1.- No hay donde ir sino hacia arriba. Se trata de una “perspectiva de vaso medio lleno”: en los niveles actuales, es muy difícil que la construcción de viviendas se desplome, dada la fortaleza de la economía en general. “El mercado de nueva vivienda es la única parte de la economía doméstica de Estados Unidos que aún permanece en recesión”, señala Michael Shaoul, director de Marketfield Asset Management. Para Shaoul, sería “excepcional” que se produjera “un colapso desde este nivel, dado lo que está ocurriendo en el resto de la economía”.
2.- La mejora del mercado laboral. Los últimos datos de empleo muestran que se está contratando más, por lo que los trabajadores están recuperando la confianza. Un mercado laboral estable contribuye a que los potenciales compradores con unas perspectivas laborales estables se lancen a comprar una nueva vivienda.
3.- Los propietarios de viviendas pueden asumir más deuda. En los últimos años, según han ido cayendo los tipos de interés de las hipotecas, la financiación de una vivienda se ha vuelto más barata y la vivienda es “asequible”, afirma Sandy Sanders, de Manulife. En este contexto, Sanders percibe que “la deuda de los propietarios de viviendas se ha reducido y los balances por parte del consumidor son más sanos de lo que eran antes”.
L.G.