Además, las expectativas del consenso relativas al crecimiento de los beneficios por acción no son, por primera vez, excesivas. Seguimos prefiriendo los nombres cíclicos domésticos y empresas con buenas rentabilidades, y también nos gusta el tema de fusiones y adquisiciones.
Esto nos ha llevado a aumentar nuestra valoración sobre los bonos high yield europeos que han reflejado la caída en el mercado high yield americano en el que las compañías energéticas tienen una mayor componente en el índice.
Por último, hemos vuelto a adoptar un punto de vista neutral respecto al dólar americano. Una buena parte de la subida del dólar frente al euro se debe a la divergencia entre la política monetaria de la Fed y el BCE. Sin embargo, a los mercados les cuesta cada vez más entender por qué la Fed debería seguir endureciendo su política monetaria en el ambiente deflacionario actual. Los inversores podrían concluir que ejercer presión con subidas de tipos constituiría un error de política monetaria y que tarde o temprano, el proceso debería revertirse, afectando, de esta forma, a la credibilidad del dólar. Esta situación sería negativa para el dólar. Por otro lado, si la Fed tiene que demostrar cautela y paralizar el endurecimiento, no habría motivo para que el dólar se apreciase.