El petróleo brent se ha movido estos días entre el deseo de rebote, experimentado el pasado lunes y las caídas reflejadas que vienen de más lejos que de este mes de agosto. Hay que recordar que el precio del barril de petróleo de referencia en Europa se mueve con recortes superiores al 26% en el último trimestre, muy lejos de sus máximos de marzo por el temor recesivo que viven y padecen los mercados. Incluso en mínimos de los últimos 7 meses.

Pero ese deseo no se ha convertido en realidad, porque de nuevo el barril ha vuelto a perder la cota de los 100 dólares con la misma rapidez con la que lo ha tocado, e incluso ha ido más allá alejándose de ella. El “culpable” de esta mejora, lejos de que haya cambiado el panorama se llama OPEP+. Y aunque no se esperaba nada nuevo de su reunión mensual, el pasado lunes decidieron, contra pronóstico elevar en 100.000 barriles diarios su producción de crudo global en octubre.

Y aunque los expertos consideran que no tendrá un impacto real en el mercado, estos ajustes, que no van a marcar una diferencia entre oferta y demanda si se encaminan a algo en concreto: los precios están bajando como indican los futuros y el cártel petrolero eleva ligeramente la producción para defender el mantenimiento de los altos precios que pagamos en el mercado.

Pero lo cierto es que varios factores siguen apuntando a la baja en su precio. Y todos están interrelacionados en esa espiral que nos lleva, especialmente en Europa, a plantearnos una recesión. La primera es la menor demanda que se espera: la caída de la actividad mermara la cuantía de su uso junto con los elevados precios de esta materia prima. Ya se visualiza ese menor consumo.

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Aderezado por unos tipos de interés, que para controlar la inflación desbocada y a dos dígitos, se están elevando de forma cada vez más agresiva, sin visos de parar en su escalada a medio plazo. Todo ello con una China en la que de nuevo se producen cierres en su política de Covid 0 y control absoluto de la pandemia. Y también se escapa la inminencia apuntada ya desde hace meses en la vuelta de un acuerdo nuclear con Irán que devolvería al mercado la producción de 1 millones de barriles de crudo diarios al mercado.

Así, tras las fuertes caídas de ayer, el brent cede nada menos que un 9% en la semana mientras que en el mes los recortes superan el 7% para el crudo del Mar del Norte. Además, en el trimestre, las pérdidas alcanzan el 26% lo que minimiza sobremanera las ganancias anuales que apenas superan ya, a estas alturas del año, el 15%.

Por tanto ¿qué se espera del precio del crudo en los próximos meses? De momento los futuros del crudo brent siguen claramente a la baja. Hablamos de niveles de 91,7 para los de vencimiento en diciembre, de 90,60 en enero y ya por debajo de los 90, en los 89,47 dólares el barril, en aquellos con vencimiento en febrero, una mala expectativa para la mejora de precio.

A esto se une el convencimiento de los analistas de que, cuanto menos, los precios del petróleo se mantendrán estables en lo que resta del año, porque consideran que el impacto potencial de una recesión, aunque no muy profunda, no se ha descontado todavía por el mercado. Recordemos que, en las recesiones, se estima que el precio del crudo desciende de media en una horquilla de entre el 30 y el 40%.

Mientras, desde JPMorgan ven ahora una estimación de precio del crudo para lo que queda de 2022 en torno a los 101 dólares por barril, como indica su jefa de investigación de materias primas globales Natasha Kaneva. Un nivel que considera no mejorará en 2023, en el que establece un horizonte de precio para el barril de 98 dólares.

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