Invertir no es un juego. Es una importante decisión que requiere información y planificación. Y aunque aparentemente resulta bastante sencillo, es importante evitar caer en errores muy comunes entre los inversores inexpertos. “Si estás comenzando en el mundo de las inversiones, debes saber que probablemente te encontrarás con alguna de estas siete trampas”, señalan desde el Banco Santander.
La primera de ellas es invertir sin un plan. Antes de dar el primer paso hay que desarrollar un plan de inversión que contemple, entre otros aspectos, cuánto dinero vas a destinar, en qué instrumentos, a qué plazo o cuánto estás dispuesto a perder y cuánto esperas ganar. “Para responder estas preguntas debes investigar el mercado, conocer tus alternativas y mantener muy aterrizadas tus expectativas. Recuerda, invertir sin un plan es una ruta hacia el fracaso”, explican los expertos.
Invertir en un solo instrumento es otro de los errores más habituales. La famosa frase “no pongas todos los huevos en la misma cesta” o, lo que es lo mismo, repartir los riesgos en distintos productos, refleja la importancia de una de las primeras reglas de cualquier inversor: diversificar. “Si tuvieses todo tu dinero en un instrumento y éste pierde, estarías en serios problemas. En cambio, si lo tienes diversificado en varios instrumentos, las caídas de algunos se compensarán con las alzas de otros. Así el riesgo de sufrir grandes pérdidas disminuye notablemente”.
No investigar lo suficiente, cuando lo que está en juego es tu dinero, puede llevarte a invertir en activos que desconoces. Cuanta más información tengas y entiendas, habrá menos elementos o situaciones que te parecerán incomprensibles. Por ejemplo, el precio de un activo puede depender de numerosas variables. A veces, -señalan en el Santander- por desconocimiento podrías pasar por alto información relevante que pudiera ayudarte a ganar dinero o a evitar perder tu inversión.
Tampoco es una buena alternativa confiar solo en las emociones. El conocimiento y las decisiones informadas y apoyadas en hechos concretos deben primar sobre los impulsos. No se trata de corazonadas, que te guste una empresa o confíes en que algo puede subir de precio. Tampoco hay que dejarse llevar por el miedo a perder o la avaricia de ganar más. En estos casos, es importante revisar el plan de inversión y tomar cualquier decisión con la cabeza fría.
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El exceso de confianza también es un riesgo. Tomar una buena decisión y conseguir un buen resultado no es garantía de que, en la próxima ocasión, será igual. Si estás pasando por “una buena racha”, no caigas en un exceso de confianza que te pueda llevar a perder todo lo ganado, advierten desde el banco. Cada operación es independiente. Si tus inversiones están teniendo resultados positivos, revisa tu plan, y si ya se han cumplido los objetivos marcados puedes considerar la opción de retirarte y materializar tu ganancia.
Además, es habitual confiar en que una caída en tus inversiones podría recuperarse en el corto plazo. No saber enfrentar las pérdidas y esperar que el valor se recupere puede llevarte a perderlo todo. De nuevo, los expertos recomiendan apegarse al plan de inversiones y, en concreto a la pregunta “cuánto estoy dispuesto(a) a perder”. Si ya se ha llegado a ese punto, lo más sensato es que retirarse para proteger el resto de tu dinero e investigar en qué invertir más adelante. Cabe la posibilidad de que tu información (basada en análisis, no en emociones), indique que puedes mantener tu posición y esperar el repunte.
No analizar ni aprender de los errores es otra de las trampas. No existe un inversor, ni siquiera entre los más famosos, que nunca haya experimentado alguna pérdida. Lo importante es aprender de ellos, que resulten lo más barato posible, y que sirvan para no cometer las mismas equivocaciones en el futuro. Así irás perfeccionando tus habilidades como inversor.
La clave está en definir el perfil de riesgo y aprender a invertir. Actualmente el mercado ofrece diversos instrumentos de inversión, muchos de los cuales están al alcance de cualquier persona sin experiencia. Para comenzar a entender el mundo de las inversiones, lo primero es conocer conceptos básicos como riesgo, rentabilidad o volatilidad; los cambios que pueden producirse en el mercado y cómo afectan de manera diferente a los distintos activos: desde las subidas de tipos de interés o una crisis financiera, hasta una pandemia, un atentado terrorista, o huracán; y conocer cómo afrontar un escenario de incertidumbre.