Después de la intervención de Draghi hemos vivido unas sesiones de euforia por los nuevos planteamientos del BCE pero los datos macro de la Eurozona así como las nuevas previsiones de Banco Mundial respecto al crecimiento de la economía norteamericana nos muestran a ambas economías con bajo crecimiento con muy poca inflación y solo sustentada por la barra de liquidez de los bancos centrales ya que los beneficios empresariales tampoco esperamos que sirvan de gran ayuda principalmente en nuestra zona común.
Seguimos también con mucho interés los acontecimientos geopolíticos tanto en Ucrania como en Iran, lo que está generando una subida de los commodities tanto los ligados al ciclo económico -como puede ser el petróleo- como los defensivos (oro y plata beneficiados de un ambiente más tenso y de menor crecimiento mundial). Ante este escenario, y de cara al periodo estival, ya con la campaña de resultados empresariales al inicio de julio, creo que es mejor ver los toros desde la barrera.
Sigo pensando que es un año para la renta variable y prueba de ello es que vamos a cerrar los primeros seis meses del año con subidas de doble dígito para el Ibex-35 y de más del 6% para la Eurozona y el S&P500. Por este motivo y por los comentados anteriormente puede ser un buen momento para reducir el riesgo de las carteras y reducir el peso en activos de renta variable y posicionarnos en activos más defensivos como puede ser la renta fija corporativa que, aunque asumamos rentabilidades muy escasas, sí podríamos obtener rentabilidad adicional por la caída de los tipos de interés a largo plazo ya que estos aún no han encontrado su suelo en los mercados debido a la ausencia de inflación. Y para inversores más agresivos o para una pequeña parte de la cartera, los commodities pueden ser un buen refugio de cara al verano por la famosa debilidad del dólar en este periodo así como por actuar como refugio, tanto por los acontecimientos geopolíticos como por el bajo crecimiento.