Los primeros seis meses del 2018 dejan un panorama de correcciones en la renta variable después del subidón bursátil vivido desde el verano pasado. El hambre de compras acabó en atracón el 26 de enero, todo después de una entrada de año triunfal con ganancias acumuladas superiores al 5% en los mercados de uno y otro lado del Atlántico. Los inversores empezaron a ajustar las velas a la realidad dibujando un movimiento lateral que describe en gráficos lo que comúnmente se conoce como resaca post-fiesta. A principios de febrero los inversores dieron al “pause” y llegaba la corrección para quedarse hasta hoy.
El consenso de analistas coincide: no estamos al borde de una crisis financiera sino en la consolidación de la madurez de un ciclo económico caracterizada por una buena dinámica económica y empresarial que al menos durará dos años más. Se mantienen todavía unas condiciones monetarias y crediticias muy favorables, que las empresas traducen en un crecimiento robusto de sus beneficios y de remuneración a los accionistas.
En la misma línea se manejan las previsiones de Goldman Sachs para el segundo semestre del año que tampoco obvia que será una fase caracterizada por la mayor volatilidad y una tendencia más errática en los índices. En su último informe de perspectivas, elaborado el pasado mes de mayo, la división de gestión de activos del banco norteamericano asegura que el entorno de inversión actual favorece un enfoque dinámico, modulando activamente el posicionamiento de la clase de activos a medida que cambian las condiciones macroeconómicas y del mercado. La entidad asegura “ver el atractivo en el corto plazo, pero confirma que equilibrio entre la política fiscal y monetaria de EE. UU, una significativa sorpresa alcista para la inflación y otros riesgos geopolíticos son todas fuentes potenciales de volatilidad”.
Índices estadounidenses
El mercado pronostica la prolongación del ciclo económico hasta 2020, cuando la desaceleración comience a ser muy visible. Mientras tanto, EEUU se prepara para tener de tres a cuatro trimestres el reflejo de un impulso fiscal significativo. Desde UBS se calcula que el PER rondará 17 o 17.7 veces para los próximos 6 meses, esperando crecimiento de beneficios anualizado alrededor del 8%, “porque aunque el crecimiento económico va a ser robusto, estamos empezando a ver ya algo de presión sobre los márgenes por movimientos salariales, lo que nos deja un objetivo para final de año de 2.950 de S&P500. En el caso del Nasdaq, se espera un comportamiento algo mejor, terminando el índice general del tecnológico en los 8.400 puntos. La tecnología ahora mismo viene a ser entre el 17-18% de los índices globales. En el caso de EEUU un 24%.
De esta manera, aunque ni el DOW JONES ni el S&P 500 han alcanzado los máximos anteriores al recorte que tuvo el mercado durante el primer trimestre, sí lo están haciendo y con contundencia tanto el Russell 2000 como el Nasdaq100.
El índice de las empresas de mediana capitalización abandera las subidas de los índices estadounidenses. En ésta línea se enfocan también los pronósticos de Goldman Sachs que en su último informe que considera que las acciones tienen espacio para digerir el aumento de los tipos de interés en EEUU sin una venta masiva sostenida, hasta que el 10% del Tesoro de los Estados Unidos llegue al 3.5%. En este escenario las las pequeñas capitalizaciones -small caps estadounidenses están mejor posicionadas para obtener un rendimiento superior.
En cuanto al riesgo que supone el establecimiento a largo plazo de la guerra comercial, la mayoría de las casas de análisis coinciden en afirmar en que EEUU y China llegarán a algún tipo de acuerdo en los próximos meses que evite que la contienda de aranceles sea permanente. En principio se trata de un impacto económico bastante limitado en tanto que no afecte a productos de consumo y sobre todo, a grandes productos de consumo no sustituibles (automóviles o telefonía móvil) que también afectaran a Europa, lo que provocaría una compresión de múltiplos que se comería el crecimiento de los beneficios, dejando unas bolsas erráticas y laterales”. Escenario, este último, a la que esta sociedad financiera con sede en Zürich da un “nada despreciable 25% de probabilidad”.
Índices emergentes
Con elecciones a la vista en México y Brasil, la situación demanda cautela. Si bien el encarecimiento del crudo puede favorecerles, otros indicadores de las economías emergentes como China e India se podrían ver afectados por el repunte en el precio de las materias primas. A demás, otro de los factores que ha penalizado históricamente a los países emergentes ha sido la fortaleza del dólar, cotizando en zona de máximos desde noviembre. A esto se une el riesgo que supone para estas economías (con gran dependencia del sector exterior) una escalada en la guerra comercial, que podrían ver aumentar su factura ante una reducción del comercio internacional.
Desde UBS, sin embargo, resaltan que el peso de América Latina en el índice global de emergentes es de un marginal 10.5% (México pesa un poco más de un 2.5% y Brasil un 5.5%). Por el contrario, Asia supone tres cuartas partes del índice. Sólo China es una tercera parte y, según los cálculos de la entidad suiza, está experimentando un crecimiento de beneficios “muy robusto que mirando a doce meses vista puede ser del orden del 12%”, es decir, superior al del resto del mundo. Y eso sumado a una pequeña expansión de múltiplos nos da para retornos totales, desde el punto actual de los emergentes de alrededor del 13%”.
Índices europeos
Por otra parte, los expertos aseguran que los periódicos episodios de volatilidad en Europa no amenazan la esencia del proyecto de integración europeo ni que la reducción de la marcha de su crecimiento (de aproximadamente un punto porcentual respecto al 3% del cierre de 2017) sea síntoma de agotamiento de ciclo. Entre los efectos que podrían favorecer a las bolsas está la depreciación del euro frente al dólar y la sensación de que tendremos tipos al 0% durante al menos un año más.
Así las cosas, desde M&G valores se favorece una cartera de perfil defensivo/crecimiento para en función de la evolución girar hacia un mayor componente cíclico, menos defensivo manteniendo la exposición a los sectores de crecimiento. El área de tecnología y salud seguirían llevándose las recomendaciones para sobreponderar la exposición, así como la alimentación, utilities y el consumo doméstico. En la otra cara de la moneda, el sector bancario, automovilístico e industria básica irían perdiendo atractivo.
En el caso concreto del IBEX 35, su peso a las compañías financieras le hacen ganar detractores para los próximos meses de este 2018. Se cree que el BCE no va a poner los tipos en positivo hasta finales de 2019-2020, por lo que apuesta por que seguirán llegando las revisiones a la baja en expectativas de beneficios. Según los cálculos de UBS el principal selectivo español avanzaría entre 7-8% más dividendos, rondando el objetivo de los 10.500 puntos al acabar el año. La exposición de BBVA y el Banco Santander a Latinoamérica debilita las expectativas del mercado conscientes de la vulnerabilidad de ambas entidades a las turbulencias políticas y monetarias del centro y sur de América.