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos, pesos pesados de la OPEP.