La novedad en esta ocasión se ha manifestado en el tiempo que dedicaron los miembros de la FED a hablar de cómo poner en marcha la política de reducción de estímulos monetarios, cómo comunicarlo, cómo actuar sin desvirtuar la marcha de los mercados financieros, etc…
De hecho, esta vez, el debate de cómo articular el tapering ha sido más prolijo que en otras ocasiones, según dejan ver las actas.
Los miembros del FOMC también se empeñaron en dejar claro a los inversores que la retirada de estímulos no va a estar ligada a la subida de los tipos de interés. Aseguran que seguirán en estos niveles extraordinariamente bajos al menos hasta que la tasa de desempleo baje del 6,5% y la inflación a largo plazo por encima del 2%. Sus dos principales objetivos.
En cuanto al objetivo de la tasa de desempleo también hubo debate. Ya Bernanke dijo en la rueda de prensa posterior a la penúltima reunión que la tasa de paro había quedado muy desvirtuada por la caída de la tasa de actividad. En cualquier caso, ahí está servido el debate porque no todos los miembros de la FOMC están de acuerdo en modificar este objetivo, o introducir variables al respecto.
Precisamente, el presidente de la Reserva Federal de St. Louis, James Bullard, ha dicho hoy en una entrevista con bloomberg que rebajar este objetivo del 6,5% podría herir la credibilidad de la institución.
De nuevo sólo una voz en contra, la de Esther L. George, que vuelve a ser el único voto discordante. La presidenta de la Reserva Federal de Kansas asegura que mantener esta política de compra de 85.000 millones de dólares mensuales en treasuries y MBS (Mortgages Backed Securities) no van a asegurar que la economía despegue.