La baja exposición a las importaciones de combustible ruso lograron mantener el negocio de RWE al margen de la crisis energética derivada de la invasión rusa a Ucrania, e incluso pudo expandirse en el mercado de energías renovables de Estados Unidos a través una adquisición de 6.800 millones de dólares.
Para este año, ha dicho la compañía, que las inversiones netas de 4400 millones de euros que realizó en 2022 se van a superar al tiempo que ha anunciado un dividendo de 1 euro por acción para 2023, lo que supone un aumento del 11% interanual.
"RWE es uno de los impulsores internacionales de la transición energética. Ahora ocupamos una posición de liderazgo en todas nuestras regiones principales: en la UE, Reino Unido y Estados Unidos", dijo el consejero delegado Markus Krebber. "Seguiremos reforzando esta posición mediante inversiones masivas en nuestra actividad principal verde".
En este ejercicio 2023, RWE espera que los beneficios ajustados antes de intereses e impuestos (EBIT) se sitúen entre 3.600 y 4.200 millones de euros, lo que supondría una caída de una quinta parte en comparación con los niveles de 2022. El mercado estima un EBIT ajustado de 3.800 millones de euros, sabiendo que las cifras de 2022 se vieron impulsadas por factores puntuales, como un enorme beneficio comercial y altos márgenes en las centrales eléctricas de gas de RWE gracias a la subida de los precios mayoristas.
El valor sube cerca de un 3% en la sesión y se mueve en los 36,29 euros, todavía lejos del precio objetivo que le otorga el mercado, en los 50,98 euros y que supondrían un potencial del 29,5% sobre los precios a los que cotiza hoy la compañía. De los 22 analistas que cubren hoy el valor, según el consenso de Reuters, 19 optan por recomendar su compra o fuerte compra frente a tres que se mantienen neutrales.
El valor, que cede más del 5% desde comienzos del ejercicio, ha visto cómo desde mediados de 2022 el potencial otorgado por el consenso se ha incrementado en más de 10 euros.