El  diagnóstico de Credit Suisse pasa revista a los planes estratégicos y proyectos operativos en marcha de las ocho mayores multinacionales compañías petrolíferas europeas, con objeto de analizar y valorar su grado de alineamiento con los objetivos de transición energética en todos sus ámbitos de negocio global. El estudio, que lleva la firma del departamento de investigación medioambiental, social y de gobierno corporativo de Credit Suisse, establece un traje a medida, una evaluación específica, pero con datos comparativos, sobre los avances que las supermajors europeas han realizado, tiene en desarrollo o los proyectos verdes futuros que tienen en mente impulsar en los próximos ejercicios. Es lo que sus autores -Thomas Adolff y Arjun Saini- llaman un examen de transición, cuya nota definitiva se extrae a partir de la revisión de 23 indicadores métricos claves para determinar el grado de transformación de cada variable agrupadas en cinco grandes bloques temáticos: la involucración de las energías limpias en sus actuales carteras de inversión; el nivel de resistencia financiera a los cambios a los regímenes de carbón o a sus flujos macroeconómicos; la colocación de sus movimientos de capital en segmentos esenciales para la transición energética; los objetivos y ambiciones hacia las emisiones cero de CO2 y, finalmente, la gestión de incentivos. Y, tras la revisión final, Repsol encabeza el ranking. Por delante de Shell, la holandesa, y de Equinor, la noruega. La francesa Total se sitúa en cuarto lugar.    

 

 

Son las cuatro petroleras con puntuaciones más altas en transición global; es decir, en el proceso de reconversión corporativa y, “desde nuestro punto de vista -dicen Adolff y Saini- las preferidas entre los valores bursátiles que persiguen los inversores con preferencias ecológicas” entre sus carteras de capital. Aun así, existen distinciones. También similitudes. Repsol y Shell consiguen las más altas notas en objetivos y ambiciones, pero la major holandesa lidera las metas en favor de la neutralidad energética en el mercado del gas, mientras que la española lo alcanza en los avances hacia las emisiones cero a través de en proyectos renovables. En cambio, Equinor obtiene mejores valoraciones en los tres primeros pilares, pero retrocede por la debilidad de sus ambiciones y de sus metas, así como en sus compromisos con los incentivos empresariales para avanzar hacia una estrategia sostenible. 

Repsol y Shell son las únicas que asumen el reto de lograr la neutralidad energética en 2050

A buen seguro que el galardón de Credit Suisse a Repsol ha tenido mucho que ver con la hoja de ruta desvelada el pasado mes de diciembre por la major hispana. Pionera en apostar por las emisiones cero, en 2050, en todos sus productos, lo que le otorga un valor añadido en materia climática. Es la postura de mayor ambición corporativa, ha divulgado la prensa internacional, que se hizo eco del anuncio oficial. Repsol focaliza su reto -aseguran en la petrolera- sobre el valor en vez de en el crecimiento productivo. Aunque también anticipó la revisión de su visión de futuro en cuanto a la valoración de sus activos de crudo y gas en un mundo descarbonizado, lo que les supondrá un cargo en las cuentas de 4.800 millones de euros. Los gastos, aseguran en Repsol, “serán redirigidos hacia la transición energética con inversiones en proyectos solares y eólicos” que, de forma combinada, tendrán una capacidad de 1.600 megawatios, impulsando la cartera de renovables de la compañía hasta el 40%. “Estamos convencidos de que debemos ser más ambiciosos en los objetivos de lucha contra el cambio climático” afirmó entonces Josu Jon Imaz, su consejero delegado, porque “creemos que es ahora el momento de Repsol, en el que tenemos que demostrar toda nuestra confianza”. El road map de Repsol autoimpone a la firma una disminución de su producción contaminante del 10% en 2025 -a partir de un indicador de intensidad de carbono con base de emisiones en 2016- para alcanzar el 20% en 2030, el 40% en 2040 y emisiones netas cero en 2050. Y vinculará el 40% de las retribuciones variables de sus directivos a la consumación de los Objetivos de París.

 

 

Los analistas de Credit Suisse destacan las inversiones en renovables de la petrolera española en 2018, con objeto de determinar, como en el resto de las siete europeas, la cuota de gastos orgánicos e inorgánicos que realmente se destinan a energías limpias propias o a través de algún tipo de alianza empresarial. Y, en este sentido, destacan la adquisición de Viesgo y de Valdesolar por parte de Repsol. También la entrada de Lightsource en la estructura accionarial de BP, así como las inversiones de Total en Direct Energie, SunPower y Total Eren, y las de Shell en Silicon Ranch y Cleantech Solar o la incorporación en el accionariado de Equinor de la planta eólica de Baltyk o el anuncio de ENI de absorber los activos de la solar estadounidense Falck Renewables.

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En general, explican Adolff y Saini, todas ellas admiten su compromiso hacia la reducción de las emisiones, pero mediante una amplia variedad de estrategias. Las International Oil Companies o IOC, como se les conoce en el sector y en los mercados, siguen ritmos distintos en este avance. Repsol y Shell “son las únicas que asumen el reto de lograr la neutralidad energética en 2050 […] pero sólo la petrolera española “ha revelado que su desafío es el de cero emisiones netas”. Y el recorrido para alcanzar el desafío máximo ha calado entre los inversores. Frente a estrategias que ofrecen menos garantías como la de Total, que podría buscar la salida de sus depósitos del llamado oil sands, -con arenas bituminosas y altas concentraciones de materiales hidrocarburos- o petróleo sucio, según admite la Agencia Internacional de la Energía (AIE) por su elevada tasa de contaminación, o elevando el peso de su negocio de gas a medio plazo. Por contra, Repsol, dicen en Credit Suisse, dispone de una capacidad de renovables de 2,9 gigawatios (GW), de los que 0,7 procede de fuentes hidráulicas. Con proyectos en marcha (Pi, Delta, Sigma y Windfloat) a los que hay que añadir Valdesolar -explica el informe- con los que elevará en 1,1 GW su poder actual de energía limpia. El banco de inversión suizo también destaca las “substanciales reservas de gas y su cada vez mayor proporción en la cuota productiva” de la multinacional española, que alcanza el 62%, frente al 46% de Galp, con la que comparan.

 

 

La positiva valoración de estudios como el de Credit Suisse tienen traslación en la elección de Repsol -también de Shell- en las carteras que gestionan fondos de inversión como el Church Of England Pension Board, que acaba de incorporar a ambas petroleras entre sus activos, debido a su “alineación con los objetivos de cambio climático del Acuerdo de París” al tiempo que excluye a otras supermajors como BP, Exxon y Chevron. Su índice de mercados incorpora datos de la Transition Pathway Initiative (TPI), una asociación con sede en Londres que reúne a 50 grandes inversores. Esta Iniciativa analizó el pasado año el desempeño y la estrategia de 135 compañías energéticas en la lucha contra el cambio climático y valoró a Repsol como una de las dos únicas empresas del sector del petróleo y gas, junto a Royal Dutch Shell, comprometidas plenamente con la aspiración de alcanzar los objetivos marcados en la COP21 de París. Church of England Pension Board invierte más de 600 millones de libras en activos globales que respaldan medidas de lucha contra el cambio climático. Y la metodología de su indicador valora los avances en esta dirección. Elevando en un 35% sus líneas estratégicas de ingresos verdes, y reduciendo, hasta en un 69% la exposición de las empresas a reservas fósiles y en otro 36% las operaciones que impliquen emisiones de CO2.