Si tuviera que decidir cuál es el aspecto más importante de la bolsa, me decantaría claramente por la masa monetaria. Las bolsas, como mercados de capitales que son, tienen una clara influencia del factor oferta/demanda, y está claro que los productos financieros se demandan cuando hay liquidez. El dinero necesita ser rentabilizado, ya sea a través de deuda pública, acciones o simplemente mediante la emisión de préstamos. Pero si alguna conclusión puedo sacar de esta crisis, es que los bancos prefieren invertir el dinero en activos cotizados, como la deuda o la bolsa, antes que prestarlo.
El análisis macroeconómico es absolutamente clave para poder sacar conclusiones sobre la posibilidad de que los bancos centrales modifiquen sus políticas monetarias con base en parámetros como la inflación, el consumo o la inversión. Pero todos estos parámetros, tienen una clara influencia en la psicología del inversor. Podría afirmar que
Esta mejora en la moral de la sociedad y el desafío de internet, ha provocado un cambio en la manera de entender el mundo, pasando de una sociedad industrial a la sociedad de la información, liderada por internet y la absoluta revolución en la manera que actualmente nuestro mundo se comunica.
Los casos de Google y Apple, son claros ejemplos de cómo la revolución de internet es una realidad y el camino a seguir, para la nueva generación de emprendedores. Los mercados locales no tienen sentido y la exportación en un mundo cada vez más globalizado, es claramente el gran desafío de nuestra generación.
La bolsa como la economía se sirve de la psicología y de la acción humana. La confianza del inversor se traduce en un mercado alcista y la desconfianza en un mercado bajista. Aspectos como el temor, la desesperación y el arrepentimiento marcan tendencias bajistas del mismo modo que el optimismo, la esperanza, el alivio y la euforia marcan tendencias alcistas. Pero al fin y al cabo, lo que verdaderamente motiva a un inversor, es el efecto riqueza puesto que en entornos sociales de pleno empleo y mercados de capitales alcistas, el consumidor ahorra y su ambición, le exige buscar más rendimiento al capital generado por el esfuerzo del trabajo.
Somos así, y la codicia en sentido positivo, ha llevado al mundo a lo que es hoy en día. Nadie en su sano juicio no quiere ¡más!, y ser codicioso en el momento adecuado es una de las grandes virtudes del ser humano. Y no me refiero solamente a querer más dinero, me refiero a querer más felicidad, más amistades, más prestigio social, más generosidad, más felicidad para nuestros seres queridos, simplemente ¡más! La codicia en sentido estricto no es mala, como decía Gordon Gekko en la primera edición de Wall Street, lo que es realmente negativo es la frustración que provoca la incapacidad de sufrir para llegar a obtener aquello que codiciamos, que suele degenerar en envidia, prejuicios banales y en definitiva, actitudes autodestructivas que imposibilitan la felicidad, por ello una vez más, defiendo la codicia, puesto que la felicidad, bajo mi punto de vista es tener objetivos y lograrlos. Y la mediocridad, la capacidad de juzgar sin esforzarse para lograr los retos que la vida nos depara. De ahí que el capitalismo, con todos sus defectos, sea el mejor sistema que nuestra sociedad ha creado y que probablemente, derive en un nuevo capitalismo, cada vez más justo, ¡cada vez más liberal!
Todo este argumento me sirve para defender que por más que queramos buscar fórmulas mágicas para poder satisfacer nuestra codicia, el único denominador común en todas las profesiones, es el esfuerzo y el sacrificio, ¡sin excepción alguna! En el Trading, como en cualquier otra profesión, no existe el santo grial, simplemente existe el trabajo y el sacrificio profesional. Por más empeñados que estemos en tratar de buscar soluciones a sucesos aleatorios y por más que nuestro intelecto racional trate de buscar la manera de encontrar razones en el mercado, la única razón existente es que todo está por suceder y que la gestión del riesgo, como base del Trading es el punto clave del éxito bursátil y de la consistencia a largo plazo. Con este afán de no querer sufrir, los Traders principiantes buscan la verdad en sucesos aleatorios medidos por la estadística, haciendo propias verdades no contrastadas, que seguro ya han podido leer por internet. ¿No es más simple contrastar hechos afirmados como verídicos, basándonos en el mercado actual? Las pautas estacionales, tan defendidas por el argot popular, no se defienden ni se justifican como herramienta de Trading bajo mi punto de vista, en absoluto. Es obvio que la estadística está para cumplirse, pero también es cierto que con un ratio de acierto del 40% podemos ganar dinero de manera consistente en el mercado si somos capaces de generar 2€ por cada 1€ de riesgo. Por eso, en Blackbird no le damos tanta importancia a la entrada, como sí a la gestión que de ella hacemos, pues al fin y al cabo, lanzar una moneda al aire nos daría un sistema ganador si fuéramos capaces de convertir la entrada en una salida que nos diera el doble por cada vez que sacamos cara.
Bajo este pretexto, no queda otra que buscar en los datos, la justificación a mi crítica, tratando de dar respuesta al hecho de que si enero es alcista, el año será alcista, con el análisis y el rigor que un Trader profesional, ¡debe siempre tener!
Pautas estacionales
Como ven, si bien es cierto que toda información es importante para sacar conclusiones en el mercado, también es cierto que el mercado se mueve por el efecto dinero y por más pautas estacionales que queramos contrastar, lo que está claro es que si hay dinero la bolsa tiene más posibilidades de subir que de bajar y en este sentido, podemos afirmar que con la predisposición y firme voluntad del BCE, del BOJ y de la FED, de seguir imprimiendo dinero, probablemente enero sea alcista y probablemente lo sea 2014, ¿no creen? Pero, ¿no es más inteligente buscar en las actas de la FED nuestra decisión y no dejarla al libre albedrío del mercado?
Más que la estadística, lo que buscamos en el Trading es la probabilidad, justificada por el exhaustivo análisis del flujo monetario y de su impacto en el precio de los diferentes activos, para poder, como siempre mantengo, bajarlo a un plano operativo dominado por el riguroso control del riesgo y la ambición de superarse a sí mismo, controlando nuestros miedos, con el propósito de ilimitar los beneficios y limitar las pérdidas. Cualquier otra solución es inútil en el mercado, puesto que al fin y al cabo, buscamos la regularidad y la consistencia y ¡nunca el dinero! Los beneficios llegan justo en el momento que dejamos de pensar en ellos y nos centramos en la ejecución de nuestro plan de Trading, puesto que como decía Voltaire; “el azar es una palabra vacía de sentido; nada puede existir sin causa” y la única causa que queda escrita en el mercado, es la del rigor, la consistencia y el control emocional. ¡Somos Traders, operamos! Y ello implica mucho más que basar nuestra operativa y profesión en fenómenos aleatorios sin sentido.