La guerra de Ucrania ha puesto patas arriba el tablero energético. Los precios del gas, petróleo y otras materias primas se han disparado y han desencadenado una batería de movimientos geoestratégicos.

Son muchos los expertos que aseguran que el mundo, y principalmente el continente europeo, se enfrenta a una escasez de energía que está estimulando una inflación récord y empujando la economía a la recesión. De momento, los hogares se encuentran con que pagan más de 10 veces por lo que pagaban en enero de 2020 y, a pesar de subvenciones y precios máximos que podrían ser un arma de doble filo, los ciudadanos están siendo unas de las principales víctimas de dicho escenario, teniendo en su contra, además, un aumento en el precio de los créditos y unos salarios que no suben.

¿Realmente hay escasez de energía?

En este punto, son muchos los expertos que distinguen entre crisis energética (por falta de la misma) y crisis de inflación energética. Álex Fusté, economista jefe global de Andbank y director de inversiones de Andbank España, asegura que "no va haber inflación energética en el mundo, solo en algunas partes como Europa porque está peor parada. La explicación para Fusté en sencilla. "Hemos empezado una especie de guerra entre demandantes y ofertantes de energía, y en esa guerra los grandes consumidores que sean autónomos no van a tener problemas pero los demandantes que no sean autónomos sí. Pero, a nivel mundial no va a haber una inflación de energía, porque no hay un problema de escasez; hoy Rusia no vende a Europa, sino que se lo vende a China y China nos lo revende más caro, hay un cambio de circuito pero la energía está ahí. En el resto del mundo no tienen este problema de "no venta", es Europa la que, por una serie de circunstancias políticas, está peor parada", cuenta.

Pero no son los único países que se están beneficiando "a costa de los bolsillos europeos". Aurelio García del Barrio, director del Global MBA con especialización en Finanzas del IEB, señala que "EEUU ya ha elevado enormemente su presencia en Europa al ofrecer el gas que el Viejo Continente quiere dejar de comprar a Putin. También se han beneficiado Venezuela, Qatar, Argelia, Noruega o China. Pierden, a corto plazo, los países más dependientes, España, entre ellos". 

Se trata más de una crisis de precios energéticos que por falta de energía entonces. En cualquier caso, "si a corto plazo los países productores de gas, petróleo y carbón se están beneficiando por la guerra en Ucrania, a largo plazo la perspectiva es diferente y los ganadores tienen etiqueta verde. Europa tiene claro que, cuando se supere la emergencia actual, el futuro no pasa por depender de países alternativos a Rusia, sino por ser autónomos a nivel energético. Esto se logrará con un impulso a las renovables y, en países como Reino Unido o Francia, complementando éstas con la energía nuclear", señala Aurelio García del Barrio.

Rusia no es el único foco de las escalada de precios

Pero Rusia no es el único "culpable" en esta inflación energética, sino la gota que ha colmado el vaso. Cierto es que ellos tienen la llave que abre y corta el grifo, además de fijar los precios que desean, y es algo que conocen los mercados, de ahí que, ante cualquier acontecimiento, tiemblen y vuelvan a incrementar la tendencia de los precios de la energía. También es innegable la dependencia energética del gas ruso en el Viejo Continente; a modo de ejemplo, la producción manufacturera de Alemania, la mayor economía de Europa, de aproximadamente 1,9 billones de dólares, depende del equivalente a sólo 27.000 millones de dólares de energía rusa, según datos de Credit Suisse.

Pero hay más razones en esta escalada de precios. "La alta demanda de energía a nivel internacional para superar la pandemia, los esfuerzos de China por dejar el carbón, las históricas restricciones de infraestructura para incrementar la producción de hidrocarburos, los inviernos más fríos, la ausencia de viento en Europa, los huracanes en el Caribe, las sequías en América Latina, la falta de desarrollo de las fuentes renovables en el mundo, el aumento del precio de los derechos de CO2 y el pago de más costes en forma de penalizaciones, y el insuficiente compromiso por cumplir con las metas de descarbonización del Acuerdo de París", son algunas de las otras causas de una energía disparada, señala Aurelio García del Barrio, director del Global MBA con especialización en Finanzas del IEB. 

¿Hacia dónde irán los precios energéticos a medio plazo?

Con este escenario, la pregunta es: ¿hasta cuándo y hasta dónde? El futuro del mercado energético para los próximos meses se presenta incierto y repleto de trabas, pero a medio plazo parece que aclara. 

Álex Fusté, de Andbank, es optimista en este sentido. "Creo que, con el tiempo, va a hacer deflación de energía y no descarto que el precio de la energía tienda a cero, porque no hay un problema de escasez".

Desde IEB opinan que la clave está en la guerra que se lidia en Europa. "Mientras vivimos con la incertidumbre de si Rusia puede cortar el grifo del gas en Europa, muchas comercializadoras no saben ya que precios fijos ofertar. El problema reside en la duración del conflicto en Ucrania y la clara dependencia energética que existe. Dependiendo del tiempo en el que duren las amenazas, la tendencia en los precios de la energía variará de una forma u otra". No obstante, "lo más importante viene de cara a principios de 2024, cuando vemos una clara bajada coincidiendo con una posible recuperación energética y económica de Europa".