Steve Easterbrook fue el encargado de relevar a Thompson dentro de un plan estratégico de chapa y pintura en las entrañas de McDonalds. El cambio de la directiva era una de las peticiones más solicitadas por sus accionistas y una de las cuentas pendientes que habían quedado en el tintero. Pero con la marcha del anterior CEO, era el momento propicio.
McDonalds se encontraba en uno de sus peores momentos de la historia. Aseveración realizada tanto por analistas como incluso por parte de empleados de la firma estadounidense.
Cotización de McDonalds en los últimos 5 años
La pretensión del desembargo de este nuevo equipo de trabajo es ir despacito y con buena letra. Desempeñar determinadas actuaciones que sean reflejo de la imagen que quieren proyectar a partir de ahora. Desarrollar mecanismos que lleven a los inversores a confiar en una empresa que puede crecer y ser referente dentro del sector.
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Es por eso que una de las principales medidas que implantaron fue el de la subida salarial en Estados Unidos a los empleados de sus propios establecimientos –y no franquicias– hasta los 10 dólares la hora. Se trata de un primer paso dentro de la nueva hoja de ruta estipulada por la dirección entrante.
No es un paso más allá dentro de la política empresarial de la compañía puesto que la mayor parte de sus cadenas son franquicias. Es decir, a los trabajadores de estas no les afecta la subida de la retribución al no tener relación directa, contractual, con McDonalds. Pero, en efecto, sí es la colocación de la primera piedra hacia dónde quiere moverse el negocio en términos de imagen.
De hecho, muchos analistas señalan que las franquicias terminarán por equiparar los contratos con los de la filial. Eso haría que finalmente existiera un equilibrio entre sueldos y que llegara a más cantidad de trabajadores posibles. Es un nuevo rumbo que, sobre todo, atañe a la visión que tienen los consumidores sobre la cadena alimenticia, generalmente adosada a una idea de más precariedad.
Pero lo que sigue interesando a los inversores, más allá de este tipo de modificaciones, es la dirección que va a llevar en otros términos ahora o el aspecto fundamental de la compañía. En este sentido, cabe decir que se ha fijado el ambicioso objetivo de 6.000 millones de dólares en concepto de beneficio cada año.
Sin embargo, McDonalds utiliza gran parte de de esas ganancias a recomprar sus propias acciones, lo cual abre el debate sobre qué pasos seguirá a partir de ahora. Lo que está claro es que si se ve un aumento en ese programa de adquisición de títulos propios, un hecho difícil en relación a su aspecto fundamental, el valor podría incrementarse al alza en Wall Street como han señalado expertos como Jim Cramer.
La compañía ha dejado claro a través de las palabras y las acciones que los rendimientos de capital son una prioridad. Se puede visualizar la evidencia del interés de la compañía en reducir su free float –hasta ahora una disminución del 10,7%– para intentar beneficiar a su accionista. La firma estadounidense se ha gastado una media de 2.700 millones de dólares al año para recomprar acciones.
Valor de las acciones recompradas por McDonalds
Eso supone una gran inversión para cualquier empresa y en particular para una cuya capitalización bursátil raya los 100.000 millones de dólares. Este gasto también ha tenido su repercusión en su cash flow, dado que el equipo de Easterbrook sigue sin especificar cuál será su política de retribución al accionista o de una ampliación en la recompra de acciones –algo que se antoja complicado–. Solo se centran en que el objetivo global de la compañía se cumplirá.
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