Una inversión en el mercado de renta variable o de deuda siempre debe verse en el contexto de la asignación global de activos y la pregunta clave que debe hacerse un inversor es qué interés adicional obtiene a través de la exposición a la renta variable frente a los bonos.
Porque hay una cosa que todos sabemos: de alguna manera
debe compensarse la volatilidad adicional y las noches sin dormir resultantes de una inversión en bolsa. De lo contrario, podríamos comprar un bono soberano de Estados Unidos a 10 años y mantenerlo hasta el vencimiento. Este examen preliminar y el ejemplo de los bonos gubernamentales a 10 años, que vemos como una inversión alternativa, nos lleva al principio de nuestros pensamientos en cuanto a qué evolución tendrán los mercados de renta variable, y en particular el estadounidense, este año.
Para saber si compensa el riesgo asumido, nos puede servir de ayuda utilizar el denominado ratio de rentabilidad de los bonos frente a la renta variable (BEER, por sus siglas en inglés). Este es un enfoque muy simple, en el que uno crea una relación entre el rendimiento de los bonos en cuestión en comparación con la rentabilidad por dividendo del mercado de renta variable elegido. Generalmente, un BEER mayor que 1 implica que las acciones están sobrevaloradas, mientras que una cifra por debajo de 1 se corresponde con una infravaloración.
Los últimos 60 años han demostrado que existe una fuerte correlación entre los rendimientos generados por las compañías cotizadas en el mercado de renta variable y la rentabilidad en el mercado de bonos. El rendimiento de los ingresos es relativamente fácil de determinar: las ganancias de las compañías se dividen por su capitalización de mercado. Si los inversores están dispuestos a pagar más por los beneficios de una empresa, el rendimiento de los ingresos cae.
Por ejemplo,
actualmente la rentabilidad de los beneficios de las compañías se sitúa en el 5,5%, mientras que el rendimiento de los bonos americanos a 10 años se sitúa solo en el 2,2%. Por tanto, la distancia entre ambos indicadores es de 330 puntos básicos y el BEER es del 0,4, cifras que se encuentran por encima de la media de los últimos 10 años, que se sitúa en 270 puntos. En nuestra opinión, esta distancia seguirá decreciendo en 2015, como lo ha hecho los últimos ejercicios, pasando de 580 puntos a comienzos de 2012 a los 330 actuales. En este momento es difícil encontrar retornos en el mercado de renta fija, pero los resultados de las compañías ofrecen rentabilidades atractivas del 5,5%.
Por tanto, y dado que no esperamos que las rendimientos de los bonos vayan a descender más si la Reserva Federal cumple su palabra y sube los tipos de interés,
no vemos otra opción para los inversores que no sea apostar por la renta variable, aunque sin olvidar (como nos han enseñado experiencias pasadas) que una correcta combinación en la cartera de deuda y renta variable suele ofrecer el mejor riesgo-retorno.