En este arranque de la segunda semana de marzo, la renta fija ha vivido una sesión bastante plana, con una ligerísima recuperación, más intensa en Estados Unidos, tras las fuertes caídas de la semana pasada. En conjunto, aparte de cierto efecto rebote, el mercado ha puesto en precio un mal dato de exportaciones en Alemania, con una caída del 2,5% frente a la expectativa de subida del 0,5%. Sin embargo, estas caídas han afectado más a la renta variable, dejando a la deuda algo más estable por el momento. La semana pasada se cotizó un fuerte repunte de rentabilidades en la curva de Europa debido al más que posible incremento del gasto público en toda la eurozona, y en concreto en Alemania.

El foco de la renta fija está en el gasto en defensa en el Viejo Continente, cuando no hay duda de que Europa incrementará su gasto en este sector, a tenor de las palabras de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.

Esto vendrá por dos vías principales: por un lado, un mayor margen de endeudamiento para los países si el gasto está destinado a defensa, lo cual es particularmente importante para países como Francia, Italia y España, que ya tienen niveles de deuda elevados y en algunos casos están bajo seguimiento de déficit por parte de la Unión Europea (UE). Por otro lado, la necesidad de fondos para defensa puede impulsar definitivamente los eurobonos, es decir, la deuda mutualizada europea. Estas inversiones estarían dirigidas a compras dentro de la industria europea de defensa y no a terceros países como Estados Unidos, fomentando así el PIB manufacturero y el sector tecnológico, que está estrechamente vinculado a la defensa. En resumen, los gastos obligados en defensa, derivados de la actual situación geopolítica, podrían ser la salvación económica desde el punto de vista industrial y tecnológico para Europa.

El segundo punto de atención para la renta fija es el cambio en la política fiscal de Alemania, que marca un momento histórico. El "whatever it takes" pronunciado recientemente por Fredrik Merz, en referencia a Draghi, ha resonado en los mercados, dejando atrás el miedo a la inflación y la contención del gasto que han caracterizado a Alemania durante años. Ahora, se han aprobado 500.000 millones en infraestructuras y un incremento del gasto militar del 1,5% del PIB, lo que supone más de 60.000 millones de euros adicionales al año. Esto colocaría a Alemania como el cuarto país del mundo en inversión en defensa, tras Estados Unidos, China y Rusia.

Estas políticas no solo son posibles debido al bajo déficit y deuda de Alemania, sino que también resultan necesarias para reactivar su economía y, en particular, su sector industrial, que ha pasado casi dos años en niveles muy bajos. Alemania debe volver a ser el motor de Europa, lo que requiere menos restricciones en el gasto, más flexibilidad en la regulación y un marco normativo más homogéneo, alineado con el informe de Draghi. También es necesario reducir restricciones en áreas como la sostenibilidad para facilitar el crecimiento económico.

Implicaciones para la deuda corporativa

Ante este nuevo escenario de deuda en Europa, el impacto en la deuda corporativa es significativo. A la vista de los últimos movimientos, sigue siendo recomendable, tras las recientes subidas, optar por la deuda pública sobre la deuda corporativa en términos generales. Dentro de la deuda corporativa, la mejor opción sigue siendo activos de la mayor calidad posible, es decir, con grado de inversión, especialmente en los tramos medios y cortos de la curva. Estos deberían verse beneficiados por una normalización monetaria, que aunque menor de lo esperado hace unos meses, sigue en marcha.

Los diferenciales de crédito siguen bastante estrechos en general, y cualquier retroceso de la bolsa, como el observado hoy, podría generar cierto contagio en estos diferenciales. Esto representaría una oportunidad en el mercado de crédito, particularmente en sectores industriales y financieros, que podrían beneficiarse de esta situación.