En caso de seguir adelante con la tramitación de una hipoteca, deben evaluarse otros condicionantes, desde el registro de nóminas al uso de tarjetas de crédito (con un determinado gasto) y evaluando la contratación de un plan de pensiones, un seguro de vida y un seguro de casa, en función a la situación económica de los solicitantes. A estos gastos, de hipoteca más complementos, toda persona que desea adquirir una vivienda deberá sumar los gastos relacionados como impuestos, notarios y tasaciones.

La solicitud y concesión de una hipoteca, en consecuencia, dependen exclusivamente de un análisis financiero. Hay mucho dinero en movimiento y más en estos tiempos donde los tipos de interés fluctúan en niveles altos. La mayoría de las hipotecas están orientadas al Euribor, ya sea en forma variable o mixta. En menor medida, quizá haya opción a firmar una financiación a un interés fijo. Debido al alto precio de las viviendas, muchas entidades solicitan la firma de un seguro de vida para la hipoteca de los firmantes, un trámite siempre aconsejable en caso de algún hecho no planificado.

Conocidos todos los elementos que deben tenerse en consideración, ¿cómo podemos saber qué tipo de hipoteca podemos firmar sin ahogarnos desde un punto de vista financiero? Es decir, en función de nuestros ingresos. Como consejo general, los expertos financieros recomiendan destinar no más del 40% de esa cantidad (del sueldo de los firmantes) al pago de la hipoteca, incluyendo todos los complementos que se firman con la entidad bancaria.

‘La fórmula mágica’: el 40%

Esto no significa que no puedan concederse hipotecas ‘sin cumplir’ con esta normativa, aunque todo ello dependerá de los ahorros. Y al contrario, quizá se cumpla esa norma, pero haya otros prestamos que el banco considera incompatibles con la firma de una hipoteca.

Si esto lo plasmamos en números, una pareja que cuenta con 2.000 euros de ingresos conjuntos podría destinar alrededor de 700 euros al pago de una hipoteca, que nunca suele superar el 80% del precio de compra de una vivienda; esto significa que debe tenerse ahorrado. El resto de ese salario quedaría para satisfacer otras necesidades: alimentación, pago de suministros de la casa, ocio y otra serie de gastos mensuales a los que deben hacerse frente. E incluso, aunque sea en un porcentaje pequeño, hacer frente a algún tipo de imprevisto que pueda surgir.

Contratar un seguro de vida: afín a una hipoteca

Por esta razón, muchas personas y entidades bancarias recomiendan la contratación de un seguro de vida. La finalidad no es otra que cubrir a los titulares de la hipoteca en caso de un fallecimiento o ser declarados con una incapacidad total, ayudando en este caso a hacer frente económicamente al préstamo hipotecario, evitando que un titular quede en una situación complicada desde un punto de vista financiero. 

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