El tiroides es una glándula que se encarga de producir una serie de hormonas que intervienen en el metabolismo de muchas funciones del organismo. El cáncer en el tiroides es frecuente, y además es la neoplasia más repetida de todas las endocrinas. Por otro lado, su incidencia ha aumentado notablemente en la última década y se sospecha que todo ello gracias a que se realizan un mayor número de pruebas de imagen, fundamentales para su diagnóstico a tiempo.
Así, el cáncer de tiroides se trata de una patología que es mucho más frecuente entre las mujeres, “de cuatro personas que la padecen, tres son mujeres”, especialmente entre los 40 y los 60 años; aunque sostiene que puede presentarse a cualquier edad y en ambos sexos, indica la endocrinóloga y experta en Nutrición del Hospital Universitario La Luz de Madrid María Luisa de Mingo.
“La prevalencia de los nódulos tiroideos aumenta con la edad y es más frecuente su aparición en mujeres, en áreas con déficit de yodo, en personas con antecedentes familiares de nódulos, o con antecedentes personales de irradiación del área cervical”, revela la experta.
AL PRINCIPIO ES ASINTOMÁTICA
Generalmente, el cáncer de tiroides es asintomático. “A veces hay personas que notan un bulto en el cuello, o perciben que no pueden tragar correctamente, aunque el bulto en el cuello suele ser lo más frecuente”, asegura.
No obstante, en los estadíos más avanzados apunta que los nódulos pueden provocar dolor en el cuello, ronquera, o dificultad para tragar. Es en ese momento cuando la persona debe acudir a un especialista en Endocrinología, según hace hincapié la doctora De Mingo, para descartar que pueda tratarse de otro proceso benigno con síntomas parecidos o bien una enfermedad maligna sobre la que sea necesaria poner en marcha un tratamiento curativo.
LA MAYOR PARTE DE NÓDULOS SON BENIGNOS
La buena noticia, dentro de este contexto, es que “de los nódulos que se detectan sólo un 5-10% son malignos, y generalmente son asintomáticos y asociados a una función tiroidea normal”, afirma la especialista en Endocrinología del Hospital La Luz de Madrid.
¿Cómo diferenciarlos? Para saber si una lesión tiroidea es maligna o no es determinante la realización de pruebas de imagen o una punción en otros muchos casos. “La mayor parte suelen ser benignos por lo que sobre ellos solemos realizar un control estrecho. Los vigilamos en el tiempo para controlar su evolución”, remarca.
EL PAPEL DE LA ECOGRAFÍA CERVICAL
Concretamente, esta especialista detalla que la ecografía cervical es la técnica de imagen “más sensible” y, preferentemente “de elección” para la evaluación del tiroides y de los ganglios cervicales.
Asegura que su realización es “sencilla”; no implica dolor en los pacientes, es indolora; no conlleva la emisión de radiaciones; a la vez que destaca que otra de sus bondades es que permite guiar la punción por aspiración con aguja fina (PAAF) de las lesiones que se detectan.
“La ecografía cervical ayuda evaluar el tamaño y características de los nódulos, así como posibles adenopatías patológicas. Además del tamaño nodular, la ecografía nos dará datos sobre su composición, ecogenicidad, márgenes, forma, presencia y tipo de calcificaciones, así como cuál es su vascularización y la extensión extratiroidea si está presente”, añade.
Con todos esos datos, prosigue la endocrinóloga y experta en Nutrición del Hospital La Luz de Madrid María Luisa de Mingo, se evalúa el riesgo de malignidad de los nódulos para decidir si precisan PAAF o no, dado que es la prueba que confirma la malignidad de un nódulo: “En función del riesgo de malignidad de los nódulos se practicará la PAAF para confirmar o descartar malignidad”.
En esta prueba, según continúa la doctora De Mingo, se extraen células del nódulo gracias a una aguja muy fina por aspiración, que posteriormente se analizan en el laboratorio y en el microscopio.
Pese a la impresión inicial que pueda ocasionar la PAAF a los pacientes, la endocrinóloga del Hospital La Luz, subraya que la mayor parte de personas que se someten a esta prueba coinciden en que es “rápida” y “muy poco dolorosa”, y con apenas efectos secundarios.
MUY BUEN PRONÓSTICO
En última instancia, esta doctora asevera que el pronóstico en el cáncer de tiroides ha evolucionado favorablemente en los últimos años, “casi todos tienen muy buen pronóstico”, siendo vital ante estas circunstancias la personalización e individualización de los tratamientos en función del paciente, del tipo de cáncer y de las características del tumor.
De hecho, desde la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) valoran en este sentido que han surgido en los últimos años nuevas opciones terapéuticas que están favoreciendo el buen pronóstico en el cáncer de tiroides, tales como nuevas moléculas capaces de frenar el desarrollo tumoral de mala evolución, y en el caso de esos pacientes ‘resistentes’ a los tratamientos clásicos.