La vivienda es un derecho que todavía no está plenamente reconocido para toda la población. Y es que la última encuesta de condiciones de vida del INE alerta de que el parque de vivienda pública en España ofrece cobertura a menos del 2,7% de los hogares, y se calcula que es necesario un parque de vivienda asequible y social de 1,5 millones de unidades para hacer frente a las necesidades actuales de vivienda de la población con menos ingresos.
La delicada coyuntura que atravesamos causada por la pandemia da todavía más sentido a la vivienda social y asequible. La crisis sanitaria ha impulsado la necesidad de contar con un mercado inmobiliario, principalmente residencial, adecuado a las necesidades que hoy día tienen una parte de los ciudadanos. Ante la carencia de viviendas de estas características, la colaboración público-privada es una de las soluciones a explorar tras la experiencia de algunos países de nuestro entorno. La cooperación entre la administración pública y las empresas privadas es necesaria por el alcance de la tarea (más de 1,5 millones de viviendas en 10 años), la cantidad de recursos que habría que asignar para realizarla en un momento de tensión de las finanzas públicas, así como para lograr cumplir con los plazos tan exigentes.
La vivienda pública es un segmento en el que este tipo de alianzas resultan esenciales. Difícilmente puede el sector público gestionar de forma unilateral la escasez de vivienda social y asequible, por lo que es aquí donde entramos las SOCIMIs. Conscientes de que más de 33.000 personas viven en situación de sinhogarismo en nuestro país, desde ASOCIMI pensamos que la mejor manera de contribuir a este objetivo era crear un vehículo destinado a atender las necesidades de las personas sin hogar en España de la mano de una organización del tercer sector. Y sí, a priori puede sonar complicado porque en teoría somos mundos diferentes, pero la realidad es que ha sido posible gracias a que compartimos los mismos objetivos. Más rápido de lo esperado nos pusimos de acuerdo y, junto a la fundación HOGAR SÍ, hemos puesto en marcha la primera SOCIMI social de España: Primero H SOCIMI.
Lo cierto es que la SOCIMI social es un proyecto pionero en España, pero no lo es a nivel internacional, con casos como los de Reino Unido y Finlandia, donde ya se han emprendido iniciativas similares. Con SOCIMI social nos referimos a un instrumento de inversión de impacto social en el mercado inmobiliario para mejorar el acceso a la vivienda de colectivos en riesgo de exclusión, con especial foco en las personas en situación de sinhogarismo. Así, Primero H SOCIMI nace con el objetivo de generar mayores posibilidades de acceso a la vivienda en alquiler asequible a personas en situación de vulnerabilidad residencial.
El vehículo funcionará de la siguiente manera. Primero H SOCIMI invertirá comprando pisos para alquilárselos a HOGAR SÍ, que, con los conocimientos y criterios adecuados, gestionará a quiénes se les da entrada en esos pisos, subarrendándoles la vivienda a un precio más económico o incluso subvencionado al 100%, según cada caso. En una segunda fase, se valorará si los pisos se alquilan de forma directa a alguna administración o incluso a particulares.
Quisiera destacar que lo que buscamos es gestionar viviendas de forma granular, es decir, pisos ubicados en diferentes edificios. Esto responde al objetivo de evitar la creación de guetos, lo que sucedería inevitablemente si nos centráramos en un solo bloque de viviendas. Nuestra intención es encontrar pisos sueltos para integrar a las personas sin hogar en comunidades más amplias. Por tanto, no se trata únicamente de conseguirles una vivienda, sino también de acompañarlos en todo momento con la idea de que se integren en la vida diaria de la comunidad. El acompañamiento social que realiza HOGAR SÍ y otras organizaciones similares como Cáritas o Cruz Roja resulta esencial para que estas personas logren recuperar lazos emocionales y puedan vincularse con el entorno social y laboral.
Hablamos de un proyecto de inversión de impacto e innovación social, que pretende demostrar su eficacia en la solución del problema de acceso a la vivienda en alquiler asequible. Siempre me gusta decir que es un proyecto inclusivo, no exclusivo. Como todavía queda mucho por hacer, todo aquel que tenga algo que aportar es bienvenido a participar y sumarse al proyecto. A diferencia de otros muchos proyectos con foco en el mercado residencial, esta iniciativa persigue una doble rentabilidad, económica y social. Al mismo tiempo que promete una rentabilidad para accionistas e inversores, garantiza generar un beneficio social positivo intencionado y cuantificable para los más vulnerables y necesitados.