Desde 1921, la historia de los mercados nos dice que los periodos alcistas tienen una duración promedio de cinco años, con una rentabilidad acumulada del 200%. Y aquí estamos, en 2024, viviendo lo que algunos llamarían “el mercado alcista más temido”. Empezó en octubre de 2022, pero ¿realmente hay algo extraordinario en ello? Si echamos un vistazo a los datos, la respuesta es que no hay nada fuera de lo común. Ni en duración ni en rentabilidad. Pero claro, ¿quién deja que los datos estropeen una buena narrativa?

Vamos a entrar en materia con algo de contexto histórico. Los mercados alcistas siempre han tenido su cuota de escepticismo, de analistas apocalípticos anunciando que “esto no puede durar” o que “ya estamos sobrevalorados”.

Ahora bien, si analizamos con calma los datos de este ciclo, resulta que no estamos ni cerca en las medias, y mucho menos de los extremos históricos. La duración está en pañales si se compara con los grandes mercados alcistas del siglo XX. Y en términos de rentabilidad acumulada, ni de lejos rozamos el 200% promedio. Entonces, ¿por qué tanto drama?

Lecciones del pasado: historia, pero sin bola de cristal

Antes de que alguien empiece a clamar que esto es una burbuja, revisemos qué pasa tras mercados similares. En periodos históricos donde la volatilidad disminuye drásticamente, como ocurrió en 2023 con una caída histórica del índice VIX, los mercados han mostrado rendimientos positivos en el 100% de los casos un año después. Y no, no es un error de cálculo. Esa es la media: un 14,3% de rentabilidad posterior.

Eso sí, el futuro sigue siendo un misterio, pero la historia tiene una manera irónica de repetirse.

Una de las críticas recurrentes al mercado actual es que las valoraciones están fuera de control. El PER del S&P 500 es elevado, cierto, pero cuando eliminas a las gigantes tecnológicas (esas 7 Magníficas que todos conocemos), el PER cae a niveles mucho más razonables.

¿Conclusión? No estamos en un escenario apocalíptico, aunque tampoco en un paraíso de gangas. Como siempre, la clave es la diversificación.

Hablando de las gigantes tecnológicas, no hay que olvidar que han sido responsables de una buena parte de la recuperación del mercado. Pero cuidado con las conclusiones rápidas: que estas compañías lideren no implica que el resto del mercado esté estancado. Solo significa que, en épocas de incertidumbre, el capital tiende a buscar refugio en nombres conocidos. Mirando hacia adelante, todo parece indicar que todavía hay margen para crecer.

Históricamente, los mercados alcistas no mueren de “vejez”. Mueren de susto: ya sea por una crisis geopolítica, una recesión imprevista o una política monetaria mal calculada. En este sentido, con bancos centrales moviéndose de manera más prudente y la inflación bajo cierto control, el panorama no pinta tan mal como muchos quisieran creer.
Eso sí, no nos engañemos: este mercado tiene sus riesgos. Desde las tensiones en Oriente Medio o Ucrania, hasta la siempre incierta política de tipos de interés de la Fed. Pero si algo hemos aprendido es que las estrategias a largo plazo suelen salir mejor paradas que intentar predecir cada movimiento a corto plazo.

Entonces, ¿estamos en la cima de una montaña o apenas en la base? Bueno, depende de a quién preguntes.

Los optimistas dirán que el mercado tiene mucho por recorrer, mientras que los pesimistas insistirán en que la caída está a la vuelta de la esquina. Y mientras ambos lados discuten, el mercado seguirá su curso, imperturbable. Quizá lo mejor que podemos hacer es no dejarnos llevar por el ruido y enfocarnos en los datos, en la historia y, por supuesto, en una buena estrategia de diversificación. Porque, al final, el mercado no se preocupa por nuestras opiniones, pero nosotros sí deberíamos preocuparnos por no perder la perspectiva.

Y eso, querido lector, es lo que realmente importa.