Además, la dinámica de la oferta en varios mercados está contribuyendo a tensionar los balances actuales y futuros. Esto refleja en parte las fuerzas naturales del mercado, donde los precios bajos están reduciendo o eliminando los superávits, como observamos en los recortes de producción del níquel y el lento crecimiento de la oferta de metales del grupo del platino. Sin embargo, también vemos el potencial de perturbaciones no planificadas de la oferta, como el caso notable del cobre, así como la capacidad de los grandes productores para ejercer influencia en el mercado a corto plazo, como lo demuestra la decisión de la OPEP+ de prorrogar los recortes de producción hasta el segundo trimestre de 2024.
En consecuencia, el equilibrio entre la oferta y la demanda se ha ajustado y la mayoría de las previsiones de precios para 2024 han sido revisadas al alza, en general en un rango del 5 al 10%. Sin embargo, mantenemos la opinión de que las narrativas en torno a una falta de inversión generalizada en nueva oferta son exageradas. Un ejemplo de esto es la respuesta de los productores de petróleo de esquisto a las señales de los precios.
Nuestras previsiones a largo plazo señalan tendencias divergentes en las materias primas. En cuanto a la demanda, vemos la transición energética como un elemento distintivo, no una tendencia universal que afectará a todos los sectores por igual. Respecto a la oferta, existe una gran disparidad entre los precios actuales y los que probablemente serán necesarios para incentivar un crecimiento suficiente de la producción.
Si los precios de las materias primas experimentan este repunte, las implicaciones para la inflación de los bienes podrían llegar a ser perjudiciales, ya que reducirían el margen para que los bancos centrales sigan flexibilizando la política monetaria. Sin embargo, es un problema ex-post, no ex-ante, lo que sugiere que las caídas en los precios podrían ser oportunidades de compra. Aunque el mercado del oro ha mostrado cierta exuberancia, ha sido una excepción en comparación con otras clases de activos. Esto deja margen para que los flujos financieros refuercen las mejoras de los fundamentales, si se desarrollan según lo previsto.