El Banco Central Europeo (BCE) anunció en su reunión de diciembre que pondría fin a su Programa de Compras de Emergencia por la Pandemia (PEPP, por sus siglas en inglés) en marzo de 2022. A partir de entonces, aumentará temporalmente las compras de este programa para suavizar la reducción del apoyo global de la Expansión Cuantitativa (QE, por sus siglas en inglés) a 20.000 millones de euros al mes en el cuarto trimestre. “El QE anual se reducirá probablemente a 440.000 millones de euros en 2022, frente al 1,08 billones del año pasado”, explica Martin Wolburg, economista senior de la gestora Generali Investments Partners.
La senda de la normalización monetaria en la eurozona pasa por la retirada del programa de compra de bonos vinculados a la pandemia (PEPP) tras ello la retirada del QE, la gradual subida de tipos de interés y por último la reducción de su balance de 7,162 billones de euros, lo que supone un 63% del PIB de toda la zona euro. La rebaja del balance pasa por la venta, o no renovación, de la deuda adquirida durante sus largos años de expansión monetaria. “A finales de 2022, el QE se habrá reducido lo suficiente como para que su interrupción no provoque grandes giros en los mercados”, comenta Wolburg.
La inflación en la eurozona terminó 2021 en un 5%, lo que supone su nivel más alto desde 1997. Al mismo tiempo, la tasa de paro acabó en un mínimo histórico del 7% con un crecimiento económico del 5,2% después del fuerte frenazo durante el último trimestre del año pasado debido al impacto de la variante ómicron, la subida general de precios y los problemas de suministro mundiales.
Con estas cifras, el BCE llega a un año clave en el que irá normalizando su política de una manera gradual con el objetivo que los Estados vayan rebajando su alto endeudamiento y se preparen para adecuarse a la nueva realidad. En marzo, recibiremos las nuevas proyecciones macroeconómicas del instituto emisor que preside la francesa Christine Lagarde. “Si las proyecciones de inflación, que ya son razonablemente halagüeñas, se revisan al alza para 2023 y 2024, es probable que el BCE contemple un camino de salida acelerado, un escenario que el mercado ya está valorando”, comenta Konstantin Veit, gestor de carteras de la gestora estadounidense Pimco.
“Creemos que el BCE probablemente estará en piloto automático durante la mayor parte de 2022”, añade. El BCE, por lo tanto, intentará que la reunión de este mes sea un acontecimiento discreto y que no genere volatilidad en los mercados como ya ocurrió con la Reserva Federal la semana pasada. De hecho, Lagarde ha sido hasta ahora uno de los miembros más moderados del comité de gobierno y ha repetido en varias ocasiones que los factores que han impulsado la inflación deberían disminuir en el transcurso de este año y ha llegado a calificar como "muy improbable" una potencial subida de tipos este 2022.
“Parece claro que habrá que esperar a posteriores reuniones para que el Consejo de Gobierno del BCE empiece a discutir acerca del inicio de la reducción del balance del BCE. A día de hoy es difícil que las compras netas finalicen antes del cierre de este año. Y aunque empiezan a aparecer algunas voces que no descartan una elevación del tipo de intervención en la parte final de 2022, parece bastante prematuro, más aún tras el incremento del riesgo geopolítico, por lo que no deberíamos ver una primera subida antes del primer trimestre de 2023”, argumenta Cristina Gavín, responsable de renta fija de Ibercaja Gestión.
El conflicto ucraniano es un ‘cisne negro’ que podría ser un nuevo ‘shock’ para la economía del Viejo Continente y en el que la diplomacia europea tratará de sofocar el enfrentamiento desde el diálogo, los pactos e incluso las sanciones económicas, como se ha hecho en los últimos años. La guerra entre Rusia y Ucrania sería un ‘cóctel molotov’ para las finanzas, pero especialmente para los precios energéticos.
Europa depende, en gran medida, del gas ruso aunque en los últimos trimestres los proveedores están cambiando y ganen protagonismo Qatar, Estados Unidos, Argelia o Nigeria. El gas ruso representa más de un tercio de las importaciones de gas de la UE (37%), mientras que para Rusia, la UE representa el 85% de sus ventas, como registra BP en su informe anual de 2020.
Movimientos en el euro
Ebury, institución financiera especializada en pagos internacionales e intercambio de divisas, condiciona la reacción del euro tras la reunión del BCE de esta semana al tono que adopte su presidenta, Christine Lagarde, con respecto a la normalización de la política y de cualquier señal de desacuerdo.
“Teniendo en cuenta las escasas expectativas del mercado sobre el endurecimiento de la política monetaria por parte del BCE y la reciente debilidad del euro, cualquier señal de endurecimiento podría suponer un impulso para la divisa”. No obstante, Ebury advierte de que si se mantiene el guión del mes pasado y no se emiten señales de alerta, “podría considerarse una confirmación de las escasas expectativas del mercado en cuanto a la actuación del BCE, lo que podría empujar a la moneda común a un nivel más bajo”.
Este jueves se reunirá también el Banco de Inglaterra que se espera que mueva ficha y suba 25 puntos básicos los tipos de interés hasta el 0,5% tras su primera subida en diciembre. En este escenario la libra esterlina y los bancos británicos pueden ser una buena oportunidad para lograr rentabilidad.